A pesar de todo, la lotería de Navidad

A pesar de la pandemia y sus efectos sociales y económicos, la lotería regresa en Navidad, dos conceptos indisociablemente asociados en una realidad anegada por la ilusión.

Mario Garcés. 02/12/2020
(Foto: Gtres)

Reconozco que Loterías y Apuestas del Estado entraría en franco desequilibrio si todos los españoles fueran tan escasamente jugadores como yo. Acepto amablemente la lotería que me regalan y compro en los casos en los que mi periferia profesional adquiere décimos. No sea que toque y me la den con queso. Lo del anuncio de la Lotería me la trae al pairo e ignoro si el dichoso calvo se ha ido a Estambul a hacerse un implante de pelo. Siempre quedará el pelo del “Pelusa” que ha dejado en luto permanente a una sociedad, la argentina, que sabe bien qué es jugar.

La lotería de Navidad se convierte todos los años en España en un momento taumatúrgico, siquiera sea puntual, que inunda de ilusión y esperanza a millones de jugadores. Ilusionados por poner fin al rito mortificante de su confinamiento enmascarado, sus deudas perennes y de aspirar a mejorar su bienestar individual en un momento en que los tambores anuncian calamidades y plagas universales.

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Este juego ha dado muchas vueltas en España desde 1763 (Foto: Unsplash)

La Lotería nació en España para ayudar a las maltrechas arcas públicas en el siglo XVIII

Paradójicamente, no habría Lotería si no fuera por la Hacienda Pública y por sus recurrentes dificultades para poder superar sus desequilibrios presupuestarios. Porque la lotería, ya se compre en una Administración de la Puerta del Sol o se obtenga en una oficina de un pueblo agraciado de Lleida, es una renta fiscal creada en 1763. Se hizo a través de un Real Decreto firmado por el Marqués de Esquilache. Su finalidad era la de allegar recursos financieros para el maltrecho Tesoro Público en un momento histórico en que no era posible recurrir al establecimiento de nuevas figuras y arbitrios impositivos, y en el que se produce también el abandono definitivo de la política monetaria como recurso fiscal.

En definitiva, al juego de la Lotería, replicado de la lotto napolitana, se llega como consecuencia de la necesidad de restablecer la estabilidad presupuestaria y de restringir la presión fiscal. Leer para creer, y para jugar y ganar. Pero no siempre la lotería ha sido precedida del famoso televisivo del galán sin pelo, ni siquiera ha tenido siempre la misma modalidad. Fue en 1811 cuando las Cortes de Cádiz aprobaron la nueva estructura bajo el formato de lotería de billetes, con un funcionamiento análogo al que conocemos ahora.

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La lotería tiene en España numerosas modalidades (Foto: Unsplash)

El juego de la lotería ha evolucionado mucho a lo largo de los años

El 4 de marzo de 1812, en plena rompiente constitucionalista, se celebró el primer sorteo de la Lotería Moderna. Nombre con el que el pueblo de Madrid bautizó del nuevo juego para diferenciarlo del anterior al que pasó a denominarse «lotería primitiva». Modalidad de lotería que tenía sus días contados, pues se extinguió en 1862. No en vano, el jugador en la lotería original debía llevar a cabo tres elecciones: los cinco números sobre los que debía apostar entre un total de noventa, la modalidad de la apuesta y la cantidad a apostar.

La dificultad de la técnica de la lotería provocó que surgieran varios tratadistas y manualistas cuyos trabajos intentaban buscar luz en el fárrago del juego. Incluyendo tablas que facilitaban los cálculos, descomponían comprensiblemente las posibles combinaciones de ambos y ternos y se alumbraba sobre los diferentes costes que representaban cada fórmula. La literatura sobre el arte de elegir los números era extraordinariamente variada en manos de los estafadores de la época. Pues podía consistir en métodos rudimentarios basados en las cartas de la baraja, hasta métodos más complejos e inverosímiles fundamentados en las cábalas y en la interpretación de los sueños.

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Una única bola es la más codiciada de todo el sorteo (Foto: Gtres)

El juego ha dado para infinidad de manuales

Gran parte de estas cábalas se podían adquirir en las propias Administraciones de Lotería. De modo que proporcionaban lucro tanto para los autores como para los propios expendedores del juego, pujando entre las diferentes oficinas por la venta de las mejores cábalas y, por ende, promoviendo mayores ingresos por venta directa.  Fue en 1844 cuando se publicó uno de los primeros manuales conocidos bajo el título «Novísimo arte de jugar la lotería. Colección completa de los mejores tratados sobre este juego». En él se incorporaban desde cábalas de enlace hasta un diccionario de esmorfias. Una vieja tradición napolitana en la que se asignan dos dígitos a un sueño. Por ejemplo, el agua es el 01, la escoba es el 06, las ratas son el 11, los dientes son el 12, el caballo es el 24, un cuchillo es el 41 o un pan es el 50. Falta la mascarilla.

Entre todas las cábalas conocidas de la época, y antes de que se dieran a conocer las obras de José Carrión (1858) y de Rutilio Bennincassa (1860), tuvo amplia repercusión la Cábala del Gitano Cabalista. Fue editada en Madrid en 1850 bajo el título «Misterios de la Lotería Primitiva o el Gitano Cabalista del siglo XIX». La aparente virtud del texto que proporcionó pingües beneficios al autor es que suministraba información «infalible» sobre los números que iban a resultar premiados en 1850 y 1851.

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El sorteo de Navidad supone el inicio de la Navidad para muchos españoles, sobre todo para los que resultan agraciados (Foto: Gtres)

Lotería y Navidad van de la mano desde hace décadas

El método utilizado por el Gitano Cabalista estaba basado en la «combinación triangular» y en la «jugada del diablo». Ambas a través del juego de las cartas. Dos eran las recomendaciones más conocidas del autor. Por un lado, advertía que una vez elegidos los números nunca debían desecharse y tampoco desechar los que se tuvieran en mente. Y de otra parte, recomendaba jugar la cantidad menor posible y siempre con prudencia para evitar los excesos. Que se lo aplique el Gobierno en los Presupuestos Generales del Estado.

Lotería y Navidad. Dos conceptos indisociablemente asociados en una realidad anegada por la ilusión, año a año, generación a generación. No en vano ya lo decía el maestro argentino Jorge Luis Borges en su relato «La lotería en Babilonia». Escrito en 1941, entre otros párrafos, empieza así: «Soy de un país vertiginoso donde la lotería es parte principal de la realidad: hasta el día de hoy, he pensado tan poco en ella como en la conducta de los dioses indescifrables en mi corazón». Del país de Boca. Del país de Caminito donde dejé parte de mi corazón. Del país de Osvaldo Soriano, el de Triste, solitario y final. Del país de Maradona. Como Chandler en El largo adiós: «Hasta la vista amigo. No le digo adiós. Se lo dije cuando tenía algún significado. Se lo dije cuando era triste, solitario y final». Hasta pronto, pibe, juega.

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