Los mejores deportistas de la historia… y sus excesos
¿Se puede ser héroe y villano a la vez? Deportistas tachados de locos bajo la teoría de que solo la locura lleva a la genialidad.
“Gasté la mayor parte de mi fortuna en coches, mujeres y alcohol; el resto, lo malgasté”. La frase, pronunciada por uno de los genios más grandes que ha dado el mundo del fútbol, George Best, define un estilo de vida, entre exceso y desenfreno, que les lleva a convertirse en la esencia del Bad Boys a personajes tan admirados como odiados.
Pero la figura del “quinto Beatle”, que así llamaban a Best, fallecido a los 59 años derrotado por su mala vida, es un ejemplo más de una lista interminable de ídolos del deporte, acostumbrados a marcar sus propias reglas y guiados por una especie de contracultura que lastran sus carreras y en la mayoría de los casos, terminan precipitadamente con ellas. Genios incontrolables, perseguidos por la polémica, en algún caso por su carácter, en otros por sus adicciones y que el deporte encumbró, para dejarles luego caer en el basurero de la historia.
Casos como el de Maradona, con un amplio historial plagado de escándalos con la droga y episodios violentos con las mujeres; Paul Gascoigne, con un extenso currículum de peleas, alcohol y vida nocturna; Cantoná, Vinnie Jones, Carmelo Anthony, Romario, el brasileño que no se cansaba de repetir que salir de juerga por las noches le hacía rendir mejor en los partidos, Rooney, Mike Tyson y un larguísimo etcétera de escándalos, drogas, alcohol y malos ejemplos, conforman la lista negra de ídolos descarriados.
En la actualidad los deportistas de élite son asesorados en materia de comportamiento e imagen, intentando canalizar su carácter y sus formas, dentro y fuera de las canchas; pero el espíritu indomable del Bad Boy (chico malo) les persigue; ese estigma que les hace ser especiales, pero que también les lleva a convertirse en su peor enemigo. No es una leyenda negra, es una realidad que les hace ser diferentes. Hoy en The Luxonomist les presentamos algunos de los deportistas más admirados y a la vez odiados en el mundo.
Nicholas Kyrgios es un tenista australiano, considerado como uno de los jugadores con mayor proyección a nivel mundial, un talento para todos, menos para sus rivales, que le consideran “un macarra, un delincuente y un inadaptado”. Se enfrenta a los aficionados, a los jueces, recogepelotas, periodistas, lanza exabruptos e improperios a sus rivales en la pista y se llega a reír de los errores de éstos.
Una causa perdida a quien la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) además de sancionar económicamente en múltiples ocasiones, le ha recomendado acuda a un especialista para ser tratado mentalmente, pero Kyrgios sigue en su cruzada contra el mundo, en la idea de, cuanto peor, mejor.
Bernard Tomic, otro tenista, nacido en Alemania, de ascendencia croata y nacionalidad australiana, lleva a gala ser uno de los deportistas más señalados en el mundo. En 2015 fue detenido en Miami por escándalo público y resistencia a la autoridad, tras organizar una fiesta con mujeres en un hotel; también fue detenido por pelearse desnudo en un jacuzzi y fue acusado de llevar a chicas menores de edad a fiestas, tras haberlas drogado.
A Tomic, que llegó a ser número 27 del mundo, se le ha relacionado con una trama de drogas y al ser preguntado por los periodistas por su prematura eliminación del último Open de Australia respondió: “Me voy a contar mis millones, vosotros soñáis con grandes coches y lujosas casas, yo, voy y me las compro”.
“Los diez motivos para odiar a Brady” titulaba la prensa estadounidense, horas después de que el quaterback de New England Patriots, sumara una muesca más en su espectacular palmarés deportivo. Y es que Tom Brady, cinco veces ganador del anillo de campeón de fútbol americano, casado con la súper modelo Gisele Bündchen, amigo íntimo de Donald Trump, y el jugador que más camisetas vende, es a la vez, por su carácter y comportamiento, el deportista más odiado en los Estados Unidos. Su figura genera tanta admiración como rechazo y entre touchdown y field goal, se vio implicado en una investigación por un presunto amaño del juego.
Hablar de niño malo en el fútbol actual es hablar de Mario Balotelli, el excéntrico delantero italiano se ha visto involucrado en infinidad de casos de peleas, detenciones en clubes de streaptease, incidentes de tráfico e incluso fotografiarse junto a miembros de la mafia italiana. Un bad boy en toda la extensión de la palabra, un caso perdido, en un deportista que, según sus entrenadores, lo tiene todo para triunfar, pero le falla la cabeza.
Y en el primer puesto del escalafón de deportistas malos en activo, el villano por excelencia, encontramos a uno de los boxeadores más grandes de la historia del deporte; campeón del mundo en cinco categorías distintas y uno de los atletas que más fama y dinero han ganado a lo largo de la historia, Floyd Mayweather. El boxeador estadounidense ha ido salpicando éxitos deportivos al mismo tiempo que escándalos en su vida.
Denunciado por su ex mujer e hijos por maltrato, llegó a estar 90 días en prisión, tras llegar a un acuerdo con la fiscalía que pedía 30 años de cárcel; fue suspendido varios meses del boxeo, cumpliendo arresto domiciliario y realizando trabajos comunitarios, por agresiones a siete mujeres. Maywheater llegó a los más alto en el deporte y a lo más bajo en la vida; odiado por todos, su público le abucheó al recoger el título mundial por su historial delictivo y su continuado maltrato a la mujer. Una vida absolutamente exagerada, en la que no han faltado desplantes y frases vejatorias, racistas y homofóbicas, entre bolsas multimillonarias y knockouts brutales.
Deportistas inadaptados, prisioneros de sus propias reglas y excentricidades, que no dejan indiferente a nadie; capaces de tocar la gloria con sus manos y al mismo tiempo chapotear en la más inmunda de las cloacas. Héroes y villanos. Es lo que tienen los malos, que en medio de la impudicia, siempre aparece el comodín de su lado romántico, que les hace especiales.