El día que Delibes escribió sobre la libertad

Sigue habiendo hombres que hacen de su conciencia y de su libertad de pensamiento un imperativo moral.

Mario Garcés. 29/07/2020
(Foto: Unsplash)

¿Se puede llegar a escribir a los setenta y ocho años de edad una novela titánica, perdurable y única, cuando nada había de demostrar ya su autor? ¿Puede llegarse a afirmar, como hace el autor, que una novela ambientada en el Valladolid del siglo XVI y cuyo protagonista, Cipriano Salcedo, reniega de la fe católica para abrazar el reformismo, y pasar a formar parte de un conventículo luterano para acabar muriendo en la hoguera, no es una novela histórica? ¿Puede afirmarse que su obra postrera es un canto a la libertad de conciencia, como Madera de héroe o Cinco horas con Mario?

A todas estas preguntas podría contestarse con una categórica afirmación: Miguel Delibes lo consiguió en 1998 con una obra sorprendente, una oda a la rebeldía, a la coherencia, no exenta de dogmatismo, y, por consiguiente, a la libertad. El hereje probablemente es una de las mejores obras escritas en castellano a finales del siglo XX.

Apostar por la libertad suele acarrear ciertos costes (Foto: Unsplash)

La libertad de pensar diferente al grupo

Si en Cinco horas con Mario, Menchu pronuncia uno de los mejores soliloquios jamás escrito a su difunto Mario, un enfrentamiento voraz entre la España clasista, la que estremece por su inmovilismo, la que encarna Menchu, y la otra España, la que escoge a riesgo de equivocarse, la que encarna Mario, en El hereje se proclama la libertad radical y el derecho a disentir y pensar como principio.

Cipriano Salcedo paga un coste alto por apostar decididamente por la libertad. Y en ello no hay nada diferente a lo que ha pasado siempre y pasa en la actualidad. El ejercicio de la libertad frente al dogma social, la conciencia ejercida individualmente frente a la resistencia brutal del imperativo irreflexivo del grupo, lleva al personaje, y a otros en igual situación de rebeldía, a la frustración o al ostracismo social. Cuando se elige ser diferente y tener simplemente el derecho de opinar, se está asumiendo sencillamente la frustración y la soledad.

Cuando se elige ser diferente y tener simplemente el derecho de opinar, se está asumiendo sencillamente la frustración y la soledad (Foto: Unsplash)

El peligro de ejercer la libertad de pensamiento

Cipriano Salcedo avanza hacia el cadalso, e intenta comprender a través de la razón el comportamiento de sus compañeros: «Pensó en el ejército de sombras que había cruzado por su vida y que fue desvaneciéndose conforme él creyó haber encontrado la fraternidad de la secta. Pero, ¿qué había quedado de aquella soñada hermandad? ¿Existía realmente la fraternidad en algún lugar del mundo? ¿Quién de entre tantos había seguido siendo su hermano en el momento de la tribulación?».

Pues bien, hoy no hay autos de fe con hogueras, pero sigue habiendo hombres que hacen de su conciencia y de su libertad de pensamiento un imperativo moral. No obstante, justo es reconocer que es un deporte de riesgo, habida cuenta de que acaba ganando en la mayor parte de las veces el servilismo y el desprecio moral por quien desafía el dogma dado del rebaño.

La crítica interna suele acompañarse de la expulsión del grupo político porque no es tolerable (Foto: Unsplash)

En política el pensamiento diferente se castiga

Esos hombres, fundamentalmente, en la política, sucumben con estrépito a la peor de las sanciones que existen ahora que es la exclusión. Por eso, apenas existen herejes modernos, que son rebeldes con causa, porque si te mueves de la foto, estás perdido. No hay amenaza de muerte ni tortura corporal, pero existe expulsión del grupo político porque no es tolerable la crítica. Las llamas del infierno o de la hoguera se convierten en nuestro tiempo en el repudio, en cualquiera de las formas que hoy en día puede tener.

Por eso, la delación se combina con el gregarismo y abomina de la conciencia libre, el peor pecado en un mundo de ideas constantes impuestas desde el poder constituido. En la lucha entre el poder y el saber, la humanidad ha avanzado cuando se ha impuesto esta última. La humanización se liga al conocimiento y la deshumanización al poder omnímodo o acrítico. A lo largo de mi carrera he conocido muchos casos de delación, de hechos inventados o no, por los propios compañeros de un partido y, posteriormente, si no era suficiente con la vejación de la delación, el escarnio público del delatado a través de campañas en medios de comunicación. Muerte civil y social. La intolerancia del poder acrítico frente a la autonomía del pensamiento. ¿Hasta cuándo?

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