“Hay en el perfume una fuerza de persuasión más fuerte que las palabras, el destello de las miradas, los sentimientos y la voluntad. La fuerza de persuasión del perfume no se puede contrarrestar, nos invade como el aire invade nuestros pulmones, nos llena, nos satura, no existe ningún remedio contra ella”. El ansia por atrapar los olores descrita por Patrick Süskind en su archiconocida novela El perfume subyace en la exquisita Colección 34 de Diptyque.
Precisamente en ese número, 34 boulevard Saint Germain, comienza la historia de la marca. La inagotable creatividad de la diseñadora de interiores Christiane Gautrot, el pintor Desmond Knox-Leet y el escenógrafo Yves Coueslant hicieron posible la aparición de un universo atípico y refinado entre las cuatro paredes de una tienda que abrió por primera vez sus puertas en 1961. El negocio, que comenzó con la venta de telas y papeles pintados, era una especie de bazar donde uno podía toparse con exóticos objetos traídos de viajes por todo el mundo e imposibles de encontrar en ninguna otra tienda de París; o perfumes ingleses, entonces apenas conocidos en Francia. Dos años después de su inauguración lanzaron su primera vela aromática y, casi al mismo tiempo que el Mayo francés, su primera fragancia, L’Eau, inspirada en una fórmula del siglo XVI.
Hace cuatro años, Myriam Badault, directora de desarrollo de Diptyque, y Oliver Pescheux, perfumista de Givaudan, conocieron a Roman Kaiser, de profesión “ladrón de olores”. Este científico es un maestro en apropiarse del perfume que respiramos cuando olemos directamente las flores -y que no se parece en nada al de los extractos de las plantas maceradas en disolvente- consiguiendo una réplica exacta de la naturaleza. Con motivo de su 50 aniversario, Diptyque le propuso capturar el olor del 34 boulevard Saint Germain para encerrarlo en un frasco.
Un reto nada fácil en el que se mezclan aromas e historias nada más atravesar el umbral: las diferentes aguas de colonia, vaporizadas una y mil veces para mostrárselas a los clientes; o la velas, liberadas de su tarro otras tantas para apreciar su sutileza. Las elegantes maderas de las estanterías o el viejo mostrador que antaño servía como caja.
El resultado es una fragancia difícil de clasificar, compuesta por cerca de cuarentas materias primas diferentes, en la que se reconocen matices de los clásicos de la casa: musgos húmedos, hojas de grosellas, hojas de higuera secadas al sol, especias de los mercados de Damasco, flores de jardín inglés, maderas y bálsamos, esencias exóticas… El jabón 34 boulevard Saint Germain de Diptyque tiene la forma del famoso óvalo de la etiqueta y el delicioso perfume unisex del resto de la colección. No sólo suaviza y nutre la piel; utilizado antes del agua de colonia, también sirve para revelar e intensificar su aroma. Su precio ronda los 30 €.
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