La verdad sobre el pelo de Meghan Markle y otras afroamericanas
Muchas mujeres de origen afroamericano se ven obligadas a llevar el pelo liso y ocultar el rizado natural para cumplir con unos cánones de belleza excluyentes en el mundo laboral.
El pelo de las mujeres importa y mucho. No sólo expresa nuestra identidad, sino que también dice mucho de si encajamos o no dentro de unos determinados cánones de belleza. El pelo de las mujeres negras en Estados Unidos, como también en muchos otros países del mundo, tiene su propia identidad. Parece una obviedad, pero no lo es. Su rizo crece hacia arriba fruto de su propia ondulación. Por este motivo parece que no crece si lo intentamos alisar. “El pelo africano o afroamericano es difícil de alisar y precisa de unos conocimientos específicos que entiendan sus características y los cuidados que necesitan”, nos dice Rafael Bueno, peluquero de Málaga. Meghan Markle y Kamala Harris saben bien lo que eso supone.
“Los cuidados de este tipo de pelo son distintos al de las melenas del resto del mundo. Para alisarlo hay que recurrir a productos muy agresivos que sí consiguen estirarlo, pero queda sin flexibilidad, rígido. Por eso, para conseguir el acabado deseado, se recurre a pelucas o extensiones”, asegura Bueno.
Cánones de belleza poco inclusivos
No encajar con algunos estereotipos de belleza es mucho más que una cuestión estética, también es política. Y en estos casos en los que las razones son étnicas pueden afectar a la identidad personal, a la propia aceptación. A eso se le añade que puede ser un impedimento de ascenso social. “La mayoría de las mujeres negras en Estados Unidos ocultan su pelo natural para no sentirse discriminadas en el trabajo. Llevarlo al natural puede suponer en una entrevista de trabajo no ser seleccionada, también ser despedida”, explica María José Llata, estilista en Santa Cruz de Bezana, Cantabria.
“En algunos estados hay leyes al respecto, porque al pelo africano se le atribuyen valores como que es difícil y poco profesional. Por eso Michelle Obama lo llevó liso durante los ocho años del mandato presidencial de su marido y empezó a llevarlo natural cuando abandonó la Casa Blanca. La discriminación llega a todas las esferas, incluso en mujeres referentes”, afirma María José Llata.
Kamala Harris o Meghan Markle deberían lucir pelo afroamericano
La opción que consigue emular el pelo de las mujeres blancas o europeas son las extensiones específicas para el pelo africano. Aunque también es la posibilidad más cara. Podría considerarse como un elemento más de discriminación. “Las extensiones que llevan las mujeres negras, y aquí incluimos a todas, sea cual sea su procedencia, son carísimas. Primero porque son de pelo liso negro natural, en su mayoría procedente de mujeres de la India. Para aplicarlas, se trenza el propio pelo y se cubre con una redecilla. A partir de aquí se comienzan a coser las extensiones, una tarea que ocupa mucho tiempo. Este servicio tiene un coste aproximado de 1000 dólares al mes, que muchas mujeres asumen para no perder el trabajo, para no sentirse discriminadas, así como para sentirse guapas”, afirma Raquel Saiz desde Torrelavega, en Cantabria.
Los modelos de belleza son construcciones culturales que si son excluyentes y causan dolor deben ser modificados. Sin embargo, a veces la discriminación está tan arraigada que se encuentra en el que mira como en el que es mirado. “Mujeres como Kamala Harris o Meghan Markle poseen una gran relevancia social, así como poder de influencia. Pero no lo utilizan con el cabello. Ocultan su pelo afro tras extensiones o pelucas, demostrando así su necesidad de encajar en la imagen que se tiene de quien está en el poder. Y en el fondo pierden la ocasión de reivindicar la verdadera belleza, la del ser y no la del aparentar. Jugar con la imagen me parece muy saludable, pero aquí estamos hablando de disimular tus orígenes”, asegura María José Llata.