Rebekah West Harkness, más conocida socialmente como Betty Harkness, falleció en junio de 1982 a los 69 años. Tras una vida repleta de lujos y opulencia, cuentan que su mala cabeza acabó con buena parte de sus ahorros. Ello no evitó que sus cenizas descansasen en el mausoleo familiar, en el interior de una urna diseñada por Salvador Dalí, valorada en un cuarto de millón de euros. Entre los rincones que habitó en vida se encuentra una propiedad de de ocho dormitorios y diez baños frente al mar. Una casa que ahora disfruta Taylor Swift.
Como reveló la cantante hace unos años a la revista Rolling Stone, la azarosa vida de Betty Harkness acabó inspirando su canción The Last Great American Dynasty.
Betty se casó cuatro veces y heredó la inmensa fortuna de uno de sus maridos. Concretamente del que que fuera hijo del fundador de Standard Oil, la petrolera estadounidense fundada en 1870. Tuvo tres hijos y en la década de los 60 su nombre se hizo muy popular entre la alta sociedad neoyorquina.
Entre otras cosas por la promoción de diversas acciones filantrópicas relacionadas con el arte y una de sus pasiones: el ballet. Lanzó su propia compañía (Ballet Harkness) y alrededor de ella creció una escuela y hasta un teatro en Nueva York.
En las fiestas que organizaba o a las que acudía rezumaba el ambiente rebelde, divertido y hasta desenfrenado que ella misma alentó en sus tiempos de juventud con sus amigas. Cuentan que más de un evento acababa con algún stripteases sobre las mesas.
Taylor Swift conoció la historia de Betty Harkness cuando se interesó por la casa que la millonaria tenía en Rhode Island. Una mansión de algo más de mil metros cuadrados valorada en unos 18 millones de dólares que acabó comprando en 2013.
Está ubicada frente al mar, posee 200 metros de playa privada y está a tiro de piedra del lujoso resort Ocean House, a diez minutos andando del faro de Watch Hill.
Una idílica y privada casa en la playa donde Taylor Swift pasa buena parte de su tiempo de descanso y donde son célebres sus fiestas del 4 de julio. En sus 21.000 metros cuadrados de terreno adyacente y en su piscina, ella y sus amigos han dado rienda suelta a celebraciones épicas, como ella misma ha compartido en sus redes sociales en los últimos años.
Gigi Hadid, Blake Lively, Bradley Cooper, Ryan Reynolds, los hermanos Jonas o Selena Gomez han disfrutado junto a la cantante de todo ello.
Una enorme mansión frente al mar que necesita mantenimiento y que Taylor Swift ha decidido reformar en algunos espacios. Un proyecto de reforma valorado en 1,7 millones de dólares, según consta en el permiso de obra. La remodelación que afectaría a la cocina e incluiría la construcción de algún que otro nuevo dormitorio y más baños.
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