#CloseTo Marilu Gutiérrez: «Por ser mujer tengo que decir las cosas más fuerte para que me escuchen»

Se ha convertido en una de las mejores productoras de cine de España gracias al esfuerzo y el trabajo bien hecho en un mundo de hombres.

Amalia Enríquez. 12/06/2018

En el mundo del cine hay gente que hace un trabajo callado, en la sombra, que resulta arriesgado, no siempre comprendido y cuyo fin no es otro que poner en activo los ingredientes necesarios para que un proyecto salga adelante. Son rostros anónimos en su mayoría, cuyo esfuerzo posibilita que otros sean muy conocidos. Marilu Gutiérrez es una productora puntera. Mano derecha de Santiago Segura en Bowfinger Producciones, lleva a sus espaldas películas que han hecho una taquilla considerable y que la posicionan entre los profesionales muy a tener en cuenta en el sector.

The Luxonomist: ¿Cuándo tienes la certeza de que gestionas bien? Porque al fin y al cabo, producir es gestionar…
Marilu Gutiérrez: Absolutamente. Yo estudié Empresariales, lo que me posibilitaba trabajar en cualquier empresa gestionando sus activos. Empiezo como cajero pagador/controler de coste, que es el que maneja el dinero, hace las transferencias y, al final, el que lleva el control del presupuesto.

TL: Entiendo que todo ese bagaje de conocimientos monetarios te ha servido para tu labor como productora…
MG: Muchísimo. Una película, al final, no deja de ser una empresa en la que tienes que tener en cuenta no solo el presupuesto, sino la liquidez, que es algo que la gente que no viene con esos conocimientos, muchas veces no valora. No es suficiente contar con un presupuesto, sino que hay que saber dar valor a la liquidez para que vaya coincidiendo en los inputs y en los pagos. La verdad es que me ha venido muy bien esa experiencia, sobre todo también en el tema de impuestos, que es algo que hay que tener también muy en cuenta en las películas.

Marilu Gutiérrez con Amalia Enríquez durante la entrevista

TL: ¿Cuántas cosas tienes que reorganizar en tu cabeza para sacar adelante una película?
MG: Un montón. Y en eso no se delega, es responsabilidad mía. Desde vender los derechos hasta conseguir el dinero para poder hacer la película porque, aunque los has vendido, no te los pagan hasta dos o tres años vista, así que necesitas el metálico para poder financiarla, lo que te lleva al banco y financiar los préstamos con él. Luego tienes que hacer una planificación con los pagos para que haya coordinación, elegir un equipo en el que los jefes de cada departamento no solo sean buenos, sino que se lleven bien. Al final, el productor también tiene una parte de recursos humanos.

TL: Y una buena dosis de psicología…
MG: Eso también, porque se crean crisis en los equipos y, a veces, hay que tomar decisiones drásticas que pueden ser dolorosas emocionalmente y que pueden afectar al desarrollo de la película.

TL: ¿Alguna vez te has arrepentido del camino elegido?
MG: Nunca, ni en los momentos más duros. Cuando estudié Empresariales no sabía dónde iba a terminar. En la universidad vi un cartel que ponía “si te gusta la contabilidad y el cine, manda tu CV a este número de fax”. Lo hice, me cogieron y me di cuenta de que eso es lo que quería hacer. No lo sabía, pero había acertado de pleno. Trabajar en lo que te gusta es el mayor privilegio que podemos tener.

TL: Y hacerlo en un mundo capitaneado por hombres es tarea complicada. ¿Sabías realmente dónde te metías?
MG: La verdad es que la producción es un mundo de hombres, pero yo no lo he vivido como tal. En mi cabeza nunca estuvo la distinción. Cantidad de veces he estado sentada en una mesa en la que todos eran hombres menos yo. Y otra cantidad he sufrido el “que se calle la niña”, pero lo he vivido de una forma natural y me he adaptado al medio. No he tenido esa conciencia de estar en un mundo de hombres hasta mucho después, hasta que llegué al techo de cristal. Ese es el momento en el que empiezas a destacar y te obvian. Y entonces te das cuenta de que, si un hombre hace lo que tú haces, estaría en todos los medios y le reconocerían su trabajo. Siendo una mujer tienes un techo de cristal. Desgraciadamente, existe y lo sufrimos.

En esta profesión, la gente enseguida te quiere enterrar (Imagen: rodaje de Torrente2)

TL: ¿Has tenido que cargarte de testosterona para navegar en este mundo de la producción?
MG: Sí, he tenido que aplicarme muchísima. A veces me dicen que soy muy mal hablada, que digo tacos y soy enérgica. Hago análisis de por qué lo hago y me doy cuenta de que tengo que decir las cosas de una manera más fuerte y contundente para que me escuchen. De hacerme caso ya ni hablamos. Al final, para conseguir eso, te sale la testosterona que necesitas.

TL: ¿Cómo te has hecho respetar?
MG: Trabajando muchísimo. Siendo la primera que llega a la oficina y la última que se va. Tomando decisiones, muchas veces equivocadas, pero siempre asumiendo las consecuencias. De lo que más se aprende es de los fracasos. He tenido la “suerte”, aunque me ha costado muchas lágrimas y tener que levantarme muchas noches embarazada para trabajar, de haber vivido una crisis bestial. En esos momentos es en los que te mides y activas un instinto de supervivencia que no todo el mundo consiguió superar. En nuestra productora pasamos de un ‘Torrente3’ boyante que había hecho 20 millones de euros y que teníamos mucho dinero en las cuentas, a estar en una situación en la que no teníamos liquidez y teníamos que hacer un ‘Torrente4’. Ahí conocimos nuestro aguante y capacidad de supervivencia.

TL: En tu profesión, como en la mía, siempre cotizas en función de tu último trabajo. Siempre estamos empezando de cero…
MG: Eso es verdad. Y pasamos por momentos muy desagradables que hay que saber afrontar. En esta profesión la gente enseguida te quiere enterrar. Después de un fracaso me han llamado para decirme “me han contado que habéis cerrado la productora, echado gente y que no vais a volver a producir nunca más”. Y te quedas con una sensación de desasosiego y decepción difícil de gestionar a veces. Siempre he luchado por sobrevivir.

Nosotros hacemos un tipo de cine que no es para todo el mundo y duele que te lo cuestionen. (Imagen: inicio del rodaje de ‘Ola de crímenes’)

MG: ¿Hay un factor envidia, quizás?
TL: Sin duda, siempre se ha dicho que es el deporte nacional. Cuando te va bien, siempre hay alguien esperando a que te caigas.

MG: Pero nunca lo hacemos, ni siquiera en la conciliación. No nos lo podemos permitir…
TL: Yo he conciliado hijos y trabajo sin ayuda y sin complejos. Durante muchos años de mi vida, me sentí una mala madre. La sociedad te deja marcada si no estás con tus hijos y apuestas por el trabajo. Si haces eso, eres una mala madre. Yo tengo un hijo de 25 años, otro de ocho y otro de seis. El mayor, que ya está independizado, me adora, me llama todos los días y es una excelente persona, muy simpático y todo el mundo me lo dice, así que no he debido hacerlo tan mal. Nunca me echó en cara las ausencias, pero odia mi mundo y no quiere saber nada de lo que me rodea, pero sabe que si a mí me paran ¡me muero!, por eso acepta que esa es mi vida. He conciliado con renuncias, estando menos con mis hijos pero dándoles calidad en el tiempo que compartimos. 

MG: Calidad y no cantidad…
TL: Eso es. He empezado a esquiar a los 42 años por mis hijos pequeños, por disfrutar con ellos de lo que más les gusta. Es el sacrifico que he hecho para compartir tiempo con ellos. Lo hago fatal, hago el ridículo y me caigo todo el rato, pero vivimos juntos esa experiencia.

MG: ¿Estás viviendo una maternidad diferente con los pequeños?
TL: Yo no quería tener un hijo único, porque vi lo que pasó el mayor cuando lo fue, así que quise tener otros dos y que se llevaran veinte meses. Y es lo que tengo. En esta segunda etapa de la maternidad me veo menos exigente con ellos y posiblemente lo esté haciendo mucho, porque relativizo mucho más las cosas. Mi hijo mayor se llevaba todas las broncas y ahora me dice que soy muy blanda con los pequeños. Antes era rígida y ahora consentidora.

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MG: ¿Cuándo aparece Santiago Segura en tu vida?
TL: En 1999 ¡el siglo pasado! (risas). Yo empecé trabajando para él llevándole los impuestos y la contabilidad de ‘Amiguetes’, cuando todavía no había producido ‘Torrente2’, en la que ya fui la supervisora de producción y me encargué del control de costes de la película. Desde ese momento, ya no nos hemos separado. Somos pareja de hecho profesional, las medias naranjas perfectas. Él es el creativo y yo la de las cuentas.

MG: ¿Discutís mucho?
TL: La verdad es que no. Nos conocemos muy bien y, aunque a veces no tenemos el mismo criterio, nos respetamos bastante en las decisiones que cada uno debe de tomar. Con la mirada nos conocemos. Estamos en una reunión y solo con escuchar cómo dice una cosa, ya sé cómo está… o él me oye a mí y, depende de cómo o qué diga, ya sabe si estoy torcida.

TL: ¿Te imaginas viviendo al margen de esta profesión?
MG: A veces, cuando estás decepcionada (porque es un sector en el que te decepciona mucho la gente), percibes la envidia que hablamos antes o la mala leche que algunos compañeros de trabajo proyectan sin respetar tu trabajo. En esos momentos pienso ¡me voy a la empresa familiar y dejo esto! Mi familia tiene negocios de espárragos…

TL: O sea, que te vas a freír espárragos…
MG: No sé si a freírlos o venderlos por Alemania o a Francia (risas). Sé que saldría adelante también y me emocionaría ese trabajo, porque pongo siempre mucha pasión en todo lo que hago y sé que conseguiría que me gustara. Soy como las tormentas de verano, cuando se me pasa la decepción con la gente del sector, disfruto de esto como el primer día.

TL: ¿Te sientes respetada?
MG: Depende de la gente con la que me encuentre en el camino. Nosotros hacemos un tipo de cine que no es para todo el mundo y duele que te lo cuestionen. Yo lo que pido a los demás es el mismo respeto que nosotros les mostramos a ellos con su trabajo. Cuando consiga eso, me sentiré respetada, valorada y en el sitio que me corresponde.

TL: ¿Producirías una película que no te gusta?
MG:Yo me enamoro de todas las películas que hago, me meto en el proyecto y son como mis hijos. Los hay más guapos o más feos, más altos o más bajos… pero me enamoro de todos. Es la única manera de vender una película y también de no mentir. Hay proyectos que no hemos hecho, porque no aceptamos todo lo que nos llega pero, cuando me meto en un proyecto, es porque soy capaz de enamorarme. Ha habido películas muy difíciles de levantar, que luego nos han dado grandes sorpresas, y luego están los “Torrentes”, que hemos intentado hacerlos distintos, y también te hacen sentir muy orgullosa. Ahora acabamos de estrenar “Animal” en Argentina y va la segunda en el ranking, nos esperan los estrenos de “El jefe”, “¡Qué te juegas!”, “Ola de crímenes”, “No dormirás”…

TL: ¿Cómo gestionas la crítica y el halago?
MG: Lo llevo super bien. Cuando me critican, entiendo que no le gustas a todo el mundo y el halago lo pongo en su justa medida. Ambas cosas me parecen opiniones y me parecen respetables, pero hay veces que tanto un halago como una crítica puede tener una connotación personal que va más allá de la censura profesional, y ahí es donde no lo encajo bien.

TL: ¿Cómo fue ese momento en el que viste por primera vez tu nombre en la pantalla?
MG: Lo recuerdo perfectamente. Fue en ‘Torrente2’, en los primeros créditos de cabecera. La ilusión fue bestial, no por mí, sino por mis padres y por mi familia. Ellos no sabían bien lo que hacía. Pensaban “mi hija ha hecho empresariales y ahora está en el cine”. Les costaba encajarlo. Al ver mi nombre ¡imagínate!, ilusión y orgullo.

TL: ¿Hay una película que te hubiera gustado que fuera tuya?
MG: Sin duda alguna ‘Un monstruo viene a verme‘ de J.A. Bayona o ‘Tadeo Jones’ de animación, porque es un terreno que quiero explorar.

TL: ¿Qué pensaría de ti la Marilu niña?
MG: De pequeña, escribía un diario a la María Luisa mayor que, por cierto, lo estoy buscando como una loca y no lo encuentro. Eran cartas que me escribía a mí misma. Del recuerdo que tengo de lo que escribía, sí sé que adonde he llegado se acerca bastante a lo que pensaba, porque me veía con personalidades importantes, con gente famosa. Y los sueños, a veces, se cumplen.

*Localización: Bowfinger Producciones. *Próxima semana: Roberto Torretta. 

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