Hay instantes que merecen siempre la pena. Alcanzar ese momento cumbre en el que recoges todo lo sembrado, no es siempre el privilegio de muchos. Cuando consigues esa hazaña, la celebración alcanza unos decibelios difíciles de controlar. Gerónimo Rauch, un argentino que ama y vive en nuestro país, lleva un tiempo celebrando con éxito la intensidad de su esfuerzo. El próximo día 24 de abril presenta, en el teatro Rialto de Madrid, ‘De Broadway a Hollywood’, un paseo por todos los musicales que ha protagonizado y que le han posicionado en el reconocimiento de la profesión.
The Luxonomist: ¡Cuántas cosas han pasado en ese trayecto!
Gerónimo Rauch: (risas) Han ocurrido muchas cosas y también han pasado muchos nombres. En 2014 empecé mi primer show como solista, salí sin máscara digamos, sin personajes.
TL: Que, en el fondo, era el sueño de tu vida…
GR: Sí, es verdad. Quería salirme un poco de los musicales, quitarme los personajes y empezar a salir yo al escenario, sin más artificios. Hice una prueba piloto en Argentina, que se llamó ‘Entre miserables y fantasmas’. Resultó una maravillosa experiencia, con un título fabuloso, pero nos limitaba un poco la temática. Luego ya vino la presentación de mi primer disco y la posibilidad de un gran concierto en mi país, en el Colón de BsAs, y me pedían un show nuevo. Presentamos ‘Somebook’, que la traducción venía a ser “repertorio”, con mi repertorio de toda la vida, con las canciones que siempre quise cantar y con algunas que nunca había cantado en público, pero que tenía ganas de presentarlas. Fue un éxito total.
TL: ¿La aventura de la música es algo que sientes desde niño?
GR: La verdad es que no. El bichito se había despertado en un momento de la niñez, pero la pasión se despertó del todo escuchando ‘Bohemian Rhapsody’. No sabía lo que me estaba pasando en el cuerpo, en el alma. Tenía solo ocho años. Recuerdo el momento en el que estábamos en el coche de mi padre, de vacaciones en Salta (norte de Argentina), cantando toda la familia esa canción. Ese fue mi despertar, una necesidad de expresarme. Después, reprimí ese impulso mucho tiempo por bullying en el cole, hasta que tuve la edad suficiente para darme cuenta de que ya no me importaba lo que dijeran los demás y que estaba dispuesto a seguir con mi camino. Empecé un proceso del que, por el bullying, salí fortalecido.
TL: Es doloroso esto que me cuentas.
GR: Yo iba a un colegio de hombres, donde se jugaba al rugby y a deportes “muy de machos”. Yo era como un ‘Billy Elliot‘ pero con la canción. Empecé a estudiar canto a los 16 años por una necesidad de desbloquear, de darme brío, de cantar con el alma, de sentir. Un día tuvimos que cantar en clase, uno por uno, y cuando me tocó a mí, tenía una voz muy finita, casi con registro de mujer porque aún no me había cambiado. Al oírme, todos se rieron y se burlaron. Para quien no quiere cantar profesionalmente, esas risas no influyen para nada, pero a mí me marcaron para toda la vida.
TL: ¡Qué dirán ahora!
GR: Mis actuales amigos son los que me hicieron bullying en el colegio. Nunca supieron que a los 8 años me hicieron tanto daño. Alguna vez lo he verbalizado con ellos, pero ni se acuerdan. Ahora, a sus cuarenta años, no les puedo reprochar eso. Curiosamente, cuando empecé a cantar en serio, fueron los primeros que me apoyaron. A los diecisiete años empecé a disfrutar de verdad cantando porque, hasta ese momento, todo era un trauma y, a los veintidós, ya comenzó mi carrera profesional.
TL: ¿Disgusto en casa cuando dices que el escenario es lo tuyo?
GR: ¡Qué va, todo lo contrario! Me obligaron ellos. Mis padres me escucharon un día cantar en la ducha. A mí me gustaba quedarme solo en casa para aprovechar para cantar. No iba a las reuniones familiares para poder estar solo y un día volvieron antes a casa, yo estaba cantando mientras me duchaba, me oyeron y dijeron: “¡Tienes que prepararte para cantar!” Y eso cambió mi vida.
TL: ¿Nunca ha habido un atisbo de arrepentimiento?
GR: Jamás. Fui a la universidad, hice tres años de publicidad mientras trabajaba de administrativo… pero era muy infeliz trabajando en eso.
TL: Con la disciplina que exige una profesión como la tuya, ¿tienes la sensación de haberte perdido etapas de diversión en la adolescencia?
GR: Hice todo, me dio tiempo a vivir lo que quería de cada momento. En Argentina, en mi época, no era nada fácil dedicarte a esto, tenías que tener otro trabajo. Incluso hoy en día, los cantantes/artistas en general tienen la estabilidad en otro lado para poder vivir. Todos teníamos tiempo para otros trabajos y para divertirnos también (risas).
TL: ¿Cuál fue tu punto de inflexión, ese definitivo que te invita a luchar?
GR: Hubo un momento, cantando una canción, en el que dije ¡me quiero dedicar a esto toda la vida! Fue cantando ‘Sueña’ de Luis Miguel (canción de ‘El jorobado de Notre Dame’). Al escucharla por primera vez entré en un estado…. no sé explicarlo… fue como un canal de expresión, trance o meditación… Probablemente, esa fue la droga más adictiva que probé en mi vida. En ese momento supe que eso era lo que yo necesitaba repetir, repetir y repetir. Quería subirme al escenario para volver a vivir y experimentar esa sensación, que es muy fuerte. Gracias a Dios, fui coherente en la vida y aquí estoy.
TL: Es coherencia, pero también trabajo y esfuerzo. ¿Eres de los que cree en la casualidad o la causalidad de las cosas?
GR: Yo le llamo magia y es en lo que creo. Cuando suceden efectos en cadena, son el resultado de esa magia. Cuando Miquel Fernández renunció a ‘Jesucristo Superstar’, me dio la oportunidad de mi vida. Si no ocurriese esa renuncia, nunca habría venido a trabajar a España, no habría conocido a mi mujer, nunca habría hecho la carrera que hice gracias a este país y al Reino Unido. Desde Argentina, todo está muy lejos. Venir acá me generó la mejor transformación de mi vida.
TL: Si te hubieras quedado en Argentina, ¿tu vida habría sido distinta?
GR: Sin duda alguna. Estaba pensando en dejar la carrera antes de venirme a España. No sé por qué, había algo en mi interior, una corazonada tal vez, que me decía “sigue para adelante”, no pierdas en tiempo en negatividad, manda la energía para otro lado. Yo soy mucho de creer, de visualizar lo que te va a venir e, incluso, intuir lo que te va a suceder.
TL: ¿Fuiste siempre el primero en confiar en ti y creer en tus posibilidades?
GR: Confiaba en que se iba a dar el momento en el que tenía que estar listo para demostrar lo que podía hacer. Estaba esperando ese momento, esa prueba. Y así fue. Me llamaron de un día para otro, hice mi equipaje, dejé mi país y aquí empezó todo. Sabía internamente que el papel de Jesucristo en el musical era mío.
TL: ¿Recuerdas ese primer día en el que ves tu nombre en el cartel?
GR: No (risas), te lo juro. No lo recuerdo. El único momento que me quedó marcado esto que me dices, fue en Londres con ‘El fantasma de la ópera’. Ese día fue el que dije “wow, está mi nombre acá”. Ya sabes que allí ponen tu nombre en la puerta del teatro. Y ahí sí sentí emoción.
TL: ¿Fue la primera vez que te sentiste reconocido, importante?
GR: Importantes somos todos. Yo creo que esa fue la primera vez que me sentí… no sé, yo estoy muy agradecido con todo lo que me ha pasado, pero ese momento fue como la palmadita que se da uno en la espalda y se dice: “Estás haciendo las cosas bien, lo has conseguido”.
TL: ¿Cómo fue esa llamada para ir a Londres? El primer latino de la historia protagonista de un musical en el West End…
GR: Londres fue la consecuencia del éxito en Madrid, de las visualizaciones vividas acá. Cuando estaba haciendo ‘Jesucristo Superstar’ (2008), me llamaron de Londres para hacer ‘Los miserables’. Fui, audicioné y conocí a todo el equipo. Estaba muy flaquito por el personaje de Jesucristo y era muy joven (tenía 29 años) para Valjean, que era el personaje para el que me querían. No era el momento, pero mi nombre se quedó en el ambiente. En 2010 me dan ese personaje en la producción de Madrid y, un año después, ya me dicen que quieren que audicione para interpretarlo en Londres. Me voy y entra en West End en mi vida. Tras ‘Los miserables’ vinieron dos años en ‘El fantasma de la ópera’.
TL: ¿Ese fue el más difícil todavía?
GR: No, artísticamente es más devastador Jean Valjean, mil veces más. El personaje del fantasma lo que tiene es una gran intensidad. Ten en cuenta que yo salgo a escena ya avanzado el musical, cuando todos están ya en lo alto, y tengo que entrar con una energía avasallante. Eso requiere una preparación y un entrenamiento constante. Si no gestionas bien esa energía ¡la perdés, se te va! Por la contra, Valjean está dos horas y media arriba del escenario. Y eso requiere mucha intensidad.
TL: ¿Es tu personaje fetiche?
GR: Seguramente sí, el que nunca voy a olvidar. Me dio mucha repercusión acá y me abrió las puertas en el exterior. Para mí, ‘Los miserables’ es la obra que marcó mi carrera, que me cambió la vida. Fue mi primer trabajo profesional en Argentina, el que me afianza/consolida una carrera en España y el que me cambia la vida en Londres.
TL: ¿El mejor recuerdo que tienes de esa etapa inglesa?
GR: El nacimiento de mi hijo. Mi mujer se vino conmigo y dio a luz en un hospital público de allá. Fue una heroína que renunció a todo acá, a su médico incluido, por estar conmigo. Profesionalmente, Londres me ha hecho conseguir lo que soñaba. Espero poder contarles a mis nietos que logré lo que quería en la vida. Gracias a que te animás a soñar y cumplir objetivos, te animas a más, no dejas de aspirar. De allí me llevo la sensación de “qué lindo lo he vivido”. Fue una etapa muy bonita.
TL: ¿Ni en el mejor de tus sueños imaginaste esto?
GR: Soy soñador, super soñador, pero nunca imaginé todo lo que la vida me ha dado. Sin embargo, lo primero es que no solo hay que soñar y, lo segundo, es que yo soy un tipo que sueña pequeño al principio y luego me animo a soñar más alto. Soñé con hacer musicales, pero nunca con ser el protagonista de uno en el West End. Cuando eso ocurre, te das cuenta de que puedes soñar con algo más grande y más bonito. Y eso es lo bueno de soñar. También te digo que no se puede soñar en un sofá, hay que hacerlo materializando cosas.
TL: ¿Qué renuncias se han quedado en el camino?
GR: Vivir lejos de mi familia, que es algo durísimo. Ahora, por suerte, estoy viajando mucho a Argentina pero dejo a mi mujer y a mi hijo acá, lo que es también doloroso. Nunca voy a estar 100% satisfecho. Estar lejos de mi país y de todo lo que pasa también duele, pero yo también me siento español en cierta parte. Para mí, España es mi lugar en el mundo. Madrid, mi mujer y mi hijo. Después de vivir en muchas ciudades, éste es el lugar en el que quiero morir.
TL: ¿Qué música escucha un músico?
GR: (risas)¡Que linda pregunta!¡Puufff! Yo soy un poco vintage para escuchar música y muy británico. Para mí, las bandas de rock británico son lo mejor que nos ha dado el mundo. Me gusta la música clásica: Queen, The Beatles, Pink Floyd, Led Zeppelin y, después, hay una camada nueva de voces maravillosas, como Ed Sheeran, que me parece un genio.
TL: Tienes un buen hilo musical para un domingo perfecto…
GR: (risas) Yo soy muy familiero y me gusta estar en casa con mi mujer y mi hijo, pero no pongo música de fondo mientras hago otras cosas. Para escuchar música, me detengo. Si estoy con gente, la música de fondo me molesta porque no te puedo seguir la conversación, ya que me voy a ella. Tengo música en mi cabeza todo el tiempo y me ausento con facilidad. En mis clases de yoga, a veces, me quedo ausente y la profesora me pregunta “¿dónde estás?” (risas) El yoga ayuda a que no te pase eso, pero todavía no lo consigo totalmente.
TL:¿Qué te hace diferente?
GR: ¡Qué cosas me preguntás! (risas) Supongo que mi voz, es mi rasgo identificativo. Es la herramienta que me abrió las puertas y que me ha marcado el camino. Siempre que fui en contra de mi voz, no funcionó. Creo que es muy sincera. Yo no miento al cantar, no puedo. Cerrá los ojos y después miráme.
TL: Cierra los ojos tú ahora y vuelve la vista atrás a ese niño que no tenía la voz formada. ¿Qué pensaría del hombre que eres ahora?
GR: Yo creo que estaría muy contento, muy contento. El hombre en el que me he convertido le diría al niño “¡anímate antes!” (risas). Estoy muy conectado aún a ese niño que tiene ilusión. Yo soy un tipo muy agradecido cuando ocurren cosas mágicas y es ese niño el que está diciendo “¡gracias!”.
*Localización: Only You hotels. *Próxima semana: Chino Darín.
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