Donald Trump ha llegado a la Casa Blanca por segunda vez y con él, su consabido “show”. Todo lo que hace o dice el nuevo presidente suscita comentarios y memes; y por supuesto no iba a ser menos su subida al poder. De hecho el “no beso” entre Donald y Melania Trump fue uno de los momentos más comentados de la jornada.
Ocurrió durante la ceremonia de investidura. Nada más entrar Donald Trump en el hemiciclo, intentó dar un tímido beso en la mejilla a su esposa, pero el amplio sombrero de ala ancha que ella llevaba impidió el gesto, resultando en un beso casi fallido.
El sombrero en cuestión, de color azul marino con una banda blanca, es un diseño de Eric Javits. Un complemento que cubría gran parte del rostro de Melania incluidos sus ojos, lo que impidió a los fotógrafos captar su mirada la mayor parte del tiempo.
Una decisión que destaca cómo un simple accesorio puede influir en la percepción pública de figuras políticas de alto perfil.
La anécdota del beso se suma a otros momentos públicos entre Donald y Melania Trump que han sido objeto de análisis y que cuestionan la naturaleza de su relación, o su “no relación”. Los gestos entre la pareja presidencial han hecho correr ríos de tinta, especialmente los vividos durante sus dos investiduras.
El beso que se dieron en 2017 fue calificado de “formal pero distante”. Aquel día de enero Donald Trump besó a Melania frente a las cámaras en un gesto aparentemente afectuoso que fue percibido como algo mecánico y formal, más que una muestra genuina de cariño.
Cuando él se giró para besarla en el escenario, algunos notaron que ella mantenía una expresión neutral o incluso incómoda. Melania sonrió mientras él la miraba, pero su expresión cambió rápidamente a una más seria una vez que Trump volvió la cabeza.
En otros eventos oficiales, los besos entre Trump y Melania a menudo han sido analizados como un reflejo de su relación. En los momentos más formales estos suelen ser rápidos y ceremoniales, típicos de una pareja presidencial durante actos públicos.
Sin embargo, si comparamos estos gestos con los de otras parejas presidenciales, los Trump destacan por su frialdad. Los Obama, por ejemplo, siempre han mostrado una gran efusividad en sus abrazos o besos públicos; igual que la que demostró ayer el vicepresidente James David Vince con su mujer tras jurar el cargo.
Con todo, la relación entre Donald y Melania ha sido objeto de escrutinio constante. Aunque muchas de estas percepciones son especulativas, los besos y gestos públicos entre ellos han sido interpretados como símbolos de una relación más pragmática que romántica.
Aun así, los amigos y defensores de la pareja argumentan que simplemente tienen un estilo más reservado. No sabemos si el amor está en el aire para los Trump. Lo que sí sabemos es que el sombrero de Melania fue su mejor aliado para esquivar el “primer beso” presidencial.
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