Château Rayas 2007, Blanc Réservé. Châteauneuf-du-Pape AC. Ródano Sur (Francia). La 2007 es una de las mejores añadas de este gran blanco de guarda. Un vino de justa fama mundial por ser tan potente como amable, tan impactante como poco estridente. Un blanco de puro carácter mediterráneo elaborado por un productor de enorme mérito. Este Rayas tiene mucha, mucha vida por delante, si bien son escasas las botellas que llegan a viejas… (Texto de Ignacio Peyró y Jesús Rocamora).
Y aquí aparece el personaje que cambió el destino de Rayas: su hijo Louis, que desdeñaba la caza y se dedicó a tiempo completo a conseguir un buen vino. Fue un personaje inquieto y peculiar. Así, una característica de la actual finca Ch. Rayas es su suelo: arenoso. No tiene los típicos galets, esos enormes cantos rodados que suelen cubrir los suelos de los viñedos en Châteauneuf: fue Louis quien los quitó, ¡a mano!, porque aseguraba que perjudicaban la buena maduración de sus uvas. Decía: «suelo fino, vino fino».
De las 13 variedades autorizadas en la AOC, plantó sólo Garnacha. Pero no paraba. En 1920, se lanzó a embotellar y a comercializar. Más tarde compró el Domaine des Tours y el Château de Fonsalette. Lo de Château, aplicado al Rayas, se lo sacó Louis de la manga, porque le sonaba bien. En Rayas no hay ni atisbos de Château. Es más, la sede material de la bodega es y ha sido siempre un célebre desastre, que a muchos haría dudar de que de allí pueda salir algún vino bebible. Incluso durante una temporada llamó al Rayas “1er Cru” – que no existe en la AOC- porque le sonaba bien.
Louis murió en 1978 y desde ahí correspondió a su hijo Jacques hacerse con el mando. Él también cuenta con un copioso anecdotario. Por ejemplo, no dejó entrar a Robert Parker en su bodega porque llegó tarde a la cita. Otra vez, le llamaron por teléfono para conseguir unas botellas. Respondió: «Mire, todavía no he comido y así soy incapaz de pensar. Llámeme después de comer y hablaremos”. En otra ocasión, un amigo visitó la bodega. Jacques le dio unas botellas sin etiquetar: acto seguido, le alcanzó las etiquetas y le dijo: «Toma, pégalas tú».
Murió en el 97 y es aquí cuando aparecen su hermana Françoise y su sobrino Emmanuel. Ellos son actualmente los guardianes del secreto de estos vinos: mezcla de leyenda, mito y obra de arte. Nadie es capaz de saber qué pasa dentro de la bodega, porque una de las características de los Reynaud es su rebeldía respecto de las normas y la burocracia de la AOC. Por ejemplo, no descalifican el 5% de la uva, como manda la Denominación. Y si un poco de vino de una buena añada puede mejorar el vino de una vendimia peor, lo añaden con toda paz. Su filosofía es muy elemental: «Si algo es bueno para el vino, lo hacemos». Con la fama que tienen sus vinos, a ver quién se atreve a regañarles.
La finca actual tiene 11,8 ha de Garnacha tinta y 1,8 ha de uva blanca: mitad Clairette y mitad Garnacha Blanca. Los rendimientos son mínimos: de 15 a 18 Hl/ha. Suelen dejar que la uva madure mucho. La orientación norte de sus tierras consigue una maduración de las uvas más lenta, larga y suave. El bosque que rodea sus viñas le confiere un microclima muy particular. Los suelos son de arcilla fina, calcáreos y arenosos, pero sin los habituales cantos rodados de la zona, que –como se ha dicho- se quitaron a mano.
La producción media anual de Rayas es muy pequeña: unas 30.000 botellas. Pero este dato, como tantas otras cosas de la bodega, es confuso. Además de la falta de transparencia, últimamente la crítica ha señalado un nuevo problema: su irregularidad. Hay añadas excelentes y otras bastante mediocres. Los precios, en cambio, sí son constantes: siempre muy elevados. Esa irregularidad es mayor en los blancos que en los tintos. La segunda marca, Château Pignan, es más constante; no lo elabora todas las añadas.
Y la tercera, Fonsalette (Côtes-du-Rhône), tiene un espléndido tinto (100% Syrah) y un blanco muy inconstante –lo que implica que a veces es una maravilla. Tanto Pignan como Fonsalette han conocido, en los últimos años, enormes subidas de precio, si bien hay que puntualizar que antes eran una ganga, sobre todo el Fonsalette. En cuanto a la cuarta marca, el Pialade (Côtes du Rhône también) está bastante bien, sin la ambición de las anteriores. La familia posee otra bodega, que hace un tinto maravilloso a buen precio: Château des Tours, en Vacqueyras. Su tinto de Garnacha (80%) y Syrah (20%), a unos 20 E, es más que recomendable.
Precata
Cata
PVP. Esta botella costó, rebajada, 89 € en Lavinia, en febrero de 2012. Sin rebajar eran 105 €. Actualmente, en febrero de 2015, se puede adquirir en La Tintorería a 139,90 €.
Calificación. 9,3/10.
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