Para muchos de nosotros, comer insectos es algo así como una odisea propia de situaciones límite (incluido ganar algún programa de televisión). Pero cada vez hay más cocineros, científicos y consumidores de alimentos conscientes del medio ambiente y que aseguran que los insectos comestibles son el futuro de la gastronomía. Los insectos son (dicen los que saben) una fuente sostenible de proteína en muchas culturas, incluyendo la mexicana.
Efectivamente, no solo en China se comen insectos. En México también. De hecho son una parte importante de la herencia culinaria. Resulta que los bichos eran parte fundamental de la dieta de los aztecas, que se nutrían de decenas de diferentes tipos de insectos y sus larvas, de saltamontes y de escorpiones.
Cinco siglos después, comer bichos está de moda. Uno de los chefs mexicanos más célebres, Enrique Olvera, se ha convertido en su mejor embajador. Hoy en día hay alrededor de 550 especies de insectos comestibles catalogados en México. Os presentamos algunos de los platos de insectos más comunes y dónde comerlos (si te quedan ganas) en Ciudad de México.
Escamoles (larvas de hormiga). Se asemejan a las pequeñas judías blancas y su sabor recuerda ligeramente a la nuez. Su precio supera los 800 pesos/kilo en el Mercado Gourmet de San Juan, una visita obligada para cualquier amante de la comida de visitar la Ciudad de México. Este ‘caviar mexicano’ se puede degustar en dosis mas pequeñas en el restaurante Limosneros, en donde lo combinan con epazote, frijoles ayocote y humo de canela. La temporada del escamol comienza en marzo.
Chapulines (saltamontes). Se trata de elemento básico de la cocina oaxaqueña. Los chapulines se fríen y se sazonan con sal, limón y chile. Son un plato principal, tienen sabor a tierra y se acompañan con un buen trago de mezcal en la taberna La Clandestina. Los expertos recomiendan llevar un espejo de bolsillo, porque parece que las patas se quedan metidas entre los dientes.
Hormigas. Sin duda, las mejores de América Latina se comen en el archifamoso restaurante de Polanco, Pujol. Es reconocido mundialmente por recuperar recetas olvidadas del pasado indígena de México. En su menú degustación de varios platos se pueden probar un fascinante plato a partir de mini mazorcas de maíz mojado en una mayonesa de hormigas-café.
Como postre, ofrecen una especie de bombones de chocolate con leche cubierto con una ligera salsa de miel de hormiga ‘mielera’, una pequeña hormiga con una gran barriga que está llena de líquido dulce similar a la miel.
Gusanos de Maguey. Es normal verlos en el fondo de las botellas de algunas de las marcas mas conocidas de tequila o mezcal. Estos gusanos, según los expertos, son todo un manjar repleto de proteínas. Sobre su sabor, quienes lo han probado dicen que sabe a cualquier cosa desde patatas fritas a chicharrón. Estos gusanos son típicos en el Restaurante Tlacoytitlán, especializado en platos tradicionales como los astlacoyos (gruesas, tortillas de forma ovalada, rellenas de varios ingredientes), sopes y quesadillas adornadas con diferentes insectos comestibles.
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