De arte y de lujo
La visita al Museo Lázaro Galdiano de Madrid sirve de punto de partida para una reflexión sobre las relaciones entre arte y lujo de la mano del Instituto de Empresa.
En el marco la X edición del Programa de Dirección y Gestión Estratégica del Universo del Lujo del IE (Instituto de Empresa), tuvo lugar el 19 de febrero una jornada de reflexión sobre el arte y su relación con el universo del lujo. Iniciada con una visita guiada al palacete que alberga al Museo Lázaro Galdiano, el día culminó con una interesante mesa redonda en la que participaron destacadas personalidades del mundo del arte, la gestión cultural y la industria del lujo.
Fue sin duda un acierto de Susana Campuzano, directora del programa, comenzar en la que fuera residencia de José Lázaro Galdiano, hombre de fortuna, empresario, editor, mecenas y marchante de arte que vivió a caballo de los siglos XIX y XX y que representa como prácticamente ninguna personalidad de la historia contemporánea de España, la alianza entre la pasión por el arte y la devoción por el lujo más refinado.
Este palacete de principios del siglo XX, situado en la calle Serrano, fue concebido para albergar su heterogénea y extensa colección (pintura, escultura, orfebrería, muebles, cristalería, cerámica, libros e incunables de gran valor en su biblioteca), que hoy forma la base del museo que lleva el nombre de Galdiano.
De ese espacio que fue en su día un lugar privilegiado de encuentro de la alta sociedad madrileña y cuya lujosa y recargada decoración fue testigo de tertulias literarias, musicales y de opulentas fiestas y encuentros, se pasó a la cercana sede del Instituto de Empresa. Allí, diversas personalidades partieron del ejemplo de Galdiano para detallar desde puntos de vista muy variados las relaciones que entre el lujo y el arte han sido, son y serán.
Así, Juan J. Luna, conservador del Museo del Prado y jefe del departamento de pintura francesa, inglesa y alemana, y pinturas del siglo XVIII, evocó en su intervención cómo la riqueza, el poder y el gusto por el lujo y la belleza llevaron a Pedro el Grande en el siglo XVII a levantar, donde nunca había habido asentamiento humano alguno, una nueva ciudad moderna que abriera Rusia a Europa, propiciando la llegada de ingenieros, arquitectos y artistas de toda Europa para la construcción de este gran proyecto. Así nació San Petersburgo, que es hoy ejemplo de ciudad artística y que alberga en uno de sus más fastuosos palacios, el Hermitage, una de las pinacotecas más completas del mundo.
Lázaro Galdiano tenía una idea muy clara y premeditada de lo que su colección iba significar en el ámbito social, económico y cultural, y un afán claro por recuperar y mantener un patrimonio común. Se interesó especialmente por la búsqueda y adquisición de obras de arte clásico español que por espolio u otras razones se encontraban fuera de España. Miguel Ángel Recio, director general de BBAA y ex director gerente de la Fundacion Colección Thyssen-Bornemisza, apuntó que «el arte es patrimonioy que quien posee patrimonio cultural posee identidad».
En este sentido subrayó que España, a lo largo de su historia, ha tenido una gran capacidad creadora y ha sido referente cultural y artístico en todas las épocas, tanto las pasadas como la contemporánea. Pero este patrimonio necesita ser conocido, protegido y cuidado, cosa que no siempre ocurre, no sólo por lo que representa y significa como tal, sino también por el valor económico que entraña (la cultura aporta el 3,5% del PIB español y proporciona directa o indirectamente muchos puestos de trabajo en el sector servicios).
La intervención de Alberto Bartolomé Arraiza, presidente del Comité de Expertos de FERIARTE y exdirector del Museo Nacional de Artes Decorativas, fue un repaso de los hitos fundamentales que, en la historia de nuestro país y a través de sus élites, han marcado la evolución del lujo y del bienestar asociado a la cultura y la belleza en cualquiera de sus expresiones.
Desde el califato de Córdoba, que introdujo el lujo de los baños públicos; pasando por la llegada de Carlos V, que favorece el florecimiento de las grandes colecciones, o la de los Borbones, que devuelven tras la decadencia de los últimos Austrias… El lujo y la belleza vuelven a una España oscura con la construcción de palacios y la creación de las grandes fábricas, como la de Cristales de La Granja.
Si hay una manera que pueda expresar mejor hoy día la simbiosis entre arte y lujo, esa quizás pueda estar representada por la marca Loewe. Con las palabras de Enrique Loewe, que abrió la mesa redonda, terminamos nosotros esta crónica. El presidente de honor de la Fundación Loewe y del Círculo Español del Lujo Fortuny caracterizó el éxito de esta marca emblemática española en la búsqueda de unos valores a través de nuestra artesanía, que es reflejo de nuestro temperamento mediterráneo, lleno de luz, colores, contrastes, pasiones, señorío…
Captar y expresar este espíritu a través de objetos bellos que nos van a acompañar a lo largo de nuestra vida y que nos dan identidad, es el triunfo de esta casa de moda. El lujo no siempre está en lo dorado y exuberante, a veces es algo tan simple y tan certero como la verdad. Le luxe c’est la verité.