Paul McCarthy triturando estereotipos

Paul McCarthy (1945, Salt Lake City, EEUU) vive en las antípodas de lo adecuado. Capaz de triturar la iconografía más políticamente correcta de su país, la Fundación Gaspar de Barcelona mostrará hasta el próximo 16 de julio una exposición formada por 13 pinturas, 31 dibujos y un vídeo inédito del artista estadounidense que versan sobre Walt Disney y Hollywood.

Blancanieves y John Wayne son excusas manejadas por el artista para abordar temas tan punzantes como la violencia o la pornografía. En su serie Stagecoast, que versa sobre el film “La diligencia” de John Ford, McCarthy usa la película como ejemplo de icono cultural de Hollywood, de la América republicana y de la violencia como mito del western. Obsesionado con criticar lo republicano, una de sus obras previas más conocidas está representada por una instalación mecánica en la que dos figuras de George Bush aparecen fornicando con dos cerdos en un bucle infinito de acción reacción.

En su proyecto Snow White la atención la pone, sin embargo, en la mujer y su exhibición pública en la sociedad contemporánea. McCarthy ha comentado en ocasiones cómo mujeres en ropa interior y con actitud lasciva son utilizadas como reclamo en las marquesinas de nuestras ciudades expuestas a la mirada de todo tipo de público. Este tema, recurrente en su trayectoria, lo ha trabajado previamente a partir de iconos tales como la Barbie o la Nancy desfigurando la belleza de estos símbolos occidentales e incluso introduciéndose algunos de ellos él mismo en su cuerpo.

La exposición de la Fundación Gaspar incluye también un vídeo inédito realizado por el mismo McCarthy utilizando su iPhone. El artista recrea su particular “Diligencia”, con personajes desprovistos de ropa en algunas escenas y ubicados en paisajes que nos remiten al lejano Oeste americano. McCarthy ha estado sin pintar 30 años, centrado en realizar proyectos en el ámbito del dibujo, la performance, el videoarte o la escultura. Sin embargo, el creador estadounidense se declara polifacético y unísono a la hora de desarrollar sus proyectos. Huye de calificativos estancos como son el de pintor o escultor y defiende que sus proyectos son largos e hilados y que, por ello, podemos encontrar derivaciones de un mismo tema tratadas a lo largo del tiempo y a lo largo también de distintas disciplinas artísticas.

Siempre va con un lápiz en el bolsillo, pero también sabemos de él que ha pintado con el pene, se ha embadurnado en ketchup y mayonesa y ha mantenido relaciones sexuales con un pedazo de carne de res. Sus obras se encuentran expuestas en algunos de los museos más importantes del mundo y en posesión de los coleccionistas más prestigiosos. El artista admite el conflicto que le supone que sus piezas de arte concebidas como denuncia del entramado capitalista se vendan por cientos de miles de dólares.

Las piezas de McCarthy no han escapado de la censura. La última hace apenas dos años cuando su obra Tree fue expuesta en la parisina plaza Vendôme. La creación fue atacada por ser, para algunos, muy fina la línea que separaba la representación del pretendido árbol con la de un consolador anal. La expectación de cara a la exposición recién estrenada en Barcelona está servida. Este hombre de 71 años de edad y con aspecto de abuelillo afable, protagoniza obras de una irreverencia escatológica capaz de dejar con la boca abierta al público más progresista. Habrá que estar muy atentos a las críticas y a los aplausos de esta su última muestra. No se la pierdan.