Confiésalo, estás deseando que estas navidades sean distintas, que tengan algo que no tuvieron las pasadas, es como un circuito sin fin que deseas cambiar, mejorar, y no sabes cómo. Bien, en The Luxonomist queremos que veas las cosas desde otro prisma y lo que te proponemos esta semana cambiará tu punto de vista. De eso se trata: de no mirar siempre hacia un lado u otro, lo que te proponemos es… ¡Mirar hacia abajo!
¿Cómo lo haremos? Lo primero es buscar un buen pavimento de cristal, que permita ver lo que hay debajo. Y lo segundo, claro, es que lo que haya debajo valga la pena, así no nos arrepentiremos de la experiencia. La primera visita de este transparente viaje será el edificio más alto de Tailandia, el Mahanakhon, un rascacielos de 314 metros construido en 2016 que acaba de abrir (en noviembre de 2018) su atracción más espectacular: un mirador en la cúspide desde el que contemplar la ciudad a tus pies.
¿Que es poca altura para nuestras valientes almas? Pues seguimos. A tan sólo a seis horas de avión encontraremos otro mirador recién inaugurado, esta vez el más alto del mundo con una plataforma de pavimento de vidrio, ubicado dentro del rascacielos llamado Lotto Tower World, en Seúl, a 468 metros sobre el nivel del suelo. La torre alcanza la altura de 555 metros, convirtiéndose en la tercera más alta del planeta. Sitúate sobre su piso de cristal de 45 milímetros de grosor, sin pudor, dado que soporta 500 kilogramos por metro cuadrado (casi tanto como un forjado de vigueta y bovedillas).
El tercer viaje será más increíble, si cabe, dado que vamos directos a la famosísima Torre CN de Toronto, donde encontraremos nuestro mirador de cristal a 342 metros de altura. Con plataforma de observación exterior de 24 metros cuadrados de superficie, cuenta con un piso de 6 centímetros de grosor capaz de soportar 2.900 kilos de peso cada metro cuadrado… lo que equivale a 14 hipopótamos adultos (sin brincar, claro). Después de la experiencia podrás tomarte un refrigerio en el Horizons Cafe o subir al restaurante Le Café de 360 grados y degustar un buen vino.
Y de torre a puente, en concreto al Puente de la Torre, en el Reino Unido, donde podremos cruzar el Támesis sobre este icónico puente construido en 1894. El Tower Bridge se eleva 42 metros sobre el río y desde el año 2014 han abierto al público una pasarela de 12 metros de largo con superficie de cristal, compuesta por seis piezas con un peso de 500 kilos cada una, capaces de soportar el paso anual de 600.000 personas (ahí queda eso). Ahora que andan revueltos los británicos con el Brexit, es hora de hacer una furtiva visita.
¿Que te gusta volar? Pues vamos a Dubái, donde te enseñamos hace poco el marco de fotos más increíble, el Dubái Frame, que este año permitirá que 1.800 personas celebren el Año Nuevo caminando sobre su pavimento de cristal, a 150 metros de altura, siendo éste el primer skywalk de los Emiratos Árabes Unidos. Si te animas, pasearás sobre 75 metros lineales de cristal, disfrutando de vistas a 360 grados de la populosa ciudad, si esto no es pasar un año nuevo para enmarcar tú me dirás…
Volvamos de nuevo a Europa, a la siempre romántica París, donde nos espera la Torre Eiffel. Ella también ha querido aprovechar su esbelta figura para enseñarnos lo que esconde a sus pies. Eso sí, sólo a unos 57 metros de altura, en la “primera planta” del monumento, en la que la empresa Saint-Gobain suministró 128 metros cuadrados de baldosas de vidrio antideslizantes Lite-Floor Xtra Grip, que van adquiriendo mayor trasparencia hasta el vacío central. Los siete millones de visitantes de la torre están de enhorabuena desde el año 2014.
Cruzamos de nuevo el Atlántico para situarnos en Chicago donde uno de sus edificios más icónicos, la Torre Willis o Sears Tower, un rascacielos de 442 metros construido en 1973, posee un mirador desde el año 1974 que es visitado anualmente por más un millón de personas. Aunque fue en enero de 2009, cuando sus propietarios incluyeron unos balcones de vidrio, a 412 metros de altura, capaces de soportar 4.500 kilos. Chicago adquiere otra dimensión desde esa altitud…
Y como volar es de lo que se trata, atravesaremos el Pacífico hasta la Torre Eureka, en Melbourne, para disfrutar de las mejores vistas (y las más altas) de toda Australia si se habla de vistas urbanas, se entiende. Lo más increíble de este mirador con pavimento cristalino, aparte de estar a 300 metros, es que el vidrio es opaco y el cubo desde el que vas a ver el paisaje es retráctil. Cuando se separa de la fachada, unos 3 metros, se torna transparente dejándote ver el inmenso cielo y el bajísimo suelo, no apto para cardíacos.
Dado que estamos en el Pacífico, sería “feo” no visitar Japón, donde, a parte de buscar a Iniesta (nunca se sabe si podremos cruzarnos con él) iremos directamente (y sin mediar palabra) a la Torre de Tokio, construida en 1957 para el deleite televisivo del país. Pero no creo que en la cabeza de sus creadores estuviera el uso que se le dio más adelante… Concretamente, si alcanzamos los 150 metros de la torre podremos ver su esquelética forma mirando hacia abajo. Además de llenarnos la retina con el país nipón, podrás poner a prueba tu físico subiendo los 600 escalones hasta allí… ¡Suerte!
Como penúltima aventura os proponemos visitar Los Ángeles, donde subiremos a la Torre U.S. Bank. Es tal vez, el edificio más popular de la ciudad, dado que sale en casi todas las películas y series de Hollywood (que se ruedan allí, obviamente). Prepárate, porque el pavimento de cristal que pisaremos aquí es un tobogán transparente, de 14 metros de largo, que comunica las plantas 70 y 69, a casi 300 metros de altitud. La entrada al SkySpace cuesta 25 dólares, unos 22,50 euros, pero si llegas hasta allí, jamás te perdonarás no pagarlos, seguro.
Para despedir esta singular «carta de aventuras», te propondremos la más amigable, la que se ubica en una parte muy especial de nuestro país: el mirador de Abrante, en la isla de La Gomera. En el año 2013 finalizó la remodelación de este mirador en el que se ha instalado un espectacular voladizo de 7 metros de longitud, con paredes de cristal y pavimento del mismo material, que podrán pisar los más aguerridos aventureros. Abajo, a cuatrocientos metros de altitud, el pequeño pueblo de Agulo, y al frente, el pico más alto de España, el Teide.
¿En serio piensas perderte el skywalk español más vertiginoso? (por no hablar de la exquisita amabilidad de los habitantes de la isla).
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