Algo bueno tenía que tener estar casado

El relax marital, responsable de la curva de la felicidad y de otras fuentes de placer, tiene ahora un fundamento científico bien documentado a nivel biológico y hormonal: los casados no solo acusan mayor bienestar y esperanza de vida, sino que viven realmente más tranquilos o, lo que es lo mismo, tienen menos estrés.

A lo largo de los últimos años se han realizado diferentes investigaciones que sugieren que los casados viven más y enferman menos. Pero dejando al margen la esperanza de vida para centrarnos en la calidad de ésta, los casados siguen ganando a los solteros en términos de paz interior y física. Un estudio reciente así lo ha comprobado al medir cómo el estrés psicológico experimentado por los solteros frente al de los casados ​​afecta de manera diferente a los sistemas fisiológicos relacionados con la salud.

En concreto, los investigadores de Dietrich College, en Pittsburgh (E.E.U.U.) midieron los niveles de cortisol (una hormona relacionada con el estrés) en diferentes momentos del día, encontrando que era menor en casados que en solteros, viudos o divorciados. Además, analizando el ritmo diario de cortisol, encontraron patrones más sanos en hombres y mujeres dentro del matrimonio frente a otros patrones presentes en los solteros, más relacionados con la enfermedad coronaria e incluso el cáncer.

Estos resultados no sorprenden a Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (S.E.A.S.). “Estrés y soltería sin duda guardan relación: las personas solteras tienen mayor estrés, peor salud y menor esperanza de vida que las personas casadas”, nos confirma.

¿A qué es debido? A parte de las diferencias a nivel hormonal, ¿por qué los solteros, divorciados o viudos sufren más y son más infelices? “Probablemente obedece al mayor bienestar emocional de quien se siente querido y ama a quién le quiere, así como al mayor apoyo social que tienen los que viven en pareja estable y con relaciones armónicas o sin grandes conflictos”, responde Cano.

A la hora de valorar el estrés en relación a nuestro estado civil, los expertos no se quedan únicamente en la respuesta fisiológica y corporal, sino que tienen en cuenta otros factores que contemplan aspectos sociales e incluso culturales. “Por un lado, hombre y mujeres tenemos la necesidad de querer y ser queridos, lo que genera buenas relaciones, apego y bienestar”, nos recuerda Cano Vindel. Por otro, “los dos sexos somos diferentes y complementarios. Esas diferencias son ancestrales, desde los tiempos del hombre nómada, y se basan en factores biológicos, aunque también culturales”.  Con estas diferencias por sexos entramos en el terreno farragoso de las teorías evolucionistas, no compartidas por todo el mundo al aludir intereses diversos en función de si uno es hombre o mujer.

En este sentido, parece que el hombre en pareja gana en bienestar emocional, organización y un estilo de vida más saludable. “Aspectos como los horarios de sueño y de comidas, la prevención médica, o la eliminación de hábitos tóxicos e incluso riesgos se sumarán a una mayor actividad y apoyo social fuera de la pareja”, asegura el presidente de la S.E.A.S.

Por su parte, “la mujer bien emparejada gana en bienestar emocional, seguridad económica y psicológica, pues su compañero aportará ingresos y dejará, por tanto, de preocuparse tanto por otros factores vitales o psicosociales”, explica Cano. En suma: todos los datos vienen a coincidir: “En pareja hay menos estrés crónico, lo que a su vez está relacionado con una mejor salud, y por tanto con una mayor esperanza de vida”.