¡Feliz Navidad! ¿No es lo primero que debemos decirnos? ¡Y hoy más que nunca! ¿Cómo sobreviviremos a ello? ¿Nos comeremos el turrón bien y en familia? ¿Hemos cantado villancicos tocado la zambomba y la pandereta? ¿Brindaremos y realizaremos una sutura a las rencillas con primos, hermanos, padres o hijos? «¡Paparruchas!» Esa es la versión edulcorada que nos han metido en el inconsciente colectivo y que nos hace, año tras año, aumentar nuestro sentimiento de frustración.
Según el primer Observatorio de la Navidad creado por Suchard, hay cuatro formas de llevar la navidad: nostálgica, hedonista, gruñona y bonder -para el que por encima de todo está la familia- ¿Cuál es la tuya? Ganan los nostálgicos que recuerdan años pasados y la ausencia de seres queridos. Si lo unimos a los gruñones que se apuntan al cuento de Dickens, podría ser que la balanza de ‘No me gusta’ se decantara frente a la de ‘Me gusta’. Una lucha de fuerzas opuestas con la que nos encontramos todos los años a lo Hamlet: «¿Navidad o no Navidad?».
Acierto si afirmo que muchos hemos pensado en más de una ocasión desaparecer por estas fechas o meter nuestra cabeza debajo de la almohada y no sacarla hasta el 7 de enero. Lejos de la felicidad plastificada, durante estos días salen a flote nuestros sentimientos más profundos. Estamos, lo que se dice, ¡emocionalmente inestables! Ya puede caer una lágrima, un bufido o una carcajada. El tornado interno nos lleva a arrasar con nuestro mundo y pasar a vivir dentro de una realidad imantada de expectativas.
Nadie se cree, excepto lo niños, que en Navidad, a modo de varita mágica, todo pasa o se soluciona. Todo lo contrario, ocurre como con algunas dietas, cuando las dejas se produce el llamado efecto rebote. Con la Navidad ocurre lo mismo, dejar los problemas a un lado o silenciados, tiene riesgos más que comprobados por todos. ¿El secreto para evitarlos? Puede que sea luchar contra lo establecido, contra lo que ‘se debe o no hacer’ y lograr que, entre toda esa música de villancicos y portales de Belén, suene la tuya propia.
Hoy es Navidad y mañana es considerado como postfestum, para Cataluña y Baleares la festividad de Sant Esteve y el día de los canelones. Los anglosajones lo llaman Boxing Day. Todos nos levantataremos con la resaca de dos días intensos y nos llevará a la reflexión. La Navidad no son ‘Paparruchas’ pero tampoco la panacea de nada. Cada año, como el día de la marmota, llega y debemos afrontarla y traspasarla tal y como estemos, pero sin forzarnos ni exigirnos.
Sobrevivir a la Navidad es sobrevivir a nuestras propias expectativas. Hemos pasado el primer tramo. Seas gruñón, nostálgico, bonder o hedonista… todos estamos expuestos a la otra cara: la de la tristeza, la soledad, el estrés y la frustración. Sigue tu propia estrella y mira si este año brilla con más o menos intensidad. En función de tu vatios y no los ajenos… afronta la Navidad y… ¡Sé Feliz!
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