No hay paso que dé Meghan Markle que no sea examinado con lupa. Sus carísimos looks, la cuidada elección de sus complementos, sus peinados… incluso sus gestos y posturas en cada una de sus apariciones públicas están perfectamente estudiadas. Todo tiene un por qué. Por eso analizar cada cosa que hace o lleva resulta tan interesante. Así, una de las últimas curiosidades que se desprenden de su entrevista junto a su esposo con Oprah Winfrey es el asombroso parecido de Meghan Markle con el retrato oficial de un antepasado de la Familia Real británica, Wallis Simpson.
En este sentido, para el encuentro con la periodista, Meghan eligió un vestido negro de Armani de unos 3.500 euros con escote en uve y estampado floral abstracto en la parte superior derecha. Por su parte, la fotografía tomada a Wallis Simpson en 1936 antes de convertirse en duquesa de Windsor muestra a la protagonista con un vestido muy similar. Un diseño de seda negro con escote también en uve con estampado floral blanco.
Meghan Markle completaba su atuendo con un moño bajo informal con raya en medio y mechones sobre el rostro, muy similar al de Wallis Simpson, pegado a la cabeza acorde a la moda de la época. También en las joyas se encuentran similitudes entre ambas. La duquesa de Sussex luce un brazalete de diamantes que perteneció a su suegra, Lady Di; junto a su amada pulsera Love de Cartier, regalo del príncipe Harry en 2017 y valorada en 5.200 euros. Su predecesora también contaba con varias piezas de joyería destacadas en su retrato. La más llamativa, el anillo de esmeraldas de Cartier de su compromiso con el rey Eduardo VIII.
Pero a Meghan Markle y Wallis Simpson no solo les une la similitud de sus looks, sino también la historia de sus vidas. Y es que, al igual que la actriz, Wallis Simpson también era estadounidense, también estaba divorciada -ella dos veces- y también se enamoró de un miembro de la casa real británica. En su caso, del tío abuelo del príncipe Harry, el rey Eduardo VIII, quien abdicó del trono para casarse con ella.
Un abandono de las funciones reales motivado por un increíble acoso de la prensa y la opinión pública, muy similar al que Harry y Meghan dicen haber sentido antes de desligarse de la Casa Real Británica. «Me ha resultado imposible llevar la pesada carga de la responsabilidad y cumplir con mis deberes como rey como quisiera hacerlo sin la ayuda y el apoyo de la mujer». Así se explicaba el rey Eduardo VIII en un discurso de radio en diciembre de 1936 antes de abandonar el trono. Después de la abdicación, fue nombrado duque de Windsor por su hermano, el rey Jorge VI, y él y Wallis se casaron seis meses después.
En ambos casos los matrimonios huyeron del Reino Unido para alejarse de la presión a la que estaban sometidos. Los Sussex se fueron a Canadá y más tarde a California; mientras que los Windsor vivieron en las Bahamas tras pasar un tiempo en Europa y Estados Unidos.
En cuanto a las mujeres, maltratadas por la prensa británica y acusadas de manipular a sus maridos, fueron distintas en sus quehaceres y ocupaciones. Si bien Wallis Simpson fue una socialité de la época sin un trabajo u ocupación concretas, Meghan Markle era una mujer trabajadora e independiente antes de conocer al príncipe Harry.
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