#CloseTo Mario Casas: “Renunciaría a un rodaje en el que se dañaran animales”
Hablamos por segunda vez en esta sección con un actor que no ha perdido la humildad de los inicios, ni la ilusión del principiante.
Es el primer entrevistado que repite en esta sección, porque conversar con Mario Casas siempre me provoca una sensación muy placentera. No ha perdido la humildad de los inicios, ni la ilusión del principiante. Su carrera no ha hecho más que crecer y se ha dado cuenta de que solo arriesgando es cuando se consiguen todos los ingredientes necesarios para evolucionar. Estrena ‘Bajo la piel del lobo’, donde interpreta a un personaje muy alejado de lo que nos tiene acostumbrados…
The Luxonomist: ¿Quién se esconde bajo la piel del lobo?
Mario Casas: Debajo de la piel del lobo siempre se esconde un gatito tierno (risas). La realidad es que hay un cordero. El personaje es un tipo rudo, que no sabe mostrar sus sentimientos, no le han enseñado a hacerlo. Debajo, en su interior, hay alguien muy puro y con una bondad enorme, pero sin saber en realidad cómo actuar con el ser humano. Con el animal es distinto, es un tú a tú lo que tiene con él, es su trabajo, su manera de sobrevivir, pero con el ser humano es un desastre, no sabe cómo tratarlo.
TL: Hasta que dos mujeres le cambian la vida…
MC: Así es ¡Qué mejor manera que empezar a convertirse en un ser humano! El personaje sufre un proceso de cambio muy bonito. Del hombre tosco, seco y frío pasamos a uno que se da cuenta de que hay algo más cuando convive con el ser humano.
TL: Es cuestión de activar la sensibilidad, creo yo…
MC: Él tenía algo dormido en su interior y, en un momento determinado, el más emocional del personaje y de la película, se pregunta qué le está pasando, qué le han hecho para ser así de insensible emocionalmente.
TL: Algo que no se explica en la película es qué le llevó a esa situación de ermitaño, alejado del mundo…
MC: Se explicaba en el guion, pero ya sabes lo que ocurre en las películas. Las cortan y quedan esas lagunas. Había una escena con Irene Escolar en la que yo le explico que mis padres murieron cuando yo era un niño, que me quedé solo en las montañas y me crié, desde los 12 años, solo y sin la presencia/referencia de unos padres.
TL: Cuando cortan esas escenas, que te posicionan con el personaje y te hacen entenderlo mejor, dejan al espectador muy desvalido…
MC: A mí también me ocurre como actor, porque estaban en el guion. Cuando ves la película y no encuentras esas escenas, para ti puede ser un matiz, pero a mí me quitan un trozo del personaje. Con las películas pequeñas, de bajo presupuesto, he notado que pasan estas cosas. Hay muchas cosas que yo había propuesto, porque las había leído, y que al no estar han hecho perder esencia a mi personaje. Él tenía en el guion una relación con los animales que era una pasada y, al final, se ha quedado en lo que se ve. La verdad es que yo quise interpretar a Martinón en parte por eso y porque se explicaba mucho mejor su parte salvaje. Creo que falta entenderle mejor en su relación con la naturaleza. No es cuestión de una escena, sino de la construcción del personaje.
TL: Un personaje que, hasta el minuto 17, no articula ni una palabra. ¿No hace falta hablar para transmitir?
MC: No es más difícil interpretar sin hablar, si te refieres a eso. Al final es lo mismo. Lo complicado es sumergirte en un personaje, navegar en él y dejarte la vida en ello hable o no hable. El problema de hablar es que puedes caer en una película o en una serie explicativa, en la que el protagonista hable de más. Aquí, a lo mejor, pecas más de los silencios, pero son muy explicativos.
TL: Esta película, me vas a decir que salvando las distancias, me ha hecho recordar a ‘El renacido’ y verte como el DiCaprio patrio…
MC: Me encanta que me digas eso (risas). El guion que yo leí de esta película es precioso, era una maravilla. Que me dieran la oportunidad de convertirme en alguien así, de cambiar mi metabolismo, engordar quince kilos y todo ese tipo de cosas, era un reto incuestionable. Aprendí a vivir como él, durante días dormí en un pajar con un cazador real en la montaña. Me enseñaron a hacer las trampas, a sobrevivir, a hacer fuego y a cazar. Cosas que a mí me parecían no solo retos, sino también algo muy interesante como persona porque es algo muy físico lo que tiene el personaje.
TL: ¿Tú eres cazador?
MC: Nooooooo…
TL: ¿Renunciarías a hacer un papel que te exigiese ir en contra de tus principios?
MC: No, en principio. No sé hasta qué punto va a sonar mal esto, pero no lo haría salvo en casos concretos. Realmente yo creo que, dentro del cine, puedes falsearlo todo y es ficción. En otras cosas, como por ejemplo adelgazar hasta extremos que pusieran en riesgo mi salud o en el tema de hacer daño a los animales, por ahí sí que no pasaría. En esos casos, sí renunciaría a hacer el rodaje. De hecho, el venado de la película estaba dormido, no muerto. Si me dicen que hay que matarlo de verdad, me habría negado.
TL: ¿Qué ha sido lo más difícil de todo?
MC: Todo el proceso de la película, el ir superando adversidades, ver que había que renunciar a cosas porque el presupuesto no llegaba y no había de dónde sacar, ese constante ¿a ver qué pasa mañana? y ves que ya no son doce lobos sino un pequeño gatito (risas). Son cosas que uno debe ir sobrellevando, metiendo en la mochila y no decaer, porque son cosas que te afectan como actor y que pueden repercutir en tu personaje. Puedes entrar en un bucle en el que, gracias al director o tus compañeros, logras asimilar. Hicimos esta película lo mejor que pudimos dentro de las posibilidades. Todo el proceso de la película ha sido complejo. Es una peli que se quiso hacer muy grande, en guion lo era, para los medios que después teníamos.
TL: ¿Y eso decepciona?
MC: No, porque estoy orgulloso del trabajo. Yo sé que lo que he hecho, no sé si ahora, pero sí sé que me va a servir el haberme tirado a la piscina completamente con un personaje así, que no había hecho antes. Sé que eso me va a portar muchas cosas buenas, sobre todo en mi vida y en mi carrera. Me va a servir como actor y como hombre, porque hay que pasar por esos sitios para construir luego otros personajes.
TL: ¿El acierto y el reto están en cambiar de registro precisamente?
MC: Yo creo que sí. Si me fijo en Tom Hardy, Jake Gyllenhaal, Fassbender o en DiCaprio, actores que admiro, te darás cuenta de que mi espejo son aquellos que arriesgan. Estos actores son mi referente. Es fácil quedarte en tu zona de confort, en la que tienes éxito y te va bien, pero me gusta probar cosas que no he hecho y salirme de ahí. Sé que es un riesgo porque unas veces saldrá bien y otras me equivocaré, pero ahí está mi crecimiento.
TL: ¿Ha sido un alivio para ti dejar de enseñar torso?
MC: Todavía enseño un poco ¿no? y alguna otra cosa también (risas). El otro día salió una noticia en Internet en la que me consideraban pornosexual (risas). Era como una tesis en la que explicaban que el hombre pasa a ser objeto sexual de la mujer y del hombre también. Yo creo que en el cine, el hombre también se convierte en objeto sexual hacia un público. Eso me pasó sobre todo con ‘El barco’, que era una serie orientada a un determinado sector de público y se enseñaba mucho. Ahora mismo no lo haría. De hecho, en las últimas películas han querido que enseñara torso y me he negado. Solo lo haré en momentos puntuales en los que no chirríe y que lo justifique el guion.
TL: ¿Cuál ha sido el punto de inflexión de ese Mario del momento fans, al actor serio, respetado y comprometido de ahora?
MC: ¿Respetado? No sé.. (risas) ¿Sabes lo bonito? Cuando notas ese respeto en el público, en la gente por la calle. Y lo he percibido mucho a raíz de ‘Contratiempo’, una película que ha gustado mucho y que disfruta de largo recorrido. Lo que sí he notado es que los equipos de una película ya me miran con otros ojos, lo que implica tener más responsabilidad y obligación de hacerlo bien. Uno cada vez adquiere más miedos como actor, se va haciendo mayor, es menos inconsciente y el vértigo es mayor. Debería ser al contrario, pero no es así.
TL: ¿Qué miedos tienes ahora que antes, por insensato, no sufrías?
MC: Ahora mismo, cada vez me cuesta más verme en la pantalla. En los rodajes, si me acerco al combo para ver algún plano o escena, les pido que me quiten el sonido. Soy mucho más inseguro que antes en un plató.
TL: ¿Inseguro o crítico?
MC: Las dos cosas. Ser crítico conmigo mismo me ha llevado a la inseguridad. Mi madre muchas veces me dice: “¿Pero qué te pasa si ya llevas muchas pelis a tus espaldas?”. Pero no puedo evitarlo. Así ha sido siempre.
TL: Pues es una presión que igual no te deja crecer o, incluso, disfrutar…
MC: Crecer siento que sí. No sé si como actor, pero como hombre lo voy notando. Que no me deje disfrutar ¡es otra cosa! Y tienes parte de razón, porque no disfruto de manera plena. Lo hago cuando estoy delante de la cámara, procesando y viviendo el personaje, pero cuando eso se acaba… es verdad que no disfruto.
TL: ¿El cine te ha ayudado a madurar como persona?
MC: Sí, mucho. Y me ha ayudado a conocerme a mí mismo, a buscar dentro de mí y preguntarme muchas cosas. Me ha obligado a investigar constantemente y me ha abierto una puerta en la que tengo muchos personajes, muchas personalidades y me ayuda a saber quién soy de verdad. No sé si estoy loco y me tengo que dedicar a meditar, pero creo que todos nos preguntamos si algún día lograremos saber quiénes somos de verdad (risas).
TL: Igual nos llevamos un susto…
MC: Yo creo que es un proceso necesario. Llámalo descubrimiento de uno mismo, dónde está la felicidad o dónde estar cómodo en una manera de ser en el día a día y ser felices. Esa búsqueda me ha hecho madurar y conocerme un poquito mejor a mí mismo.
TL: ¿Te reconoces en el Mario de hace años?
MC: Sí, absolutamente. Cuando me veo en esas fotos de hace años…
TL: El pasado siempre vuelve…
MC: Pero a mí me vuelve todo el rato, Amalia (risas). Todos los días ¿esta foto otra vez?, pero no me molesta porque es bonito. Esas fotos te obligan a que no te olvides de dónde vienes, quién eras y el proceso que has tenido…
TL: Tú nunca has vuelto la espalda a tus raíces…
MC: Yo creo que no hay que dar la espalda nunca. Lógicamente, a lo largo de la vida pueden pasar cosas malas que no te guste recordar, pero hay que darle la vuelta a todo eso.
TL: Del Mario de ‘El camino de los ingleses’ a hoy, ¡cuántas cosas han pasado!
MC: Me sigo reconociendo igual en ese chico que empezaba. En aquel momento, con 19 años, era un inconsciente que me lanzaba a todo en la vida. Cuando recuerdo esa etapa, me veo muy feliz y con una mirada viva muy bonita. Me gustaba la frescura de ese chaval.
TL: ¿Eso lo has perdido?
MC: Lamentablemente se pierde. Hay veces que me pregunto: ¿por qué no tengo esa frescura?, ¿qué está pasando? (risas)
TL: Pasa que los años nos cambian…
MC: Es la madurez, pero yo creo que sigo siendo muy espontáneo. Lo que no he conseguido es superar esos miedos de niño, que piensas que se van a pasar con los años y ¡qué va! Se potencian y tienes que vivir con ellos pero, al mismo tiempo, es bonito porque por lo menos sabes qué miedos son y de donde vienen.
TL: ¿Ves esos comienzos en tu hermano Óscar?
MC: Sí, por completo. Él es muy muy especial y confío mucho en él. Es alguien con el alma muy limpia. Óscar es mucho más puro que yo. Nos llevamos doce años y le han educado mis padres de otra manera. Él dice que aprende de mí pero yo, a medida que va creciendo, aprendo de él. Le admiro mucho. Me gustaría tener su manera de vivir, su manera de no pensar. Es un fenómeno y le admiro mucho.
TL: ¿Qué te lleva al cine a ti?
MC: Yo veo todo (risas). Me da igual ir a ver las películas de Marvel que las independientes. El otro día fui, por ejemplo, a ‘The Florida Project’. El cine es mi alter ego. El Mario actor y el espectador no piden lo mismo. Yo veo cosas que tal vez nunca haría pero con las que me lo paso bien. Al unir al Mario actor con el Mario hombre, siempre los vas a encontrar viendo a grandes actores americanos, aunque me venga abajo y caiga en depresión absoluta (risas). Para hacer lo que ellos hacen ¡tendría que nacer cinco veces!
TL: ¿De lecturas cómo andamos?
MC: Procuro leer y no limitarme a los guiones. Leo libros de psicología, me gusta Stephen King y los relatos de terror. Me gustan las lecturas facilonas que me entretengan y me hagan pensar poco, porque suelo leerlas en viajes largos de avión. Ahora me ha dado por libros de perros (risas), porque tengo uno. Al final, soy de leer poco. Soy más de ponerme delante del ordenador y ver contenidos de Netflix. Malgasto mi tiempo de ocio viendo cine.
*Localización: Westin Palace Madrid. *Próxima semana: Soraya Arnelas.