Jorge Bustos: “Es importante usar la libertad de expresión hasta gastarla”
No es rencoroso y reconoce ser afortunado al haber conseguido ser feliz solo y acompañado. De adolescente, Jorge Bustos se “enganchó” al columnismo político, deseando ver un día su firma estampada en un periódico nacional. Lo logrado ha superado ese “soñar en grande”, desempeñando en la actualidad la subdirección del diario El Mundo, cargo que compatibiliza con colaboraciones en radio y televisión. Su firma es ya una de las más reconocibles del columnismo español. Autor de seis libros, le queda pendiente la asignatura de una novela. Cuando llegue ese momento, Jorge, tal vez te pregunte: ¿Cómo ganaste el Premio Planeta?…
The Luxonomist: El entrevistador entrevistado. ¿Estar al otro lado intimida o se gestiona a regañadientes?
Jorge Bustos: Muchos entrevistadores no reconocerán que, en realidad, les encanta ser entrevistados. A mí depende del día. Hablar de uno mismo tiene un punto de egolatría, pero si se hace con honestidad y humor puede ser hasta un género literario.
TL: ¿De niño ya apuntabas maneras entre tus amigos de pandilla?
Jorge Bustos: Maneras de periodista no sé, pero de lector, sí. Desde muy pequeño pasaba el tiempo entre libros. Mi madre me apuntó a fútbol para que no me convirtiera en un crío repelente. No sé si lo consiguió, pero desarrollé ciertas aptitudes goleadoras y sociales.
“Mi madre me apuntó a fútbol para no convertirme en un crío repelente”
TL: En tu época universitaria te inicias en la crítica cultural y fundas tu propia revista literaria. ¿Qué hay de ese joven en el escritor consagrado de hoy?
JB: Pienso que aún tengo toda una carrera de escritor por inaugurar, la verdad, lo que ocurre es que el periodismo me tiene entretenido. Pero es verdad que la universidad fue un momento de epifanía: sentí profundamente la vocación literaria. Y esa llama no se apaga nunca, aunque trabaje de periodista.
TL: El giro radical lo das cuando decides iniciarte en el periodismo político. ¿Qué te sedujo de esa parcela tan convulsa de nuestro día a día?
JB: En la adolescencia empecé a leer mucho columnismo político en prensa. Me enganchó enseguida, y no tardé en desear que mi firma apareciera un día estampada en un gran diario nacional. En cuanto a la convulsión, no hay que lamentarla si eres columnista, sino agradecerla. Las mejores columnas nacen de la preocupación, la cólera o la amenaza de censura.
TL: ¿Cómo se desenvuelve un periodista riguroso y certero en el mundo de la cuestionada libertad de expresión que estamos viviendo?
JB: Es importante no tener miedo, no pretender quedar bien con la corriente dominante. Es importante no calcular demasiado. Es importante usar la libertad de expresión hasta gastarla, conscientes de que es un privilegio democrático que ha costado muchas víctimas. Con nuestra pequeña valentía de hoy honramos la gran valentía de los que nos antecedieron.
“Las mejores columnas nacen de la preocupación, la cólera o la amenaza de censura”
TL: ¿Qué te haría revelar una fuente?
JB: Dicen que la tortura es un método bastante eficaz. Pero tampoco es que yo haya manejado grandes secretos de Estado, eh. La protección de la fuente es, sobre todo, una forma de proteger tu trabajo. Si saben que lo largas todo, dejarán de contarte cosas.
TL: ¿El escritor puede acabar succionando al periodista?
JB: Ruano decía que presentarse como escritor y periodista es como decir médico y practicante. En principio, todo escritor sabe hacer periodismo: basta saber contar bien historias veraces. El periodista con oficio tiene una agilidad que le falta al escritor y el escritor tiene un manejo del lenguaje que le falta al periodista. Lo ideal es combinar ambas cualidades.
TL: ¿Cómo es el Jorge Bustos al que la gente no tiene acceso?
JB: Todavía mejor de lo que la gente se imagina. Es broma. Pero no tanto, si atendemos a las monstruosas distorsiones que imponen las redes sociales y los prejuicios ideológicos.
“Hablar de uno mismo puede ser hasta un género literario”
TL: “Hasta el final…”, termina tú la frase y dime si concibes mejor sentimiento deportivo que el “merengue”…
JB: No es que no conciba uno mejor: es que no concibo otro.
TL: ¿Eres de cocinar la vida a fuego lento?
JB: Soy una mezcla de monje cisterciense y lobo de Wall Street.
TL: ¿Lo mejor siempre está por llegar?
JB: Me va ese optimismo insensato, lo reconozco.
TL: ¿A qué momento de tu pasado regresarías?
JB: A ninguno. La nostalgia es una trampa. Me gusta esa frase que Dalí se decía a sí mismo: “¿Qué grandes cosas le sucederán hoy a Salvador Dalí?”
“He sido feliz solo y acompañado. Soy un hombre afortunado”
TL: ¿Tu mayor conquista?
JB: Escribir en EL MUNDO.
TL: ¿Recuerdas ese momento de absoluta felicidad?
JB: No los aíslo ni los encapsulo: es un alegre fluido. He sido feliz solo y acompañado. Soy un hombre afortunado.
TL: ¿Qué no le perdonarías nunca a un amigo o a alguien a quien quieres?
JB: No valgo para el rencor, y es una lástima. Porque la gente podría descubrirlo y empezar a putearte.
TL: ¿Qué le preguntarías a tu yo dentro de veinte años?
JB: ¿Has escrito por fin esa puta novela?
TL: ¿Un personaje histórico con el que te sentarías a cenar?
JB: Con Quevedo podría ser divertido.
“No hay nada más siniestro que desear vivir en una película”
TL: Diez segundos para un deseo. ¿Qué pides?
JB: Que todo siga exactamente como está.
TL: Te da un ataque de risa en una situación inapropiada o en un lugar del que no puedes salir. ¿Cómo lo solucionas?
JB: Agitando un fajo de billetes, por las molestias.
TL: Si pudieras saber una sola cosa del futuro. ¿Cuál sería o qué preguntarías?
JB: ¿Es para tanto?
TL: ¿Un día perfecto?
JB: Un martes por la tarde sin trabajo pendiente ni llamadas, paseando por un Madrid otoñal.
TL: ¿Cuál es ese tema del que te avergüenza saber tan poco?
JB: La muerte.
TL: ¿Esa película en la que te quedarías a vivir?
JB: No hay nada más siniestro que desear vivir en una película, ¿no te parece? Semejante voluntad de escapismo me desasosiega.
TL: Esa pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder…
JB: ¿Cómo ganaste el Premio Planeta?