Lolita: “Si no me quieren dar un papel protagonista, ¡ellos se lo pierden!”

Tras años de silencio, Lolita siguió caminando y luchando, porque sabía que la recompensa tenía que llegar. Hoy atraviesa un momento dulce, triunfando en teatro y televisión.

Amalia Enríquez. 24/09/2019

Si se pudiese renombrar la lealtad, sin duda ahora tendría su nombre. Fiel a sus orígenes, sus principios, su historia, su familia, su gente… Los años han embellecido su madurez y le han contagiado una serenidad, que absorbe cada instante de esta segunda vida. Tras años de silencio, Lolita siguió caminando y luchando, porque sabía que la recompensa tenía que llegar. Hoy atraviesa un momento dulce, triunfando en teatro y televisión. Ha estrenado “La fuerza del cariño” y ¡por fin! pudimos charlar un rato. Como en los viejos tiempos…

The Luxonomist: Lolita “la deseada”
Lolita: (Risas) Tú querías que nos sentáramos a hablar de nuestras cosas y aquí estoy.

TL: Desde nuestra última entrevista, aunque nos hemos visto más, hasta hoy han cambiado mucho las cosas…
L: Sí han cambiado, aunque algunas tienen las mismas caras. Sigo trabajando con Luis Mottola en “La fuerza del cariño”, sigo con Pentación pero, sí es vedad, he pasado de hacer una tragedia como Fedra a una comedia como esta. En medio de todo ello, la única semana que tenía de descanso tuve que utilizarla para hacer mudanza, pero ya estoy en la pelea de nuevo.

TL: Pero nunca una tragedia ha dado tantas alegrías…
L: Es verdad. Y “La fuerza del cariño”, que es una comedia-drama,  también espero que me las dé, como ocurrió con “Prefiero que seamos amigos” o “Ana en el trópico”. Yo, cuando me meto en un proyecto de teatro, me sumerjo a bocajarro, me tiro a la piscina sin agua. Si luego nadamos ¡bienvenido sea!

Luis Mottola acompaña a Lolita en “La fuerza del cariño”

TL: De todas formas, ya tocaba…
L: Sí, la verdad. Un poco sí.

TL: Las penas nunca vienen solas y se agradece que las alegrías tampoco…
L: Yo penas, la verdad, ahora no tengo. Ya tuve hace muchos años, hemos pasado por mucho. La vida es así, tiene sus momentos felices y otros que te arrancan las entrañas. Ahora, gracias a Dios, solo tengo alegrías. Un nieto maravilloso, que ha sido mi última gran alegría, mis dos hijos, tengo trabajo, grandes compañeros, mis amigos. Mi vida en general.

TL: ¿Cómo es la abuela Lolita? Abuela joven, afortunadamente…
L: Pues mira, se me están poniendo los brazos de coger a Noah que parece que voy al gimnasio a hacer pesas (risas). Soy una abuela artista pero, ante todo, soy mujer. Después soy madre, abuela, artista, amiga…pero mujer por encima de todo y eso es algo que no quiero dejar pasar por alto. No soy la abuela típica porque, además, tengo una profesión que me lleva a viajar muchísimo y no paro en mi casa. Mi hija también es artista y no lo llevamos mal porque es a lo que estamos acostumbradas.

TL: ¿Hay alguna similitud entre el sentimiento de madre y el de abuela?
L: Si me apuras… es muy parecido. El de madre implica tu responsabilidad. Tienes por ellos un temor eterno. Con Noah el temor es doble, menos responsabilidad pero más temor, porque sabes que cualquier cosita que le pueda pasar es también el dolor de tu hija. Se duplica ese dolor y, tal vez por eso, es complicado ser abuela.

TL: ¿Qué habría dicho la bisabuela?
L: Te diría lo mismo que yo, que lo quiere con locura, al igual que a sus hijos. Y, en el caso de Noah, te diría “tiene unos ojos verdes que no se pueden aguantar”.

TL: ¿Sigues hablando con ella?
L: Hablo con el pensamiento. Es verdad que, alguna vez, le pego un grito pero mis conversaciones ahora son más con el pensamiento, ya no como si estuviéramos sentadas las dos aquí como tú y yo.

“Hay que darle muchas gracias a Dios y al Universo por lo que tenemos, por donde estamos, por lo que nos ha tocado vivir y por lo que vivimos”

TL: ¿Te seguiría diciendo aquello de “Lolita, cuando veas un vaso de agua, pregunta si se puede beber”?
L: (Risas) Me lo dijo una vez, cuando era pequeña, y bien que me lo aprendí. Tuve una experiencia muy mala siendo muy niña. Me metí un buche de benzol. Fui al camerino, vi una botella, que creí que era de agua, y era benzol. Cogí una borrachera que ya te imaginas, era como alcohol con aguafuerte. Lo utilizaban para limpiar los trajes de trabajar, una cosas muy rara. Lo tengo grabado como no sabes…

TL: ¡Cuántas sentencias dejó tu madre! Hemos hablado muchas veces de eso y de que te descubrieran a ti cuando ya no está…
L: Sí es verdad que yo he sido un volante en la bata de cola de Lola Flores hasta que la gente descubrió que yo hablaba, pensaba y no era una niña de mamá. Yo llevaba trabajando desde los dieciséis años. Tuvo que irse ella para que los ojos se volvieran hacia mí.

TL: ¿Qué diría ella ahora al verte?
L: Yo creo que ella me está viendo, eso lo tengo claro. Yo sigo pensando que aquí no se acaba todo. Si así fuera ¿Qué hacemos aquí? ¿Pasar? No, sin pena ni gloria, no. Penas hemos tenido unas cuantas y glorias también. Hay que darle muchas gracias a Dios y al Universo por lo que tenemos, por donde estamos, por lo que nos ha tocado vivir y por lo que vivimos.

TL: ¿Ocupas ya el lugar que crees merecer?
L: No sé, Amalia. Yo no lo pienso. Tengo un lugar en la vida. Me han amado mucho, he amado mucho, tengo unos hijos maravillosos, un nieto precioso, trabajo no me falta, no abundo en riqueza ni la quiero tampoco. Simplemente, quiero vivir tranquila y hacer un poco lo que me apetece. Nada más.

TL: Cuando hablamos de esto, siempre me viene a la cabeza tu Goya, los días previos…
L: En los que fuimos juntas a elegir el vestido negro maravilloso de Dior…

TL: Lo que te costó conseguir ese reconocimiento y lo poco que te ha aportado después…
L: Hice algo más en el cine, una película con Juan Diego, pero ¡ellos se lo pierden! Yo sigo trabajando en otras cosas. He hecho muchas series, tv movies pero, si no me quieren dar un papel protagonista en el cine, que no me lo den ¡ellos se lo pierden! Como se pierden a mi hija también o a otros actores/actrices estupendos que están sin trabajo. En el mundo del cine hay cabida para todos, no solamente para esos todos que algunos quieren.

“En el mundo del cine hay cabida para todos, no solamente para esos todos que algunos quieren”

TL: En recompensa, el teatro te está dando todas las satisfacciones soñadas…
L: Me está dando mucho, como me dio la música en su momento. El teatro me ha puesto en una tesitura muy alta. Que me digan que soy una dama del teatro, me intimida.. porque sí hay actrices, que llevan mucho tiempo encima de las tablas, que sí son damas del teatro. Ojalá llegue adonde están ellas. El teatro me da de comer, me da satisfacciones, me da aplauso, la gente va a verme. No me puedo quejar porque creo que tengo una trayectoria bastante buena en él. He hecho comedia, clásico, tragedia, melodrama, drama entero, drama a medias (risas) y, si Dios me da salud, aun me queda mucho por hacer.

TL: ¿Alguna vez has entrado por dónde no debías o te has olvidado el texto?
L: Un montón de veces. Me he quedado en blanco y mis compañeros han tenido que echarme una mano (risas). Yo creo que nos ha pasado a todos los que nos subimos a un escenario. Aunque estés interpretando un personaje, no dejas de ser tú. No puedes dejar de poner tus emociones, tus pensamientos, tus sentimientos en ese personaje.

TL: ¿Lo dejas en el camerino o te acompaña a casa?
L: No, los personajes se quedan en su sitio. A casa ¡para nada! No me resulta nada desconectar. Lolita llega al teatro, se convierte en el personaje de turno y, al acabar de interpretarlo, lo deja en el camerino hasta el día siguiente y se va. Punto. A los personajes les doy mi cuerpo, mis gestos, mis manos, mi pelo, mi color, las emociones que cada personaje necesita en ese momento… pero no se quedan en mí.

TL: Pero seguro que te succionan algo…
L: Eso sí, se llevan la salud sobre todo (risas). Con tantos viajes, camas distintas ¡Menos mal que viajo con mi almohada! Hay mucha soledad, lógicamente, echas mucho de menos a la gente que quieres, el poder estar tirada en la playa en una hamaca, un beso de amor…

TL: A eso no se acostumbra uno…
L: Yo no tiro la toalla. Hay una frase que dice Aurora, en La fuerza del cariño, que refleja que ella no pierde la esperanza. Yo tampoco, ni del beso de amor, ni de enamorarme, ni de vivir una aventura, ni de nada de nada. Ya te lo he dicho, soy mujer antes que nada y, como tal, quiero seguir viviendo hasta que Dios lo quiera. Eso es vida.

TL: ¿La sombra Flores para ti es ¡bendita sombra!?
L: No lo dudes. Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija (risas). Creo que tengo una sombra Flores muy alargada, muy grande, pero que me deja traspasar el sol.

“Lo que hay que hacer es abrirse, dar y mostrarse como uno es”

TL: ¿Has mejorado la raza?
L: La raza ya la mejoró mi madre en el momento que nació. Ella es inmejorable. Está claro que los niños de nuestra familia son más altos, más guapos, más fuertes, más sanos, más modernos. Físicamente, sí hemos mejorado la raza. Emocional y moralmente seguimos teniendo los mismos valores.

TL: Los has educado como lo hicieron contigo…
L: Claro, porque es el ejemplo que tengo. También te digo que procuro evitar los errores, aunque haya otros que yo cometa, pero en el espejo de mi educación es en el que me he mirado para hacerlo. Yo no quiero que ellos se equivoquen y sufran, pero lo harán porque será de donde más van a aprender. Y yo, como madre, sufriré… pero es lo que toca.

TL: ¿En el mejor de los sueños visualizaste todo esto?
L: ¡Para nada! Yo no me acuerdo de los sueños. A veces, sí he soñado despierta y he intentado visualizar lo que quiero en mi vida pero, cuando me quedo dormida ¡Gracias a Dios! me quedo dormida (risas) y los sueños no me perturban. Era lo que me faltaba ya con esta cabeza mía que no para.

TL: ¿Duermes bien?
L: No, pero no me despierto por los sueños. No duermo bien porque tengo mucho estrés, mucha responsabilidad, tengo veinte mil cosas en la cabeza y, aunque no soy madre soltera porque mis hijos tienen un padre maravilloso, llevo muchos años sola. Soy el hombre y la mujer de mi casa.

TL: Hay un momento en la vida que, quien no suma, mejor lejos…
L: Bueno, lo de sumar yo lo dejo para las matemáticas (risas). Si te digo la verdad, no tengo tiempo para nada, pero si viniese alguien por derecho ¡lo sacaría!, eso sí. Lo que hay que hacer es abrirse, dar y mostrarse como uno es. Lo que hay que evitar son los vampiros emocionales, los que te restan energía. La libertad empieza y acaba en uno mismo.

TL: Te compro lo de las matemáticas, pero no lo de la gente tóxica,,
L: Por suerte, yo no me he encontrado con mucha. Lo que pasa es que, en las relaciones, cuando se acaban, se terminan o se rompen, siempre hay uno que se queda más jodido que el otro. Y entonces es cuando vienen las discusiones, las peleas, los malos entendidos. Yo no puedo catalogar de tóxicas a las personas que he querido, porque las he querido y mucho.

Localización: Guaimaro (c/ Velázquez 48)
Próxima semana; Miguel Ángel Silvestre

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