Tamar Novas: “Creo que ser feliz tiene algo de decisión”
Es más de preguntar que de responder. Pese a todo, Tamar Novas contestó sin quejarse y con cierta sorna gallega a todas mis curiosidades. Es de esos gallegos que no tiene paraguas. Es más, dice que es inmune a la necesidad de tenerlo. La vida le suena a Johnny Cash, se quedaría a vivir en E.T y cenaría con Lorca. Acaba de estrenar Clanes, una de narcos “con el final más interesante y comprometido con la historia que podría tener”. Pensar en una segunda temporada no sería mala opción…
The Luxonomist: ¿Qué te da la interpretación que no encuentras en otra actividad de la vida?
Tamar Novas: La sensación de tener un oficio que me apasiona, con el que aprendo mientras trabajo y además me puedo ganar la vida.
TL: ¿Ya de niño eras el teatrero de la pandilla?
Tamar Novas: Era bastante payasete en clase, a algunos profesores no les debía caer bien (risas). Me gustaban los bailes de fin de curso que hacíamos en el teatro para otras clases. Pero me daba mucho pudor y respeto apuntarme a teatro en el colegio.
TL: ¿Comenzar joven en esta profesión te ha hecho perder momentos propios de la infancia o ser actor era un juego más?
Tamar Novas: Tuve la suerte de tener unos padres que no favorecieron que perdiera mi vida de niño “normal”. La lengua de las mariposas se rodó en verano, yo tenía 11 años, y para las cosas que me llamaron después decidí con mis padres no hacerlas. Hasta Mar adentro. Pero ambas audiciones me llegaron sin buscarlas, y las hice al margen de mis padres. Cuando me dieron el “Javi” de Mar Adentro, mis padres se preocuparon por si me despistaría de la selectividad.
“Las drogas están ahí y las consumen todo tipo de personas”
TL: Trabajar con los elegidos, un Goya en las vitrinas… ¿te pusiste el listón muy alto demasiado pronto?
Tamar Novas: Bueno, tuve mucha suerte porque salió muy bien… No sé qué pensaría de este oficio si no hubiese tenido tanta fortuna con todo lo que pasó después. Lo que sí me puse es a estudiar este oficio a fondo, todo lo en serio que pude. Y sigo formándome y entrenando con mis maestros.
TL: Estrenas Clanes, serie que inevitablemente nos lleva al mundo del narcotráfico en Galicia. ¿Alguna vez nos despojaremos de esa imagen? La ficción no ayuda, porque es un tema recurrente…
TN: Mientras haya tanto consumo de cocaína, que mueva tanto dinero y suponga que haya prácticas mafiosas, que ni siquiera las fuerzas del orden tienen la capacidad de abordar de forma efectiva, entiendo que no. No es una imagen, es que las drogas están ahí, y diría que son de las cosas más transversales que hay. Las consumen todo tipo de personas.
TL: El binomio actor/persona. Ser un narco como Daniel, hacer mil tropelías y que no le pase nada a Tamar… ¿es la magia de esta profesión?
TN: La magia siempre es todo un equipo que te sostiene. Si Clanes no tuviese el equipo que tiene, nada habría funcionado. Los actores ponemos la cara, pero el binomio fundamental es con el equipo.
TL: Cuando se convive un tiempo con un personaje hay un riesgo, ¿se lleva algo de ti o le das algo, al margen de su físico?
TN: La recompensa siempre te la llevas del personaje. Si das al personaje y a la historia lo que requiere de ti, te quedas más ligero. Este oficio es muy sanador. En el teatro a veces he ido enfermo a trabajar y el chute de escenario no solo puede ser catártico, sino curativo.
“Mis padres favorecieron que no perdiera mi vida de niño normal”
TL: Las escenas de persecuciones por el mar ¿Te hicieron sentir un niño con un juguete entre las manos?
TN: Las lanchas que utiliza esa gente son de todo menos juguetes (risas). Pero fue muy divertido la verdad. Y las vueltas del rodaje en altamar viendo las puestas de sol, un regalo.
TL: Sin intención de hacer spoiler… ¿el final era el lógico o necesario?
TN: Creo que Clanes tiene el final más interesante y comprometido con la historia que podría tener. Y sería muy interesante continuar también…
TL: ¿Eres de cocinar la vida a fuego lento?
TN: Soy de poner mucho empeño para que todo se cueza pronto, pero también tengo paciencia (risas)
TL: ¿Lo mejor siempre está por llegar?
TN: Lo mejor no sé, lo inevitable sí (risas)
TL: ¿A qué momento de tu pasado regresarías?
TN: A ver westerns con mi abuelo mientras todos dormían la siesta.
TL: ¿Tu mayor conquista?
TN: Mi familia elegida, de la que me he podido rodear.
TL: ¿Recuerdas ese momento de absoluta felicidad?
TN: Cada vez creo más en que “ser feliz” tiene algo de decisión. Y la verdad es que siento mucha felicidad desde hace tiempo.
“El chute de escenario puede ser catártico y curativo”
TL: ¿Qué no le perdonarías nunca a un amigo o a alguien a quien quieres?
TN: Creo que no soy muy rencoroso.
TL: ¿Qué le preguntarías a tu yo de dentro de veinte años?
TN: ¿Viste extraterrestres?”.
TL: ¿Sin cuál de los cinco sentidos podrías vivir?
TN: Ya soy bastante miope, no me quites más (risas)
TL: ¿Un personaje histórico con el que te sentarías a cenar?
TN: Lorca.
TL: Diez segundos para un deseo. ¿Qué pides?
TN: Unos segundos más (risas)
TL: ¿Qué harías si un desconocido/a te besara en la calle?
TN: Soy gallego, depende.
“Ojalá supiese mucho más de música”
TL: ¿Un día perfecto?
TN: Cualquiera que aúne trabajar a gusto, ver a mi familia al final del día y descansar.
TL: ¿Cuál es ese tema del que te avergüenza saber tan poco?
TN: Ojalá supiese mucho más de música. Es un poco vocación frustrada.
TL: ¿Esa película en la que te quedarías a vivir?
TN: E.T.
TL: ¿Tu mito sexual cuando eras niño?
TN: Mi despertar no diría que fue de niño (risas) pero, a los 15 años, me gustaba mucho Najwa Nimri.
TL: ¿El lugar más loco en el que has terminado después de una noche de fiesta?
TN: Una vez me desperté en un hotel de Montauk (al norte de NYC) y me costó unos minutos convencerme de que no había muerto y estaba en el cielo. No recordaba absolutamente nada de dónde estaba ni cómo había llegado allí…
TL: Esa pregunta que no te he hecho y te hubiera gustado responder.
TN: Soy más de preguntar que de responder (risas). Además, ha estado muy bien.