Michel Noher: «Con el tiempo aprendes a sortear las preguntas incómodas»

De adolescente coqueteó con la idea de ser periodista, pero llevaba inoculado en las venas el ADN de la interpretación, heredado de su padre actor, así que nunca sabremos si nos hemos perdido a un gran periodista. Michel Noher está ahora al otro lado del micrófono y de la cámara, ganando cada día más reconocimiento de la profesión.

Está de gira por Argentina con la obra de teatro ‘El hijo eterno’ y acaba de estrenar la tercera temporada de ‘La Unidad’ donde Marcos, su personaje, sigue dando “mucha guerra”. Y no, querido Michel, no tengo el secreto para pasar página después de ser alguien durante mucho tiempo…

The Luxonomist: ¿Qué te da la interpretación que no has encontrado en otra actividad de la vida?
Michel Noher: La posibilidad de investigar en muchas direcciones. De comprender (o intentar comprender al menos) cómo funcionan los demás y qué los mueve. Darle voz a quien normalmente no puede tenerla.

TL: ¿De niño eras ya el teatrero de la pandilla?
MN: No sé si “de la pandilla”, pero he participado en casi todas las puestas en escena escolares que se realizan en fechas patrias en Argentina.

“Como actor asumo lo efímero como fundamento de la vida”

TL: ¿Cuándo percibes que esto es realmente lo tuyo?
MN: En un viaje a La Quebrada de Humahuaca, un lugar muy bello y especial en el norte argentino, donde fui con 20 años a hacer un seminario de teatro. Artistas jóvenes de todo el país y de países limítrofes invadían el pequeño pueblo por 15 días para entrenar, producir y compartir teatro de la mañana a la noche. El encontrarme con tanta gente comprometida con la búsqueda, más allá de la idea tan publicitada de éxito o reconocimiento, me permitió vincularme con el oficio de otra manera y finalmente entregarme a “esto” que hago.

TL: En la vida y en ‘La Unidad’… ¿no hay dos sin tres?
MN: En la vida, eso dicen y en ‘La Unidad’ podemos afirmarlo.

TL: Después de tanto tiempo conviviendo con Marcos, ¿has buscado la fórmula para pasar página?
MN: No la he buscado, hay algo en mi profesión que tiene que ver mucho con eso, asumir lo efímero como fundamento y condición de la vida. Si tienes una fórmula… ¿me la pasas, por favor?

«El amor se permite una gran locura, y viceversa»

TL: ¿Qué se ha llevado de ti y qué le has dado tú?
MN: He aprendido mucho con Marcos, he conocido a gente realmente maravillosa gracias a él y yo le he dado lo mejor que tuve en cada momento.

TL: ¿El niño que fuiste se reconocería en el hombre en el que te has convertido?
MN: Quiero creer que sí.

TL: Un olor de la infancia.
MN: El perfume helado de una mañana o en Bariloche, yendo a clase.

TL: ¿Hay un pensamiento recurrente al despertarte cada mañana?
MN: El agradecimiento como práctica.

TL: Si escribieran el libro de tu vida, ¿te gustaría saber el final?
MN: No.

“Cada mañana uso el agradecimiento como práctica”

TL: ¿La felicidad perfecta?
MN: La colectiva.

TL: ¿Solo el amor se permite una gran locura?
MN: Sí… y viceversa.

TL: El rasgo de tu personalidad que no querrías que heredase nadie.
MN: Los exabruptos.

TL: Un don que la naturaleza te ha negado.
MN: La paciencia.

TL: Esa pregunta incómoda que siempre te hacen.
MN: No lo sé, con el tiempo uno va aprendiendo a sortearlas.

TL: ¿Qué te intimida hasta el punto de sacarte los colores?
MN: El viento demasiado fuerte.

«Si me perdiera me encontrarías en Bariloche»

TL: ¿Un lema vital que lleves por bandera?
MN: Esto también pasará.

TL: Ese lugar en el que te encontraría si decidieras perderte.
MN: Bariloche.

TL: ¿Esa crítica que, por ser verdad, más te ha dolido?
MN: Cabeza dura.

TL: Un propósito que nunca cumples.
MN: Mantener la casa ordenada.

TL: ¿Qué te sorprende de la vida?
MN: ¡Todo! Cada vez más.

«No conozco el truco infalible para conquistar»

TL: ¿Cuál es la mejor forma de dejar huella?
MN: Andando.

TL: ¿El calificativo que más te incomoda?
MN: Famoso.

TL: ¿Qué caprichos te permites?
MN: Le permito más caprichos a mi hijo de los que me permito yo.

TL: ¿Un truco infalible para conquistar?
MN: ¡Ese me gustaría saberlo!