Pétrus, el vino francés que vuelve locos a muchos y que solo unos pocos pueden permitirse
Pétrus es el vino que todos quisiéramos beber alguna vez en nuestra vida, pero que muy pocos consiguen hacerlo. Un ejemplo claro de exclusividad líquida.
Todo el mundo conoce Pétrus. Mejor dicho, todo el mundo que sepa algo de vinos sabe que Pétrus es un icono, unos de los vinos más grandes, valorados y caros del mundo. Pero ¿cuál es su secreto? Pues lo primero y esencial, su gran terroir y su saber hacer en bodega. Porque si el contenido fuera malo, raramente habría llegado a posicionarse tan alto. Pero también, como ocurre con toda obra de arte, debe haber quien esté dispuesto a pagar 3.500€ de media por una botella, y a Pétrus no le faltan amantes.
La historia de Pétrus
Los dominios de Pétrus permanecieron 200 años en manos de la familia Arnaud, hasta que tras la 2ª Guerra Mundial pasaron a formar parte del patrimonio de Madame Loubat. Esta gran señora estaba tan interesada en esta propiedad, que desde 1925 la fue adquiriendo por partes. A Loubat se le llegó a considerar la gran dama del Pomerol por la fama y reconocimiento que dio a los vinos de esta zona de Burdeos. A su muerte, en 1961, heredó la finca su familia, quien en 1964 vendió la mitad a Jean Pierre Moueix.
Desde que en 2003 falleciese Jean Pierre, la gerencia de Pétrus pasó a su primer hijo Jean François, y la dirección técnica de la bodega a su segundo hijo, Christian. Aunque en el alma de Pétrus hay que destacar otro gran nombre, el de Jean-Claude Berrouet, enólogo responsable de elaborar este gran vino, al menos hasta que en 2007 cediera su puesto a su hijo Olivier. Todo queda en familia.
El secreto de su exclusividad
La mayoría de las bodegas de Burdeos poseen espectaculares Châteaux, castillos dignos de salir en los cuentos de Disney o en Downton Abbey. Sin embargo Pétrus parece una estación de tren de provincias (como es su día afirmó el crítico de vinos José Peñín). Lo único especial (y algo pretencioso) que tiene es su icónica estatua de San Pedro sentado en una barca predicando, con la llave del paraíso en la mano. ¿Anuncio de que beber su vino te puede transportar al cielo? Seguramente.
Pero lo más importante y valioso de esta bodega no son sus instalaciones, sino su terroir. Poseen 11,4 hectáreas de viñedo de una media de 45 años, plantados sobre suelos arcillosos, tanto en superficie como en profundidad. Un terreno ideal para el cultivo de la merlot, variedad de uva que originariamente ocupaba el 95% del viñedo de Pétrus (el otro 5% correspondía a la variedad cabernet franc) y que desde 2011 lo domina por completo. Pétrus 2010 fue el último vino en elaborarse con un 3% de cabernet franc.
Cómo es Pétrus
Una vez llegado el momento óptimo de vendimiar las uvas, en Pétrus no escatiman en nada. Tanto si tienen que contratar a 200 vendimiadores de golpe porque quieren que las uvas lleguen lo ante posible a bodega, como si tienen que hacer lo imposible para que dichas uvas lleguen totalmente secas. De hecho, un año en el que durante la vendimia lloviznaba, alquilaron helicópteros para que el aire producido por las hélices secase las uvas ¡Helicópteros!. Ya en bodega, el mosto fermenta en depósitos de hormigón y pasa una crianza de entre 22 y 28 meses en barricas nuevas de roble francés.
La selección final es tan estricta, que no todas las barricas son aptas y muchas se destinan a la elaboración de otros vinos. Con todo esto, la producción media anual de Pétrus ronda las 15.000 botellas. Además, el resultado logra mantener año tras año la misma esencia de Pétrus: un vino perfectamente equilibrado e identificable por sus aromas. Un vino que no solo engrandece la apelación Pomerol, sino que está considerado uno de los mejores vinos del mundo. De hecho, desde 2013 posee un código único en su etiqueta para así limitar el riesgo de falsificaciones.
Su precio, una nimiedad: 3.000-3.500€ de media. Cantidad que se incrementa notablemente en añadas como las de 2009, 2010, 2015 o 2016. En ellas, el famoso crítico norteamericano Robert Parker, les otorgó sus tan preciados 100 puntos. Sin lugar a dudas, Pétrus es el vino que todos quisiéramos beber alguna vez en nuestra vida, pero que muy pocos consiguen hacerlo. Un ejemplo de exclusividad líquida.