El matcha lleva meses en la cresta de la ola. Sus diferentes variedades culinarias arrasan en las redes sociales, sobre todo la versión espumosa y humeante del matcha latte ahora que el otoño está aquí. Los chupitos de este té verde milenario se convirtieron en la bebida oficial de la Semana de la Moda de NY. Y no hay famoso que no lo haya fotografiado en algún rincón del mundo.
Pero el resto de los mortales también estamos entregados al matcha. Y los que no, tomen nota de sus beneficios para la salud. Este té en polvo de alta calidad y muy fácil de preparar es originario de Japón y tiene siglos de historia. Su cultivo y preparación responde a tradiciones milenarias orientales. Se realiza con hojas de té (tencha) protegidas de la luz del sol, que después pasan un proceso de secado y molido hasta resultar en un fino polvo verde jade que es una fuente de nutrientes y antioxidantes mucho más potente que otros tés verdes.
Aseguran que acelera el matabolismo, controla la presión arterial, reconduce el estrés físico, estimula el sistema inmunológico, estabiliza la insulina, reduce el crecimiento de células malignas y contiene una dosis importante de cafeína que apuntala el estado de alerta, sin las toxinas del café. Al disminuir los niveles de frecuencia cardíaca, se trata de una alerta calma (doy fé). De ahí que el matcha sea parte importante de la tradicional ceremonia japonesa del té y esté asociado al ritual de la meditación Zen.
Sus propiedades se miden por el brillo del color y la pureza de la hoja. Y esto es importante. No todos los tés que se venden tienen la misma concentración y calidad. Ahí está la clave. También hay que asegurarse a la hora de pedirlo ya preparado que no esté demasiado aguado ni contenga edulcorantes tóxicos.
Su sabor es fuerte y muchos establecimientos tienden a endulzarlo en exceso, con lo que pierde parte de sus beneficios. Quizás por eso los puristas no están muy felices de ver cómo triunfa la versión del matcha con leche, matcha latte, en EEUU. Y recomiendan el matcha espeso o koicha, cuya consistencia es parecida a la miel.
La manera más fácil de prepararlo es mezclarlo en agua caliente con un agitador de bambú y dejarlo reposar. Puede añadirse después leche batida para conseguir la versión del matcha latte, añadiendo la espuma al final. Al ser en polvo, también se puede utilizar sin infusionarlo en recetas de bizcochos, magdalenas, helados, tartas, que abundan en Instagram. Y están absolutamente deliciosas. También doy fe.
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