La tradición de los huevos de Pascua

Cuando iba San Pedro a visitar la tumba de Jesús se encontró a María Magdalena que le dijo que Cristo había resucitado. Él contestó: «Lo creeré cuando los huevos de las gallinas sean rojos». Magdalena mostró su delantal con una docena de huevos de este color. Ese es el bonito cuento con que la Iglesia intenta explicar lo de los huevos de Pascua. Pero la costumbre de regalar huevos por Pascua de Resurrección va unida a la renovación de la naturaleza y se relaciona con el primer día del año solar: el 21 de marzo. En sepulcros prehistóricos ya se han encontrado huevos.

El huevo simboliza la creación del mundo (huevo cosmogénico fenicio) y la renovación de la fertilidad anualmente. En papiros egipcios aparece el dibujo de un huevo ‘emblema de vida’ sobre la cabeza de difunto, como significando de que hay un Más Allá. Los chinos creían que el primer hombre había surgido de un huevo caído del cielo. En antiguas tradiciones europeas el huevo formaba parte de las ofrendas para pedir el retorno de la primavera. En las fiestas romanas en honor de la diosa Ceres, se la ofrecían tartas con huevos, ‘mundas’, que eran símbolo de vida y de resurrección.

En el cristianismo -en las catacumbas- aparecen huevos de mármol pintados de rojo; son las ‘almas’ de los mártires (costumbre pagana). Más tarde, en el Viernes Santo se empieza a bendecir huevos rojos que se regalaban el Domingo de Pascua. Luego se les añadió el azúcar y, por último, el chocolate. Otra costumbre era vaciar un huevo y hacerlo bailar sobre un surtidor (costumbre que se sigue haciendo el día del Corpus en Barcelona). Todavía en fiestas del norte de España, algunas jóvenes se visten con trajes hechos de cáscaras de huevo, que -aunque no lo sepan- son signo de fertilidad.

España tiene la tradición de la ‘mona’ de Pascua, que viene de la palabra ‘munda’ (la cesta de ofrendas a Ceres, tradición que se sigue haciendo en Talavera de la Reina, el sábado siguiente a Semana Santa, aunque ahora es a la Virgen del Prado). Las ‘monas’ del siglo XVII eran panes amasados, en cuya superficie se ponían huevos duros. Suelen ser tortas de diferentes formas (hornazos) y es tradición que regalen los padrinos o abuelos. El número de huevos solía ser equivalente a la edad del destinatario. Al llegar a los doce años, el niño dejaba de recibir el regalo (empezabab a ser caro). En cuanto a la palabra, viene del árabe ‘muna’ que significa regalo u ofrenda. Hussein llamó a su mujer así al considerarla un regalo de Alá.

HUEVOS PINTOS
Curiosa es la tradición de tierras asturianas (sobre todo en Pola de Siero, Sama de Langreo o Avilés), costumbre que les llegó de Oriente. En Pola se hace el martes de Pascua (fiesta de los huevos pintos), que se cocían con leña de roble tomando ese color que les dio el nombre de Huevos Prietos y, más tarde, Huevos Pintos, pues se teñían con anilinas de colores. La primera condición es que el huevo esté cocido y caliente para que absorba las tintas. Una plumilla fina para los contrastes de luz y sombra; luego la frase y un motivo casi siempre asturiano. Todo muy antiguo, mucho más que la moda de los ‘conejitos’ de chocolate que nos llega de Europa.