Lo más importante de la arquitectura es su vinculación con el mundo que nos rodea. Por ello, es muy fácil enamorarse de ella cuando viajamos a Madrid, una ciudad con calles que han consensuado durante siglos diversas arquitecturas. Los edificios de la capital cuentan con elementos de todo tipo, desde elegantes cúpulas hasta llamativas torres, pasando por miles de construcciones únicas. Sin embargo, entre todos ellos destacan las Torres Blancas de Madrid.
Hablamos de un edificio que pone en jaque al más despierto tanto por su robustez, como por su intrincada forma de desafiar el espacio circundante. Pero el edificio es algo más que su exterior, la forma sigue a la función, y ésta se reinterpreta de diversas maneras. El año pasado saltó a las revistas de arquitectura una de ellas. Hablamos de la propuesta de Studio Noju, que no ha pasado desapercibida en las redes.
De hecho, ha sido un rotundo éxito, tanto, que este año destaca una propuesta artística del fotógrafo y cineasta Derek Pedros, acompañado por la bailarina Elena Castellanos. Ambos están unidos por el mundo de la danza. Ella por ser bailarina de danza clásica y él por ser un especialista en danza y en arquitectura, una materia que le une a su vez a Noju.
El caso es que el estudio de arquitectura Noju se alió con estos artistas para hacer una coreografía en la reinterpretación de un apartamento de Torres Blancas, el edificio brutalista por excelencia de Javier Sáez de Oíza. Hablamos de un edificio que trató de crear viviendas utópicas en la década de los 60. Sin embargo, al final su porte robusto y azaroso le ha llevado a ser estudiado en todas las escuelas de arquitectura españolas y muchas del extranjero.
La obra de los arquitectos se centró en darle a los 400 metros cuadrados de la vivienda una segunda oportunidad de lucir en todo su esplendor, partiendo de la configuración inicial de Oíza, y añadiendo un toque contemporáneo adaptado a su nueva vida. Esta vivienda se desarrolla en dos plantas dentro de la torre, albergando espacios que nada tienen que ver con los que acostumbramos a transitar.
La vivienda permanece conectada con el exterior por varias zonas ajardinadas, unas terrazas que permiten respirar y que se convierten en el corazón de la vivienda. Los arquitectos poblaron estas zonas con un ecosistema propio de especies vegetales y una pequeña huerta. En las imágenes tomadas por Pedros podemos ver la conexión entre vegetación y humanidad, con la figura de Elena interpretando el momento.
Conscientes de la importancia de la luz, los proyectistas aprovecharon los bloques de vidrio originales para dar continuidad a ésta a través de los espacios. Además de darle personalidad, preservando la nítida imagen que podría quedar del tiempo en que se confeccionó el edificio. Aunque la mayor singularidad del inmueble se centra en la dispersión luminosa de las distintas fachadas y en la forma circular, que configura el exterior y el interior.
Aprovechando los detalles, enfatizaron las curvas con la distinción de materiales nobles, y aportaron un área oculta con un panel móvil para dividir el espacio si es necesario. Otra moderna incorporación consistió en la construcción de una escalera anclada a pared con un peldañeado en tonos claros que parece fundirse con la parte inferior de la misma, mientras que la parte alta se reviste de madera.Este últom un detalle de muy buen gusto que se remata con la reinstalación de la barandilla original de la vivienda.
La planta baja es prácticamente diáfana, y los espacios se diferencian por los materiales que los definen. Entre ellos encontramos propuestas atractivas, como la introducción del pavimento exterior al interior, conectando visualmente los dos modelos elegidos y las distintas funciones de los espacios. En las imágenes, la bailarina nos da la espalda para que podamos apreciar la carpintería curva frente a las curvas paredes que dan cobijo a los muebles y sofás arqueados.
La magia está en la continuidad y, aunque los materiales van cambiando en las estancias, las formas no. Vemos la encimera continua a medida, los suelos de resina o la bañera redonda en el baño principal. Y en el resto de cuartos húmedos el gresite configura las paredes debido, probablemente, a su fácil adaptación a las paredes orgánicas.
En la planta segunda el roble toma vida para acompañar a los usuarios, quizá por su carácter más hogareño o por su nobleza. En este espacio dos dormitorios son los elementos estables, pero otros dos espacios se pueden convertir en zonas de descanso si son requeridos. Esta versatilidad de los espacios es algo pocas veces visto, pero muy práctico cuando se requiere dar cobijo a invitados.
Otro guiño al pasado es la incorporación de formas circulares en algunos elementos con una luz anaranjada que imita a la que se filtra a través del pavés de fachada, convirtiendo las zonas en la repetición lumínica exterior. Si la arquitectura los tuviera Premios Oscar, esta vivienda se llevaría uno, pero a falta de ellos, la interpretación del fotógrafo y la bailarina unen la danza y a la arquitectura.
Interpretar los espacios para darle una vida apropiada a los usuarios de una residencia no es cuestión baladí, au contrarie, que diría el clásico. Detrás hay años y años de ideas de profesionales aportando su trabajo, y aún seguimos encontrando nuevas formas de interpretar las viviendas. En un ejercicio arquitectónico singular, el dúplex de Torres Blancas muestra su mejor versión… hasta ahora.
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