Hong Kong está en nuestras retinas debido a los disturbios a los que está sometida. La isla asiática no respira tiempos de tranquilidad, muchos de sus ciudadanos están en desacuerdo con las políticas que quiere imponer el poderoso imperio Chino, así que llevan meses en una lucha contra el gobierno. Quién ganará el pulso está aún por decidir, pero no debemos olvidar que el estatus de libertad que ha reinado en la metrópolis le ha granjeado su posición social y buena parte de su fama internacional.
Hong Kong es un atractivo lugar de negocios, de hecho, ocupa el cuarto puesto del «Doing Business» (clasificación de países según su facilidad para hacer negocios), así que no es de extrañar que la rama económica de la Universidad de Chicago quisiera ubicar una sede allí, siendo ésta la cuarta, detrás de las dos americanas, Hyde Park y Downtown, y la inglesa de Londres. Con la apertura de este nuevo edificio, la famosísima escuela de negocios internacional Chicago Booth afianza su posición de liderazgo en Asia.
El centro, llamado The Hong Kong Jockey Club University of Chicago Academic Complex / The University of Chicago Francis and Rose Yuen Campus, cuyo larguísimo nombre es fruto, obviamente, de distintos acuerdos con sedes locales, se encuentra ubicado en un lugar muy especial, una ladera en Mount Davis. Un espacio que posee unas espectaculares vistas al mar, vistas que influyeron decisivamente en la ejecución de un singular edificio con formas sinuosas y fachadas de cristal, un edificio que nace de las ruinas de otro: una antigua cárcel.
Se llamaba Centro de Detención Victoria Road y abrió sus puertas en 1967 para encarcelar a los agitadores de la época, pero el edificio tiene más historia, dado que su construcción data de unos años antes, en 1950, año en el que se levantó sobre un emplazamiento de armas en desuso, que había sido parte defensiva de la ciudad en la Segunda Guerra Mundial. Más tarde, la Subdivisión Especial, el brazo de contraespionaje de Hong Kong, lo usó como cárcel. Este pasado ha quedado patente en la nueva construcción, dejando intacta una parte del mismo, porque el pasado no debe olvidarse.
La intervención ha costado unos 75 millones de dólares, al cambio, 68 millones de euros que, como no, han sido muy bien aprovechados y dirigidos por el equipo de arquitectura al cargo, llamado Revery Architecture, con sedes en Vancouver, Washington y Hong Kong. Ellos se han encargado de diseñar un inmueble que se adapte al anterior, aprovechando su ubicación y parte de su estructura, pero cambiando totalmente su función primaria, pasando de defensa territorial o reclusión de personas, a instalación educativa internacional, ahí queda eso.
Según los arquitectos, el diseño del inmueble se inspiró en la abrupta y desafiante topografía del lugar, una escarpada ladera que no deja lugar al error, ni al espacio, de ahí su anterior uso militar, un sitio perfecto para vigilar o ser vigilado. Al ser parte del patrimonio de Hong Kong, la disección del edificio debía hacerse respetando ciertas zonas, pero, también, debía respetarse la idiosincrasia paisajística de la ladera, reservando senderos naturales para el uso público.
Resultado: un innovador complejo que serpentea la ladera, dejando espacio para los árboles, flotando entre los restos históricos y mimetizándose con el conjunto de ambos patrimonios, el cultural y el natural. Las construcciones antiguas se han transformado en modernas aulas, salones para estudiantes y salas de exposición del pasado, todo envuelto por generosos vidrios de piso a techo, con protectores solares que se adaptan a su orientación al oeste, a Occidente (es casi poético, lo sé).
El complejo alcanza tres alturas: la planta baja, una planta sobre rasante y otra bajo ella, aprovechando los espacios naturales de forma escalonada desde su entrada, donde te lleva la carretera que recorre la costa (Victoria Road). El tamaño del sitio es de casi 5.000 metros cuadrados repartidos en oficinas administrativas, salas de estudio, aulas, lobby, sala multifunción, salón multimedia, patio interior y terrazas exteriores, además de los senderos públicos que atraviesan el recinto. En total, de las cinco construcciones preexistentes, tres se integran en el edificio académico.
Para unir los edificios existentes y crear las dependencias necesarias se diseñó un espacio de hormigón, que se sustenta en atrevidos pilares anclados a la escarpada pendiente. Esto obligó a la consultoría de ingeniería Arup a introducir micropilotes en vez de cimientos de mayor tamaño, dado que la ejecución de estos podría poner en riesgo la integridad de las antiguas construcciones. Sobre ellos, forjados de hormigón armado permiten paredes exteriores de cristal, con una alta eficacia en protección solar y acústica, integrando en el inmueble los parámetros actuales de sostenibilidad tales como: un sistema de aire acondicionado que recupera calor, elevando su eficacia, una red de iluminación de menor consumo que, además, tiene controles sensibles a la luz solar, disminuyendo su uso cuando no es requerido, y sistemas de reutilización de aguas.
Los abundantes espacios libres comunican al interior en distintas cotas, con paredes de celosías que permiten la circulación de aire, consiguiendo beneficios atmosféricos (aire puro) y regulando la temperatura de forma natural. Uno de los lugares emblemáticos dentro del complejo es un árbol de 75 años de edad sobre el que pasa la pasarela curvilínea que sirve de transito interior, y que crea un espacio resguardado exterior, punto estratégico para la práctica de ejercicio o el Tai Chi.
El complejo universitario abrió sus puertas a finales de 2018, y en abril de 2019 abrió su museo del patrimonio, donde exponen las investigaciones históricas realizadas por la universidad de Chicago, que abarcan entrevistas con historiadores, ex detenidos y otras personas vinculadas al lugar. Los frutos sociales y económicos de este centro universitario están aún por ver, aunque el tejido cultural entre distintos fortalece la integración. Sin embargo, el discurso arquitectónico está claro: el presente debe respetar el pasado y mirar al futuro.
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