Si hace exactamente un año David Bustamante irrumpía en los escenarios madrileños protagonizando Ghost, su primer musical, ahora da el salto a Barcelona conquistando al público del Teatro Tívoli.
Ghost es una comedia dramática cuyo punto de partida es la película del mismo título protagonizada por Demi Moore, Patrick Swayze y Whoopi Goldberg, que fue la más taquillera de 1990. La historia cuenta la historia de Sam y Molly, un ejecutivo de cuentas y su novia, cuando en un atraco en el metro él resulta muerto, en principio accidentalmente.
Todos sabemos que en realidad queda atrapado en un espacio indeterminado entre la vida y la muerte. Puede estar entre los mortales aunque solo unos pocos perciben su presencia. Así es como descubre que su muerte no fue accidental, sino fruto de un complot organizado por su mejor amigo y compañero de trabajo, envuelto en una turbia red de manejo de dinero negro.
Consciente de que Molly puede ser la posible futura víctima, Sam contacta con una pitonista con antecedentes policiales que logra convencer a Molly de su contacto ultrasensorial con él. El juego entre mortales y fantasmas se toma su tiempo hasta lograr que la canción “Unchained Melody”, que hizo populares a los Righteous Brothers, marca el romántico final. El resto de la banda sonora está firmada por el famoso Maurice Jarre.
Después del éxito del filme se escribió la obra teatral que se estrenó en Manchester en 2011. Dio ese mismo año el salto al West End y solo uno después llegó a Broadway.
Sobre el Ghost que ahora llega a Barcelona, su mayor complejidad estriba en los trucos, desapariciones, vuelos, desdoblamiento de personajes y cuerpos atravesados por otros. Todos están relativamente bien resueltos gracias a la habilidad del ilusionista Paolo Carta. También ágil resulta la dirección de Federico Bellone, en especial las secuencias con magia de por medio.
En general la compañía se desenvuelve correctamente, en especial Ana Dachs, un encanto de mujer que se debate entre la cruda realidad y la fantasía de un eterno difícil de asimilar. Ella tiene dos galanes, Ricky Merino, de la escuela de OT, y el ya veterano David Bustamante, que resuelve su papel como cantante de modo excelente. También aceptable es su presencia como actor, un riesgo de responsabilidad máximo en un rol protagonista como el que nos ocupa.
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