Puede parecer una pregunta atípica y extraña, pero en realidad no lo es. Nuestros hijos han nacido dentro de la era digital y no han conocido una realidad distinta a la que proporcionan Internet y las nuevas tecnologías. Por tanto, tiene todo el sentido para los padres preguntarse qué piensan ellos realmente de Internet y en qué modo configura su forma de pensar y de aproximarse a la vida.
Internet es una herramienta a la que recurrimos constantemente. Y los pequeños ciudadanos digitales no conocen cómo sería la vida sin la red, ese ente abstracto que tan pronto nos sirve para resolver dudas escolares, como para facilitarnos el teléfono para pedir una pizza o para encargar piezas de Lego en cualquier lugar del mundo.
Tu hijo cree que es una persona. A sus siete años y dentro de lo que es esperable dentro de su periodo evolutivo afectivo-sexual, Pablo no manifiesta demasiado interés en las chicas y no quiere ni oír hablar de novias. Para eso está Internet, con quien dice que “se va a casar”. Este es un ejemplo 100% real de cómo los niños atribuyen funciones propias de las personas a la red, en la que encuentran recursos sociales, lúdicos e intelectuales con los que estimular su inteligencia, distraerse y aprender.
Según Judith Danivith, psicóloga de la Universidad de Louisville, el efecto es tan importante como que “va a moldear su forma de pensamiento de por vida”. Es más, añade: “Internet tiene la extraña propiedad de ser, en cierto modo, parecido a un humano, en el sentido de que selecciona información e interactúa con nosotros”.
Esta imagen abstracta que se crean los niños no termina de tenerse clara, aunque los investigadores están tratando de saber más sobre el tema y se cree que desde la guardería los niños ya tiene un ligero entendimiento de lo que son los ordenadores y para qué sirven. Los niños saben, por ejemplo, que no tienen ni corazón, ni sentimientos, ni cerebro. Y aunque no lo emplean para documentarse acerca de temas como la educación moral, en su mayoría asumen que todo lo que sale o dice Internet es real.
Descubriendo la verdad de Internet. Pero, ¿qué pasa cuando lo que dice Internet está en contradicción con lo que dicen los padres, por ejemplo? Los experimentos con niños pequeños van en la dirección de indicar que la confianza en la fiabilidad de Internet se asume del mismo modo en que se confía en las personas: “Confían en los que han acertado previamente”. Así, si el ordenador falla varias veces en la respuesta, el niño dejará de confiar en las repuestas. La relación con el dispositivo y la información que proporciona van cambiando en el niño a medida que descubre que la fuente de Internet son las personas, descubrimiento que les hará desconfiar más de lo que hacían hasta ese momento.
En cualquier caso, los padres debemos intentar, cuanto menos, ponernos en la piel de los más pequeños para asumir qué es lo que entienden y lo que no, para ayudarles a rellenar las lagunas de conocimiento y comprensión y para que lleguen a una relación sana con los dispositivos en la que se controlen y mantengan a raya las amenazas de Internet.
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