La eterna sonrisa de Verónica Forqué nos ha dejado víctima el suicidio. Y es momento de hablar alto y claro. Con su marcha, nos ha dejado un gran legado cinematográfico y una gran responsabilidad como sociedad.Ella tenía una sonrisa que nunca la abandonaba; o eso creíamos todos. En algún momento debió abandonarla porque si no, ahora no lloraríamos su muerte.
¿Por qué es tan difícil hablar del suidicio y de lo que nos lleva a él? ¿Por qué es tan difícil darnos cuenta de que cualquier ser querido, amigo o familiar nos necesita? ¿Cómo saber cuándo y cómo ayudarles?
Más de doce personas al día se quitan la vida en España y nadie habla de ello. Por eso hoy, viendo que el suicidio afecta a personas desconocidas y también conocidas como Verónica Forqué, hablamos sobre esto con Elena Benítez psiquiatra y experta en conductas suicidas.
The Luxonomist: ¿Por qué no hablamos de suicidio cuando se lleva al día a tantas personas?
Elena Benítez:El suicidio es una realidad incómoda porque a la propia muerte se añade el estigma de la enfermedad mental. Existe una especie de “ley del silencio” que afecta y condiciona a personas que han vivido una experiencia suicida, bien por sí mismas o en su entorno cercano; y que transmite a estas personas el mensaje de que no deben hablar de ello. Eso aumenta sus sentimientos de vergüenza y culpa, les hace sentirse cada vez más aislados… En definitiva, ese silencio empeora el pronóstico.
TL: ¿Qué le pasa por la cabeza a alguien que piensa o consigue quitarse la vida?
EB:Una persona inmersa en una crisis suicida tiene una visión sesgada de la realidad, una visión catastrofista de su vida que está condicionada por lo que llamamos la “lógica depresiva”.
Se trata de pensamientos automáticos que le invaden y que le impulsan a dejar de sufrir. La persona siente que su sufrimiento nunca acabará, que no será capaz de superarlo, que no vale nada, se siente una carga para los demás.
La persona entra así en lo que llamamos una “visión en túnel”, en la que no es capaz de valorar otras alternativas, siente que no hay solución posible. Cuando se llega a ese punto, si no se detecta a tiempo, el riesgo de presentar una conducta suicida es elevado. Pero es importante recalcar que la ideación suicida es un síntoma más de la depresión, que la depresión es tratable y el suicidio es prevenible.
TL: ¿Cuál es el proceso para llegar a este punto?
EB:No hay un proceso único, el suicidio es un fenómeno complejo en el que intervienen múltiples y diversos factores. Algunos factores son permanentes como la predisposición genética, intentos previos de suicidio o si ha habido trastornos depresivos previos…. Estos factores permanentes determinan grupos de riesgo, es decir, personas más predispuestas a la conducta suicida.
Y existen otros factores que son puntuales, o agudos, que determinan situaciones de riesgo. Por ejemplo padecer un trastorno depresivo mayor activo, enfermedades físicas especialmente si son invalidantes o dolorosas, consumo de alcohol, pérdidas recientes… Cuando en una persona perteneciente a un grupo de riesgo se da una situación de riesgo puede haber una alta probabilidad de cometer un intento suicida.
TL: ¿Por qué cada día más jóvenes llegan a este terrible final?
EB:A lo largo de la vida, sabemos que la adolescencia-primera juventud y la tercera edad son etapas en que debemos prestar especial atención al riesgo de suicidio. La adolescencia es un etapa
en los que impera una visión negativa y distorsionada de uno mismo, de su entorno, de su pasado y su futuro.
La persona en crisis suicida a período complicado en el que son frecuentes los sentimientos de estrés, inseguridad en uno mismo, suelen sentirse presionados para encajar socialmente y tener éxito, se dan las primeras pérdidas vitales… estas experiencias pueden suponer un factor de riesgo en individuos predispuestos.
Además es la etapa en la que suelen comenzar los trastornos mentales graves, y es fundamental incidir en que en la mayoría de casos de suicidio en adolescentes existe una enfermedad mental asociada que suele ser el factor determinante. Por eso debemos prestar especial atención a la salud mental en este período y ante cualquier signo de alarma consultar con un profesional de la salud mental infanto-juvenil.
TL: ¿Por qué existe ese falso mito» de que si se habla de suicidios «se van a dar conductas imitativas»?
EB:Si sospechamos que una persona puede tener ideas de suicidio, preguntarle acerca de ello y mostrarse receptivo para escucharla suele, de hecho, prevenir el riesgo suicida. En este sentido, la visibilización del problema es esencial para generar una concienciación social, eliminar el estigma.
Que las personas en crisis suicidas sepan que pueden pedir ayuda y que su entorno va a saber dar respuesta a esa petición. Es necesario hablar sobre ello, pero hay que hacerlo bien. Siempre que la información proporcionada sea rigurosa y con espíritu divulgativo, evitando los detalles morbosos y la romantización, e incidiendo en que el suicidio se puede prevenir, el impacto va a ser positivo.
TL: ¿Todo el mundo que se suicida tiene enfermedades mentales?
EB:Existe amplísima evidencia científica que demuestra la relación entre los trastornos mentales, sobre todo la depresión, con la conducta suicida. Se estima que al menos en el 90% de suicidios consumados hay algún trastorno psiquiátrico, aunque algunas investigaciones elevan esta cifra hasta un 98%.
TL: ¿Cómo podemos ayudar como sociedad a que el suicidio de Verónica Forqué no sea una plaga y podamos hacer algo?
EB:Debemos hablar sobre ello, visibilizar el problema tratando la conducta suicida con la misma compasión y amabilidad con la que tratamos otros problemas de salud. Informarnos en fuentes rigurosas, y en esto los medios de comunicación y las redes sociales tienen un papel fundamental.
Conociendo los factores de riesgo, aprendiendo a escuchar a quienes puedan estar en riesgo suicida, sabiendo cómo actuar y facilitando el acceso a los recursos de ayuda. Y desde las instituciones sanitarias se debe invertir en salud mental, garantizando unos recursos humanos suficientes para que podamos atender a estos pacientes con la premura y calidad.
Por todo esto debemos hablar con naturalidad del suicidio y explicar a quienes sufren que estamos a su lado para tenderles una mano; para evitar su dolor; el de que los que se quedan aquí llenos de preguntas sin respuesta.
Hablemos del suicidio de Verónica Forqué y del de tantos otros que piensan en llevarlo a cabo pero aún están aquí para ayudarles.