#CloseTo David Bustamante: “En muchos momentos, se ha ensuciado mi imagen”
David Bustamante nos recibe en plena gira de conciertos en los que demuestra que las experiencias vividas le han hecho fuerte y que hay artista para rato.
Conserva la naturalidad que le hizo especial en la primera edición de OT. Han pasado casi veinte años. En ese tiempo, David Bustamante no ha hecho más que crecer como artista y persona. Ha vivido momentos de éxito desmesurado, otros de replantearse las cosas. Ha conocido el amor, el desamor y todos esos estados de ánimo que hacen que nos replanteemos muchas cosas. De esas subidas y bajadas ha salido fortalecido. “Como no ha habido trauma, estoy feliz”, me dijo hace unos días. El hombre de hoy, como el artista, es más héroe. Y a ese valor le canta hoy…
The Luxonomist: Me alegra mucho verte. El “de vez en cuando” hay que convertirlo en “frecuente”. Compruebo que vas a mejor…
David Bustamante: Estar feliz es la clave. El estado anímico es lo que nos afecta a la mirada, al pelo, a las uñas, a la piel. Puede parecer una tontería, pero es así. Estar conforme con uno mismo es el secreto para superar todos los males.
TL: Todo eso se ve también en la mirada…
DB: Claro, porque sonríes desde dentro y lo proyectas fuera. Y eso es muy diferente a todo.
TL: ¿Cuál es tu momento ahora, David?
DB: Estoy viviendo uno de muchísima energía, vitalidad y de muchas ganas de querer hacer cosas, de activar la creatividad para crear con peso, dejando huella. Ya no quiero pasar de puntillas. Tengo una edad, unos kilómetros a mis espaldas y, aparte de hacer canciones o discos que me pongan a prueba, quiero hacer una música que perdure cuando ya no esté. Es búsqueda de cualquier artista ¿no? El perdurar en el tiempo.
TL: Vamos camino de los 20 años desde OT ¿Te reconoces en aquel chico de los comienzos?
DB: ¡Claro que sí! Me reconozco porque hay muy poca diferencia. Quizás el cascarón externo es el que cambia, porque me van saliendo canas y alguna arruga, aunque no muchas gracias a Dios, pero a aquel chico lo cuido y lo mimo como si fuera una flor. Yo necesito a ese niño joven, le estoy muy agradecido porque, gracias a él, hoy en día soy quien soy. Y le necesito, porque es el que hace que me siga divirtiendo.
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TL: La verdad es que nunca te has olvidado de tus raíces…
DB: Jamás, es básico hacerlo así. No olvidarte y volver, sobre todo. Regresar, disfrutar, oler a salitre, ir a la playa de mi pueblo, estar con mis amigos de cuando tenía 7 años. Para mí es fundamental para recordar el porqué de tanto esfuerzo, porqué salí de allí y porqué quise cantarle a miles de personas. Siempre es especial y sigo sintiendo esas mariposas en el estómago, que son necesarias para no perder nunca la referencia y la responsabilidad.
TL: ¿Imaginaste todo esto?
DB: Noooo, era muy difícil, siendo de donde soy yo, un pueblo de 3.500 personas, lo más fácil y previsible es que hubiera seguido en la construcción, en la mar o la hostelería, como hacen a mayoría de mis paisanos y de mis amigos. Gracia a Dios, a mi fe y la de los que me rodeaban, que también es importante, mi hizo lograr un imposible.
TL: Los que te rodean pueden ayudar a destruir…
DB: Sin duda alguna, pero ahí entra en juego la fortaleza de uno mismo. Cuando las cosas eran positivas, las cargaba en la maleta. Cuando eran negativas decía ¿Ah, sí? Ya veremos quién tiene razón, tú o yo. Siempre he tenido ese orgullo de que merecía estar ahí, haciendo canciones y trabajando duro, porque nunca me han regalado nada”.
TL: Lo que a unos mata, a otros les hace más fuertes…
DB: Totalmente, así es. Yo me crezco ante la adversidad. Si no fuera así, no estaría aquí. Me ha tocado pelear duro y subir el Tourmalet, por usar un símil ciclista, prácticamente cada año. No sé por qué razón, pero siempre he tenido que demostrar por demás. Pero también te digo que, cuando he desplegado mis alas, he tenido mucho viento a favor gracias a mi público y la gente que me quiere, que es mucha. Siempre me he sentido muy querido.
TL: No hay que recordarte que tú naciste para esto…
DB: Agradezco a quienes piensan así. Yo amo y no entiendo la vida sin música. Tengo la suerte de hacerla y que haya gente que la espere con los brazos abiertos. Yo también consumo música, compro, investigo…
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TL: ¿Qué música escucha un músico?
DB: Yo de todo. Empecé cantando lírico con 8 años. Soy un amante de Plácido Domingo, Carreras, Pavarotti, Alfredo Kraus, Caruso y de grandísimas voces, pero también mi hermano Igor me pegó el hip hop. Me gusta el rock, el pop rock y soy un amante de las baladas heavy de Bon Jovi. Escucho absolutamente de todo. Siempre sido un defensor de luchar contra las etiquetas. La música siempre es música. La honradez y honestidad de un artista es escucharla toda siempre, sin prejuicios, y disfrutar aprendiendo.
TL: ¿Qué te hace distinto para que sigas llenando los lugares donde actúas?
DB: Mi verdad, lo que ves es lo que hay. He cuidado siempre mucho a mi público, pero lo que hay en mi corazón es lo que ven en el escenario, no hay trampa. Yo, desde mis comienzos, he tenido que demostrar que canto en directo. Hay veces que la voz se resiente de los esfuerzos de cientos de conciertos pero, cuando no está la voz, está el alma y el sentimiento.
TL: Los años te han hecho perfeccionar la voz y también ya bailas mejor…
DB: Procuro formarme. He seguido preparando la voz durante todos esos años. Mi foniatra ha sido mi salvación en muchos momentos. Me enseñó muchas cosas. Antes de correr uno empieza a caminar y, con la voz, ocurre más o menos lo mismo. Es importantísimo que sepamos hablar, el logopeda para los cantantes es básico porque muchas veces nos destrozamos la voz por hablar/cantar en un tono que no nos corresponde. Y bailando… He tenido y tengo a la mejor profesora, que es mi chica. Es bastante más simpática como pareja que como profesora, porque la tuve que padecer en ¡Mira quién baila! (risas)
TL: ¿Te has ido redescubriendo con los años?
DB: Sí, sí… Ha sido una prueba constante. Ha habido cosas que nunca imaginé que haría o que escribiría ¡y lo he hecho! Incluso no imaginé que pudiese cantar del modo que luego lo he hecho. Uno se sorprende a sí mismo, pero siempre poniéndote a prueba. Cuando llegas al techo, a las metas que te has puesto, hay que empujarlas un poco más arriba porque eso es la vida. Hay que tener alicientes, ilusiones y pruebas que superar.
TL: ¿“Héroes en tiempos de guerra” es una declaración de principios?
DB: Es, ante todo, una canción maravillosa y un gran titular, porque nos hacen falta héroes. Necesitamos esas personas que, con pequeños gestos, hacen que este mundo sea mejor. Estamos en tiempos socio- políticos muy convulsos y hace falta gente que medie, que con sentido común no embarre más la sociedad para que volvamos a estar tranquilos.
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TL: ¿Ha sido todo muy duro?
DB: Sí, lo fue. Ahora vivo un momento muy dulce y sería injusto no decirlo pero, en ciertos momentos, se ha ensuciado mi imagen. Cuando yo salía a la calle, me preguntaban cosas que me herían continuamente. Y lo hacían una, dos, tres veces… hasta que me enfadaba. Yo soy una persona súper feliz, pero me sentí sobrepasado en algunos momentos y, cuando eso ocurre, uno saca a relucir lo peor de uno mismo. Ahora, gracias a Dios, vuelvo a tener un equilibrio y paz, porque todo el mundo la necesitamos.
TL: “Todos nos creemos fuertes, autosuficientes e, incluso, importantes”. Es una frase tuya…
DB: Es una realidad. Todos tenemos nuestro punto de egocentrismo y nos miramos a nuestro ombligo. Eso nos hace desviarnos del camino correcto.
TL: ¿Te has desviado mucho?
DB: No demasiado porque no estaría ahora en el correcto (risas). Dejé las migas de pan en ese camino. Muchas veces uno no sabe qué decir, cómo actuar, qué hacer en cada momento. Y es cuando uno necesita apartarse, respirar, ver todo desde otra perspectiva, salirte de tu propio cuerpo y valorar con quién quieres estar, a quién quieres en tu entorno, quiénes son tus amigos de verdad.. ¿Eres feliz o es hora de buscar otras cosas? Yo hice todas esas reflexiones y he acertado.
TL: “En el olvido de algunos encuentras tu sitio”. Otra de tus sentencias…
DB: Sí, sin ninguna duda. La vida, sin tener rencor, te va dando personas que te sorprenden para bien y otras que, desgraciadamente, lo hacen para mal. Lo bueno y bonito de esto es que, las del mal, no te dejen ningún rencor, porque no te dejaría seguir. El rencor te hace pequeño, por eso hace falta parar y mirar. Ahora vivo un momento muy de verdad. Tengo muy buenos amigos, una niña maravillosa, una familia increíble, la novia perfecta. Realmente estoy feliz y tengo una carrera que me llena. Estoy haciendo las cosas que quiero.
TL: Las cosas llegan en su momento. Al menos, yo lo creo así…
DB: Me ha tocado librar muchas batallas, demasiadas. Por eso creo que, lo que me queda por delante, es bueno. Creo que me lo merezco porque fomento eso. Tú me conoces. Yo estaré lleno de fallos, pero no soy mala persona.
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TL: “El tiempo se para y encuentras la calma, que frena los golpes de la realidad”. Otra frase tuya…
DB: Así es. He aprendido a base de golpes. Me han dado mucha caña. Alguna exposición mediática ha perjudicado mi imagen, pero es cuestión de recuperarse. Cuando tú no contestas a acusaciones, que no son ciertas, al final la gente se cree esa negatividad y dan por cierto todo lo que se dice en la televisión/prensa. Y no es verdad. Si sabes esperar, al final todo se calma y el tiempo para los golpes.
TL: “La familia, mi brújula, que batalla conmigo sin importarle la razón. Me da fuerza y cree en mí”…
DB: Yo creo en mí, pero es importante hacer feliz a la gente a la que amas. Y hacerlo con tus actos. Si mi familia no es feliz, yo tampoco lo sería. Una cosa va ligada con la otra.
TL: “A mi hija, que es mi todo, me guio en este camino y me dotó del instinto que con los años vas perdiendo”…
DB: Es muy bonito sentir eso. Cuando uno mira hacia dentro, hacia una generación, hacia un estilo que no es el tuyo, tiene otra perspectiva. Mi hija me ha dotado del instinto de la juventud, que uno lo a perdiendo con el paso de los años. Ella me enseña una forma de vivir y de ser. Aprendo mucho de sus comportamiento porque es muy instintiva.
TL: ¿Hay un punto de inflexión en ti con respecto a la paternidad?
DB: Soy una persona totalmente diferente. Mi mundo ya no gira en torno a mí, sino a un ser de diez años que se llama Daniela. Es mi todo. La echo mucho de menos cuando no estoy con ella y, cuando está conmigo, soy la persona más feliz del mundo. Soy un papá que, cuando la veo irse a la cola del colegio, me duele…
TL: ¡Ya verás cuando tenga novio y no te guste ninguno!
DB: Es mi bebé y me tocará vivir otras batallas. Y espero que sean pocas. Lo que yo quiero es que sea feliz y, si se equivoca, siempre estaremos su papá y su mamá para rescatarla. Es imposible que no sufra en esta vida, porque a todos los toca, pero quiero su felicidad y que sea buena persona.
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TL: Cuando vuelves la vista atrás ¿Hay un recuerdo recurrente que te viene a la cabeza?
DB: Ha habido momentos de tirar la toalla, en los que me he sentido triste. He pensado que muchas cosas eran injustas pero, rápidamente, me viene a la mente ese niño del que hablábamos antes. Aquel que pasaba una prueba y otra para OT y que solo quería saber cómo iba a terminar aquello. Me emociono ahora al recordarlo… Le he puesto tantas ganas, Amalia. No hay nadie que me pueda decir que no me lo he currado, que me he sacrificado, quitado tiempo de divertirme con los amigos. De los 19 a los 26 años, tiempo de locuras y de vivir la vida en intensidad, yo me los he perdido para luchar por este sueño. Viví cosas mágicas increíbles, pero diferentes a las de la gente de mi edad. No pude ser un adolescente alocado, siempre tenía que estar impoluto porque se me miraba con lupa (risas)
TL: ¿Cómo gestionaste ese momento?
DB: Sin tener palmeros a mi alrededor. La gente que estaba conmigo, si tenía que ponerme firme ¡lo hacían! Me chirría la gente que hace la pelota, a yo huyo de ella. No critico a quien la quiere al lado, pero yo quiero que me digan la verdad aunque duela. También necesito gente con la que aburrirme, esa que puede estar a mi lado viendo una película y sin necesidad de decir una palabra. No hace falta hablar, simplemente estar. Esas son las cosas de verdad de la vida.
TL: ¿Cuándo se consigue ser la mejor versión de uno mismo?
DB: Cuando no dejas de luchar, cuando nunca te conformas y cuando no dejas de ponerte a prueba a ti mismo. Siempre hay que crecer e intentar ser el mejor como profesional, padre, pareja, persona… Siempre. Estoy en mi momento de madurez. He vivido mucho y muy rápido pero, dentro de unos quince años –en los que espero verte varias veces por el camino- seguro que pensaré en lo poco que sabia hoy. Nunca se deja de aprender.
TL: El niño que fuiste ¿se reconocería en el hombre que eres?
DB: Sí… Uff! Me estás emocionando. Yo creo que igual que le doy gracias a él por como fue, él me las daría por cómo soy. Por haber luchado, no haberme rendido cuando algunos me empujaban a hacerlo…
Localización: Guaimaro (c/Velázquez 48)
Próxima semana: María León (actriz)