Chaîne d’ancre, el símbolo de Hermès que mira al mar

Las grandes marcas de lujo están ligadas a imágenes, símbolos o detalles perfectamente reconocibles. Las dos ‘ces’ de Chanel, la serpiente de Bvlgari, la pantera de Cartier o incluso el azul Tiffany hablan, sin decir nada, de las Maisons a las que representan. En el caso de Hermès las sillas de montar hablan de su origen; su mítica H hace referencia a su nombre; y Chaîne d’ancre (cadena de ancla) a su legado y savoir-faire.

Historia de Chaîne d’ancre de Hermès

En los años 30 Robert Dumas (yerno de Émile Hermès y su sucesor como director de la compañía) paseaba por la costa de Normandía observando los barcos anclados. Su mirada se detuvo en las cadenas de las anclas que los sujetaban y, poco después, los contornos de la emblemática Chaîne d’ancre tomaron forma.

Hoy, más de 80 años después, estos famosísimos eslabones siguen inspirando a Pierre Hardy, director creativo de las colecciones de joyería y bisutería desde 2001, para sus creaciones.

Joyería y complementos que miran al mar

La primera pieza Chaîne d’ancre nació en 1938 (un siglo después del nacimiento de Hermès). Fue una pulsera de plata que según la marca «nació para embarcar a la Maison en un viaje a través de los mares«. Desde entonces este motivo «se ha convertido en una fuente inagotable de inspiración, constantemente reinterpretado con libertad en multitud de formas y materiales».

En joyas como anillos, colgantes, pulseras, brazaletes y pendientes… o incluso en complementos como sandalias, estos aros entrelazados son un must para la Maison.

De hecho su portolio de joyería cuenta actualmente con más de medio centenar de creaciones, sencillas o complejas, simples o con piedras preciosas, que miran al mar gracias a estos eslabones de ancla.

Su Chaîne d’ancre es, igual que los bolsos Kelly, los Birkin o los pañuelos con motivos ecuestres, una de las señas de la identidad de una de las firmas de lujo más potentes del mundo.