La gloria de los ‘segundones’ de Burdeos

*Château Ducru-Beaucaillou 1993. 2ème Cru Classé. Appellation: Saint-Julien (Médoc, Burdeos).
1.- BODEGA. Casa seria y respetada, Ducru-Beaucaillou ha merecido un afecto especial por parte de los aficionados. Segundo cru en la clasificación de 1855, el château ha sido siempre considerado uno de los ‘super segundos’ bordeleses y, entre ellos, uno de los mejores junto a Palmer y los Pichon. Añádase a esto que el precio del Ducru se aparta ligeramente de la severidad bordelesa y ya tenemos el porqué de este afecto especial. Quizá con un punto de injusticia histórica, Ducru tuvo malas añadas en tiempos de cosechas legendarias (88, 89 y 90). Es cosa ya superada –un problema de TCA- con la construcción de una nueva bodega en los noventa, pero la firma tuvo un gran problema de reputación que se ha hecho notar hasta hoy.

Situada a tiro de piedra de Saint-Julien, la propiedad consta de 75 hectáreas plantadas de Cabernet en un 70%; el resto es Merlot. La media de edad ronda los treinta y cinco años. La densidad de plantación es alta: diez mil cepas por hectárea, en busca de una competencia buena para la fruta.

Los suelos de grava –’Beaucaillou’ viene a decir ‘bellos guijarros’- aportan un magnífico drenaje y la proximidad del estuario templa el frío: el terroir de Ducru es, por tanto, ideal para elaborar grandes vinos. Que nadie espere aquí algo distinto a la vieja norma del Médoc: las de Ducru son botellas a las que hay que esperar más de diez años, y pueden continuar mejorando durante décadas. Esto rige particularmente cuando –como en el caso de 1993, muy mal reputado en Burdeos- hablamos de añadas frías.

2.- PRECATA. La proporción de uvas del vino varía según la añada; suele ser alrededor de un 90 % de Cabernet y un 10 % de Merlot; hasta los 90, solía llevar un pequeño, porcentaje de Cabernet Franc y de Petit Verdot. Pasa unos 18 meses en roble (entre el 50 y el 80 % nuevo, según la añada). Alcohol: 12,5 %.

3.- CATA (en noviembre de 2015, en Cuenllas: a 23 años de su vendimia). Abierto tres horas antes, pero sin decantar. Sirvió de poco, porque el vino se presentó con abundante fondo animal, que desapareció totalmente al airearse unos quince minutos en copa. Mejor decantarlo una hora antes, ya que necesita airearse para expresarse.

• Color. Cereza, poco evolucionado para su edad. Con posos. Buena lágrima.
• Nariz. Una vez limpio de fondo animal, su aroma es intenso, elegante y muy complejo.
• Fragante perfume a cedro. Aparecen notas de frutos rojos (moras, ciruelas) y negros, especias (vainilla, clavo), vegetales (hiedra, hierbas aromáticas), minerales (tierra húmeda), buenos tostados, cuero, recuerdos de cacao, café y regaliz…

• Boca. Sencillamente excelente: inmenso y cautivador. Poderoso, y a la vez, perfectamente equilibrado. Tiene mucha estructura. Concentrado. Encantador contraste entre su frescor afrutado y su firmeza. Seco. Taninos nobles. Acidez. Muy largo.
• En conjunto. Un vino solemne, con encanto, suave y fino, sutil, elegante, incluso delicado.
• De expresión más austera que voluptuosa o sensual, como corresponde a un buen Médoc. Aún no ha llegado a su cima.

4.- PRECIO. 115 €. Las añadas recientes normales (2011, 2012) rondan los 160 €. Las mejores son más caras: 2009 (100 puntos Parker) cuesta 450 €, y 2010 (98 puntos Parker) cuesta 400 € (datos de Evinité). En todo caso, estos son dos vinos que habrá que esperar hasta 2030, dentro de 15 años, como mínimo.
CALIFICACIÓN. 9,3/10.