El lujoso centro comercial de Seúl con forma de pueblo apilado

Mi ciudad favorita es aquella en la que detrás de cada esquina aparece una sorpresa y que, cuando crees conocerla del todo, va y cambia. Y es que una ciudad debe ser un ente vivo y transformable, amorfa pero estética. Un sitio donde crecer y menguar, subir y bajar, lo más cercano a un Tío Vivo de los de antaño, pero, eminentemente confortable. Por supuesto, Seúl cumple con estos requisitos, y para muestra de ello, el centro comercial que os presento esta semana.

Se trata de la compañía coreana Simone Ltd., que apostó en el años 2015 por una creación innovadora: un inmueble diseñado por el estudio Tru Architects. Simone ha fabricado durante años productos para marcas internacionales como Michael Kors, Burberry, Tory Burch o Coach, entre otras, pero ahora, con esta rama, pretende colocar en el mercado asiático su concepto de etiqueta de lujo.

Es espectacular centro comercial de 0194

El nombre de la marca es 0194. Cuatro dígitos que tratan de abrirse paso en el proceloso mercado internacional con el buque insignia que estás viendo en las imágenes, y que se ubica en la zona comercial de alta costura más popular de Seúl. Esta ubicación, justo en frente del parque Dosan, le hace figurar entre las tiendas más importantes de la región. Además, para conseguir una clara diferenciación, la empresa convocó un concurso de arquitectura, que ganó el equipo de True.

El comercio se distribuye en siete plantas en las que encontramos tiendas de la marca, una cafetería, un restaurante, y la galería de arte en la que presentan la artesanía de cuero que les caracteriza en la confección y ejecución de bolsos. Debido a la larga trayectoria de la empresa, a los arquitectos se les ocurrió albergar los productos de la marca en un pueblo, de ahí la mágica forma del edificio, tanto al exterior como al interior.

Un edificio que simula la forma de un pequeño pueblo

Claro que, introducir un pequeño pueblo en un limitado solar, puede ser una ejecución de imposible materialización, por lo que los diseñadores decidieron apilar las casas del poblado de forma inversa, como si fuera un negativo. Así han tallado las casas invertidas en un romboide de ladrillo, que ocupa los límites de la parcela, llenando estos espacios con pequeñas tiendas y estudios del comercio. Sin palabras.

Para realzar aún más la silueta polimórfica de las casitas, se colocó en el exterior un chapado de piedra blanca. De esta forma, la fachada principal tiene un toque de elegancia y permite la inclusión del logo ·0194· de forma muy distintiva. Desde el exterior al interior, el material estrella es el ladrillo de terracota, un elemento muy popular, económico y versátil en la construcción.

Tiendas, restaurantes y zonas verdes. Todo en un edificio

Todo el inmueble se une en vertical gracias al concepto de plaza. De esta forma, se hace palpable la idea que los artesanos y diseñadores puedan convivir junto a los clientes y visitantes. Una escalera de ladrillo conduce a un espacio abierto, planteado como una pasarela para desfiles de moda, y a la cubierta del inmueble, que se transforma en la zona verde del poblado, con estanques poco profundos y elementos vegetales.

En total, el área del edificio abarca unos 2.377 metros cuadrados, y su construcción finalizó en el año 2017. La propia forma interior es aprovechada para subdividir los espacios, creando placas escalonadas singulares, ubicando escaleras al trasdós de las cubiertas inclinadas, e incrementando las posibilidades de cada rincón del comercio. Todo ello, conectado por un elemento central que hace de núcleo de transporte en vertical.

Un centro comercial donde evadirse del mundo exterior

La cafetería y la galería de arte se ubican en el primer sótano, a la altura de la plaza. Tienen forma de patio, y permiten la entrada de luz y aire a las plantas subterráneas. Otra maravilla de este edificio es que a sus dos plantas más bajas, cuyo uso se destina a los servicios del edificio y al estacionamiento de vehículos, se tiene acceso mediante un elevador de coches, aprovechando al máximo el espacio.

Al final, un centro comercial tiene un sentido de independencia del resto del entorno mayor que edificio residencial. En definitiva, se trata que al entrar en el inmueble podamos concentrarnos tan sólo en las tareas que queramos realizar, sin tener que saber que ocurre en el resto del planeta. La flagship lo cumple con creces, y permite a los visitantes y ocupantes respirar aire puro en la cubierta y en el sótano, dando, además, entrada de luz en sus múltiples ventanas. Aunque, eso si, evitando el ruido exterior con gruesos muros.

Un edificio que atrapa a todos los visitantes

Todos los elementos nos hablan de un poblado artesano. Desde los mentados ladrillos en cada pared, o formando bóvedas en los talleres; pasando por los tablones de madera en forma de techo o pavimento en algunas estancias, hasta las rústicas paredes de piedra tradicional, las tejas de algunos paños inclinados de cubierta o, por otro lado, la forma de las estancias, pequeñas, pero con amplitud gracias a los escaparates de cristal.

Lo mejor del edificio es el concepto de atrapar en un mismo lugar a los viejos artesanos y los nuevos aprendices, a los diseñadores y los promotores de marca, a los clientes y los visitantes perdidos que solo quieren disfrutar de un espectáculo. Mi grupo sería este último, perdido, esperando encontrar en este rincón de una populosa ciudad, un remanso de paz distinto a los habituales.