El realismo de María José Rodríguez Escolar llega a Palencia

Hasta el próximo 21 de mayo se puede visitar en la Fundación Díaz Caneja de Palencia la exposición de pintura de María José Rodríguez Escolar (Palencia 1964) Kodak/Las manos del alma, título que da nombre a una muestra que reúne buena parte de la obra realizada por esta reconocida artista palentina durante los últimos tres años y medio.

María José se licenció en Bellas artes por la Universidad de Salamanca y completó su formación en la Rijsakademie van Beeldenden Kunsten de Amsterdam. Su selección para la Muestra de Arte Joven de 1989 fue el punto de partida de una carrera que se ha desarrollado fundamentalmente en el extranjero (ha realizado exposiciones en ciudades tan diferentes como Pekín, Bruselas, Damasco o Libreville, además de en numerosas ciudades españolas) y que recala ahora, y por primera vez en el formato de exposición individual, en su ciudad natal.

El espacio para exposiciones temporales de la Fundación Díaz Caneja, con sus dos grandes salas superpuestas en altura comunicadas visualmente y sus paredes pintadas de un verde singular, se adapta a la perfección al trabajo que nos presenta la artista, conformado por dos series temáticas.

Nada más entrar, la primera sala acoge la última de ellas, Las manos del alma, propuesta de gran originalidad en la que destacan en la primera mirada dos cuadros de grandes dimensiones colocados de frente y al fondo de la sala que representan dos manos gigantes con sendos lapiceros Staedtler (los de las características bandas amarillas y negras) flotando con un cierto aire pop.

Esas imágenes impactantes están flanqueadas en las paredes largas por una cuarentena de pequeños lienzos pintados al óleo con un virtuoso realismo cuyo único motivo es la mano representada en una gran variedad de posiciones y gestos. La serie puede leerse como una reflexión de largo alcance sobre el potencial significativo y simbólico del órgano con el que se ejecuta el arte y la impresión que transmite la acumulación de tantas manos, a pesar del prodigioso realismo de cada una de ellas, es la de que estamos en otra realidad.

Desde el balcón que se abre en el centro de esta primera galería pueden verse algunos de los cuadros colgados en la sala situada en la planta de abajo. Es aquí donde están colocadas las obras pertenecientes a la serie Kodak. Basados en la estética propia de la fotografía popular y familiar de los años 70, tan diferente a la que caracteriza a las fotos que se realizan contemporáneamente con los móviles, estos lienzos pintados al óleo, de espectacular colorido y complejas composiciones, nos muestran escenas cotidianas de la vida familiar con una mirada profundamente sentimental y nostálgica.

Complemento ideal de estos cuadros en los que la figura humana cobra tanta importancia es la selección de retratos que se muestran en la misma sala. Quienes tengan interés por este género, que constituye una parte importante de la obra de la artista, no dejarán de sentirse cautivados por el gran el gran realismo y por la manera en que la artista nos traslada, a través de la mirada de los representados, a lo más profundo de su alma.