¿Eres intolerante a la lactosa?

La lactosa es un hidrato de carbono, un azúcar que se encuentra en la leche y en los productos lácteos y que se absorbe en condiciones normales en el intestino delgado gracias a la actividad de un enzima situada en la vellosidad intestinal: la lactasa. Nacer sin ella es bastante infrecuente, aunque sí puede verse disminuida su actividad de manera transitoria en algunas afecciones del intestino (después de una gastroenteritis, enfermedad celíaca, enfermedad inflamatoria intestinal…).

Bastante más frecuente es que algunas personas y sobre todo en ciertos grupos raciales (asiáticos, afroamericanos, americanos, latinos y en el sur de Europa) con el tiempo pierdan actividad lactásica, es decir la capacidad de digerir lactosa. En esos casos se produce dolor abdominal, nauseas, flatulencia, diarrea… después de beber leche. Generalmente en estos casos la actividad de la lactasa no se pierde del todo, manteniendo una actividad residual (10-25%)  y  es por esa razón por la que las personas con intolerancia a la lactosa pueden tolerar productos lácteos con bajo contenido en lactosa (yogures, quesos), así como leches bajas en lactosa.

Existe una alternativa que son los suplementos de lactasa en tabletas masticables ó comprimidos que pueden permitir una ingesta de lactosa prácticamente sin restricciones. Asegurar un aporte de calcio en los casos en los que se sigue una dieta baja en lactosa a través de derivados lácteos y otros alimentos (verduras de hoja verde, frutos secos, legumbres, pescados…) es importante para garantizar las necesidades diarias de este mineral imprescindible para mantener las funciones de nuestro cuerpo.