Casi tan maravilloso como que sea primavera es el hecho de que una por fin se puede poner un vestido de flores para irse de terraceo a tomar el aperitivo. A partir de la primavera, con la salida del sol, estimulante natural de la vitamina D y de nuestro ánimo positivo, disfrutar de las terrazas tomando una cañita y un aperitivo en familia o con amigos es de estas cosas que nos dan la vida. Y es verdad que es algo que gusta siempre, pero la primavera y el terraceo se presentan casi como un tándem perfecto. ¿Sabes por qué?
Como anuncia Elsa Pataky, en estos días sentimos la fuerza de la primavera, que nos reclama celebrarla en todo su esplendor. Tras el letargo del invierno, despertamos obedientes ante su llamada, y la veneramos con todos los rituales típicos habidos y por haber.
Y aunque sólo el que tiene un descapotable lo descapota, todos tenemos la vieja costumbre de pasar frío en la playa al irnos de vacaciones de Semana Santa. Otro rito, aún más importante, es el terraceo español que resurge con fuerza cada primavera. ¿Por qué nos gusta tanto ir de terrazas en primavera?
No sabemos si será por casualidad o no, pero el Día Mundial de la Felicidad se celebra precisamente el 20 de marzo, justo en la víspera de la llegada de la primavera. En cualquier caso, nos da licencia para ponernos unas gafas de color de rosa para arrancar los meses más bonitos del año.
Y todo, a pesar de la astenia primaveral, esa afección no tipificada clínicamente y que se cura sola en un par de semanas. En todo caso, como mejor se supera anímicamente desde el principio es saliendo por ahí a disfrutar de la vida. Por ejemplo, yendo de terraceo a tomar algo.
La felicidad sólo puede poseerse en términos subjetivos. La Real Academia de la Lengua la define como “el estado que se complace en la posesión de un bien”. Y sorprende una definición tan material que se contrapone a aquellas más vinculadas a estados emocionales positivos de satisfacción y alegría.
Sin embargo, mezclando ambos conceptos, podemos encontrar vehículos sencillos para optar a esa felicidad humilde y subjetiva que aportan algunos pequeños placeres de la vida, como el tomar algo en una terraza.
El momento del aperitivo constituye, efectivamente, uno de los pasatiempos favoritos de los españoles. Las razones son múltiples, pero principalmente nos gusta por ser una ocasión que aprovechamos para relajarnos en un contexto social y de recreo, o de simple relax.
Por otro lado, deleitamos el paladar con pequeños bocados de felicidad que nos hacen salivar, deseando tener un poquito más, al más puro estilo de los perros de Pávlov. En primavera, con la apertura de las terrazas, lo elevamos hasta el séptimo cielo dentro de nuestros pasatiempos de ocio.
Como decimos, son varios los motivos por los que gustamos especialmente de este tentempié. Este placer “adquirido” lo es por puro condicionamiento, a base de repetirse año tras año. En este sentido, solemos vincular el ir de terrazas al tiempo libre, de ocio y relajación: tomamos el aperitivo en una terracita, en un local agradable, leyendo el periódico en la terraza, con la familia…
Convertimos la ocasión del aperitivo en algo generalmente social y agradable. Además, nos sirve para desconectar de la rutina y del trabajo.
Otra de las razones para salir de terrazas es que al placer de la comida y la bebida en sí mismas, se une el placer sensorial de sentir el sol en nuestro rostro. Bien es sabida la relación entre el sol y el estado de ánimo. Además de fomentar la síntesis de vitamina D, la exposición al sol interviene en la liberación de algunos neurotransmisores como la serotonina y las endorfinas.
Estas sustancias son conocidas como las hormonas de la felicidad, y son de carácter endógeno; es decir, las produce el propio organismo. En realidad son nuestros opiáceos naturales, antagonistas de los estados de ansiedad y depresión. Por ello, su presencia en nuestro cuerpo se asocia a estados de placer y felicidad.
La dosificación del piscolabis español en pequeñas cantidades es otro de los conceptos que lo hace aún más deseable. Ya dicen que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”. El aperitivo, tomado poco antes de la comida, sirve para estimular los jugos gástricos y aumentar el apetito, no para saciarlo. Igual que disfrutamos visionando el tráiler de la película que queremos ver, con el aperitivo estamos en la antesala de la comida, en la que se culminará la fiesta.
Llegados a este punto, y cuando la llegada de la primavera ya es oficial, con el cambio de hora recién hecho y superados los perjuicios circadianos, sólo nos queda ya disfrutar de la estación más bonita del año tomando algo desde la posición privilegiada de nuestras terrazas favoritas.
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