Si tienes pareja desde hace muchos años, por mucho que la quieras, y aunque vuestras relaciones sexuales sean satisfactorias, habrás notado que ya no sentís aquella emoción inicial que os tenía todo el día ahí ahí y pensando a todas horas el uno en el otro. ¿Es esto normal o se puede reavivar el fuego de alguna manera?
Efectivamente, los sentimientos y sensaciones que te puede producir una misma persona no se mantienen invariables, sino que se ven afectados por el paso del tiempo. Y aunque siempre se podrá hacer algo para mantener la chispa a través de una buena comunicación sexual y de la apertura a probar cosas nuevas en la cama, la naturaleza evoluciona apaciguando ese primer ímpetu hacia sentimientos y sensaciones más serenas que transforman la relación sexual. La buena noticia es que eso no tiene por qué tener nada de malo. Son los ciclos químicos del amor, que se van transformando.
El sentimiento de euforia inicial que os mantenía en vilo se debe a un aumento en el trabajo de los neurotransmisores cerebrales, los responsables de enviar los mensajes químicos. Al principio de la relación, su actividad es prácticamente irrefrenable, e incluso se extrapola a otras parcelas de la vida. Así, esta parece volverse tan maravillosa como libre de amenazas. Y esto tiene todo el sentido: durante la pasión inicial, nuestro sistema nervioso central convierte todas estas sensaciones en sustancias químicas que nos hacen sentir mejor e incluso aumentan la efectividad de nuestro sistema inmunológico ante el dolor y las situaciones de estrés.
Cuando la relación se estabiliza, sin embargo, estos transmisores normalizan su actividad y el cerebro comienza a producir endorfinas. Las endorfinas son nuestras sustancias opiáceas naturales, que actúan al igual que los narcóticos, produciéndonos sensaciones de tranquilidad como respuesta a estímulos sensoriales como el olor de nuestra pareja o el sentir su presencia a nuestro lado.
Seguramente has oído hablar de las feromonas. Según la biología, estas son transmitidas externamente, llevando un mensaje por el aire a modo de invitación o de señal de interés sexual. Cuando tu potencial pareja las produce, tú eres capaz de olerlas o percibirlas de forma inconsciente a través de un órgano situado en la nariz, y estimular de esta manera su deseo sexual. Y lo mismo le ocurre a la otra persona respecto a ti. Como característica, podemos decir que no se producen en la misma cantidad en presencia de cualquiera, y su mecanismo de acción se limita a animales de la misma especie. Al fin y al cabo, intervienen en la reproducción de las especies.
Las propiedades de las feromonas son bien conocidas, y la industria cosmética se ha encargado de divulgar el efecto que producen a través de su fabricación sintética en productos tan variados como los perfumes, las lociones corporales, los ambientadores sensuales y los desodorantes. Si funcionan o no funcionan ya es más cuestionable.
Hormonas y neurotransmisores juegan un papel primordial a la hora de la verdad sexual. Sin embargo, aunque podría pensarse que, ingiriendo estas hormonas en forma de fármacos artificiales producirían el mismo efecto, no es así. Si tu pareja no siente deseo por ti, no lo sentirá sólo por tomar dosis altas de testosterona, por mucho que ésta sea la que, de forma natural, le produce el impulso sexual.
Tampoco se enamorará de ti alguien porque tome feniletilamina, aunque esta hormona se produzca en el amor a primera vista. En el sentido químico, parecemos estar programados de forma natural. El suave contacto corporal de una caricia, sin embargo, puede tener un efecto mucho mayor y producir toda una secreción de hormonas sexuales en cadena, si la persona lo interpreta como deseable.
Dicho esto, ¿es posible o conveniente usar las feromonas artificiales para estimular la relación sexual? Pues es como todo: dependerá del propio valor que se le dé. Si te llama la atención y crees en ello, no dudes en hacerte con estos productos, ya que, sólo por usarlos, te sentirás más sexy y serás capaz de transmitirlo a los demás. Podrás encontrarlos fácilmente en internet y en tiendas con artículos y material eróticos.
El del olfato es uno de los sentidos que más intervienen en el sexo. El olor de tu pareja es, de hecho, un factor fundamental para vuestra vida sexual. Una vez lo conoces, basta con olerlo sutilmente de nuevo, para que despierten en ti emociones familiares y relacionadas con la actividad sexual que compartís. Nuestro sentido del olfato está ligado anatómicamente a partes del cerebro vinculadas con la emoción y con centros de excitación de la vigilia, la alerta y el vigor. Por todo ello, el olor de una persona a la que no has visto desde hace algún tiempo puede despertar en ti recuerdos y sentimientos sexuales.
Debido a esto, jamás debemos camuflar nuestro propio olor, ya que constituye nuestro sello único y personal, además del mejor reclamo sexual para nuestra pareja. En este sentido, un comportamiento higiénico exagerado puede camuflar todo ese encanto químico natural, que ha de ser nuestro primer aroma de seducción. Ten presente que éste se encuentra en tus secreciones corporales: especialmente en el sudor. Los perfumes fuertes y el exceso de ropa no permitirán su percepción.
Igual que existen flechazos, existen químicas negativas que nos hacen sentir repulsión por determinadas personas. Algunas veces, y sin que exista ninguna razón aparente, alguien no te gusta o te da mala espina. La explicación puede estar en que cada ser humano tiene su particular olor, que es su tarjeta de presentación, tan único como su personalidad o huella dactilar.
Las secreciones humanas, como el sudor, la orina, y la sangre, contienen feromonas que son detectadas por receptores subliminales. En cuestión de sexo, haz caso a tu olfato. Los sentidos están ahí por algo, y fueron diseñados para aumentar las probabilidades de supervivencia para prolongar la especie. Cuando existe una química de repulsión, es mejor no forzar las cosas, porque será raro que la relación salga adelante.
Se dice de los seres humanos que somos el último escalafón de la evolución animal, y que lo único que nos distingue de los demás son el alma y la capacidad de pensar con inteligencia. Siendo realistas, en raras ocasiones nos dejamos llevar sólo por instinto animal, sino que más bien suele suceder lo contrario: se tiende a anular este impulso.
Así, ni todo el monte es orégano, ni las relaciones se mantienen únicamente a través de química. En el sexo existen demasiados aspectos psíquicos, afectivos y comunicativos que debes contemplar, ya que también afectan a la relación. Todos ellos interaccionan unos con otros formando el “todo” que representa tu vida sexual.
Para que tu relación prospere y no termine en un par de noches divertidas, tendrás que combinar lo biológico con lo racional. Si, además, contemplas tu sexualidad como una forma de comunicación mística con tu pareja, que va más allá de lo físico, podrás encontrar una verdadera armonía sexual.
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