Rodolfo Sancho: “Un actor nunca se jubila. Espero que ese sea mi destino”
Nació en el seno de una familia con un padre que ya es leyenda de la interpretación. Era impensable que los genes no tuvieran su efecto y Rodolfo Sancho tuvo claro que lo suyo era seguir la senda paternal, pero creándose con esfuerzo y talento su propio camino. El éxito le sorprende muy joven. “Hermanos de leche” y, sobre todo, “Al salir de casa” le posicionan en la órbita mediática y, a partir de ese momento, no ha dejado de trabajar ningún personaje “que tenga una proyección fuerte”. Le vemos ahora en la película “Y todos arderán”…
The Luxonomist: Después de más de media vida en la interpretación. ¿Qué te ha dado ser actor que no habrías conseguido en otra actividad de la vida?
Rodolfo Sancho: Lo que me ha dado, que no sé si otras profesiones lo habrían hecho, es la posibilidad de conocerme a mí mismo en profundidad y, sobre todo, libertad. Creo que no habría sido feliz trabajando en una oficina once meses y medio al año.
TL: ¿Ya de niño eras el teatrero de la pandilla?
RS: Un poco sí, la verdad. Era el que ponía muecas en las fotos y, cuando hacíamos algún vídeo, también hacía lo mío (risas).
“No hubiera sido feliz trabajando en una oficina”
TL: ¿En algún momento te has arrepentido de haber seguido este camino?
RS: En absoluto, nunca. Estoy muy contento con mi trayectoria, con cómo me ha ido. Creo que soy una persona con mucha suerte en ese sentido y me reafirmo en que no pienso que otra cosa me hubiera hecho feliz.
TL: ¿Qué hay del Rodolfo de “Hermanos de leche” o “Al salir de clase” en el actor de hoy?
RS: La ilusión, las ganas de superarme a mí mismo y, por supuesto, seguir divirtiéndome con los personajes que me llegan.
TL: ¿Qué le pides ahora a un personaje para no dejarlo “escapar”?
RS: Sobre todo que tenga una progresión fuerte, una progresión marcada, que vaya de la oscuridad a la luz y al revés. No me gustan los personajes planos, me aburre interpretarlos.
TL: ¿Es lo que encontraste en David, tu personaje en “Y todos arderán”?
RS: Efectivamente. Es un tipo que arranca con una vida muy tranquila, muy calmada, muy hecha, y acaba en el absoluto caos, llevado por las circunstancias en las que se acaba adentrando. Así que sí, es uno de esos personajes que me divierte interpretar.
TL: Él pone tierra por medio y, en un momento determinado, abandona su pueblo natal. ¿Qué importancia le das tú a las raíces, a no olvidar de dónde venimos?
RS: Si te digo la verdad, al tema de las raíces no le doy especial importancia. Siempre están ahí, pero creo que es importante, para evolucionar, desarraigarse y no estar siempre en el mismo lugar.
“No creo en el concepto de felicidad perfecta”
TL: Volvamos un poco la vista atrás. Un olor de la infancia…
RS: Uno que, por suerte, me acompaña siempre y está ahí presente es, posiblemente, el olor a mar, a océano, esos olores de verano.
TL: ¿Hay un pensamiento recurrente al despertarte cada mañana?
RS: Intento que sea el agradecimiento al simple hecho de estar vivo y poder seguir disfrutando de lo que tengo en la vida.
TL: ¿De qué te aburre hablar?
RS: Me aburre hablar de muchas cosas, la verdad, pero sobre todo de personas que no me interesan o que no me aportan nada. No soporto esas conversaciones en las que se está criticando a alguien de forma arbitraria.
TL: ¿Si escribieran el libro de tu vida te gustaría saber el final?
RS: No me gustaría saberlo, no… Me gusta que la vida me vaya sorprendiendo y, más aún, en el final.
TL: ¿Piensas lo que harás cuando la jubilación llame a tu puerta?
RS: Intento no pensar mucho en el futuro y menos en lo que haría en ese momento que me planteas. Solo espero que la vida siga discurriendo como hasta ahora. Y, también te digo, que un actor nunca se jubila (risas), así que espero que ese sea mi destino.
TL: ¿La felicidad perfecta?
RS: No creo en el concepto de felicidad perfecta. De hecho, creo que es un autoengaño estar siempre buscando la tal felicidad porque eso se puede convertir en una búsqueda que nunca acaba, la eterna búsqueda, por eso prefiero no pensar en ello.
“No soporto las conversaciones en las que se critica a alguien de forma arbitraria”
TL: ¿Se puede ser imparcial cuando los sentimientos entran en juego?
RS: No se puede, estoy convencido. La imparcialidad tiene que ver con no estar involucrado y poder opinar libremente.
TL: ¿La forma más elegante de decir adiós?
RS: No sé cuál es la más elegante, pero sí sé cuál sería la mía. Simplemente diría: “Adiós y gracias”.
TL: ¿En qué situación has dicho “chapeau”, me quito el sombrero?
RS: La verdad es que no recuerdo haberlo dicho en ninguna situación o ante nada. Creo que nada es tan importante o tan poco importante como para decirlo (risas).
TL: ¿Qué te gusta hacer a tu manera?
RS: Vivir, encontrar la forma adecuada de hacerlo.
TL: ¿Qué es lo que mejor se te da hacer?
RS: Supongo que actuar o, como te decía antes, vivir siendo yo. Creo que, a cada uno, eso es lo que mejor se nos da hacer.
TL: ¿Qué ha sido lo que realmente ha marcado tu vida?
RS: La búsqueda de la mejor forma de vivir para mí.
“El insulto hace callo si crees que eres importante”
TL: ¿Qué pone en tu estado de WhatsApp?
RS: No pone nada y tampoco hay ninguna foto (risas)
TL: ¿Qué locura has hecho para conocer a uno de tus iconos?
RS: Nunca he hecho nada especial, entre otras cosas porque no los tengo. No soy nada idólatra.
TL: ¿A qué eres inmune?
RS: A la crítica destructiva. No le hago demasiado caso, la verdad.
TL: ¿El insulto hace callo?
RS: Hace callo si crees que eres importante. Si no tienes importancia personal, como se suele decir, no hace ninguno.
TL: ¿La suerte es más definitoria que el talento?
RS: Tener talento ya es una suerte. Para mí, el mayor talento es el trabajo y es esfuerzo.
TL: ¿A qué te suena la vida?
RS: La vida me suena a muchas cosas, depende del momento en el que esté viviendo. Unas veces suena a rock and roll y otras a música clásica. Otras muchas veces ¡a otras muchas cosas! La vida es muy diversa y tiene muy distintos momentos.
“No hago mucho caso a las críticas”
TL: ¿El dolor más intenso?
RS: Para mí, entiendo que también para mucha gente, es perder a un familiar.
TL: ¿Qué te hace perder la templanza?
RS: Lucho cada día para que no sea así, pero la pierdo con la falta de respeto en cualquiera de sus formas. Y también el atrevimiento de la ignorancia.
TL: ¿Esa crítica que, por ser verdad, más te ha dolido?
RS: No recuerdo ninguna en concreto por ser verdad o mentira. No les hago mucho caso, tal vez por eso no me acuerdo.
TL: Han sido muchas pero, ¿hay una pregunta que no te he hecho y te habría gustado?
RS: No echo de menos ninguna, me han parecido diferentes a lo habitual y muy interesantes. Muchas gracias.