#CloseTo Juan Betancourt: “En un futuro, me encantaría volver a vivir en Cuba”
Es uno de los modelos más cotizados del mundo y vive un momento dulce de su vida tras su debut como actor en 'Las leyes de la termodinámica'.
Su carrera como modelo comenzó con una campaña de Tom Ford, sustituyendo a Jon Kortajarena. Atrás quedaba su vida en Cuba y, posteriormente, en Tenerife. A partir de ese momento, Juan Betancourt comienza a trabajar con los más grandes de la moda, pero el sueño de ser actor planeaba en su cabeza. El paso por MasterChef y su noviazgo con Rocío Crusset le han posicionado en el panorama mediático, pero él prefiere que nada le despiste y concentrarse en su aventura en la interpretación. Nos encontramos en el Festival de Cine Málaga, donde promocionaba ‘Las leyes de la termodinámica’. Su camino en la gran pantalla no ha hecho más que empezar…
The Luxonomist: En estas conversaciones no hay guion, así que te conviertes en tu propio censor…
Juan Betancourt: ¡Estupendo! Pues te quería contar que anoche no salí, me acosté muy tempranito… (risas).
TL: ¡No te lo crees ni tú! (risas). Fue tu primera gran noche en un festival de cine con película inaugurando… y eso se celebra a lo grande.
JB: La experiencia fue muy bonita y muy especial. Ésta ha sido mi primera experiencia en cine y mi primer festival. Todo el mundo me había hablado del ambiente que se vive en Málaga en los días de certamen, y ha sido increíble. Viví todo con mucha intensidad porque, en este sentido, era todo nuevo para mí. Estoy muy contento con la experiencia, la verdad.
TL: Y te habrás dado cuenta de que los eventos de cine nada tienen que ver con los de la moda a los que estás acostumbrado…
JB: Nada, son completamente diferentes. En la moda hay grandes eventos, como sabes, pero en los del cine me he dado cuenta de que convives más con la gente porque estás mucho más tiempo con tus compañeros de rodaje. En la moda es todo más puntual, llegas y te vas hasta la siguiente, que puede estar lejos en el tiempo. Me gusta el aspecto cercano y personal de los encuentros de cine. Espero que éste haya sido el primero de muchos.
TL: ¿Cómo fue ese bautizo?
JB: Estupendo. No pudo ser en mejor lugar. Me encanta Andalucía y, en Málaga en concreto, tengo muchos amigos. En lo que respecta al bautizo en la pantalla, fue muy bien aunque lo viví con muchos nervios y un montón de emociones, pero muy contento porque me sentí siempre muy arropado por todo el equipo. Cuando llegué, ya había pasado la mitad del rodaje pero desde el minuto uno me hicieron sentir como si llevase con ellos desde la primera toma.
TL: ¿En ningún momento has notado prejuicios, eso de “otro modelo que quiere ser actor”?
JB: A mí me han tratado de una manera impecable. En ningún momento he notado ningún tipo de rechazo de nadie. Ni los actores, ni la prensa, ni nadie del medio me ha hecho sentir incómodo. Todo el mundo ha sido muy correcto conmigo desde el primer momento. Han valorado mi trabajo y mi aportación que, por otra parte, era pequeña.
TL: Pequeña pero efectiva. Lorenzo, tu personaje, deja huella…
JB: (risas) Sí la deja y, si viene una segunda parte, ya verás la que puedo organizar. Es un perfil muy alejado de mí, no soy una persona tan segura y con las cosas tan claras como las tiene él, pero no me costó mucho ponerme en su lugar. Tampoco me ha supuesto mucho esfuerzo retomarlo para la promoción, a pesar de que la hicimos pasados ya unos meses del final del rodaje. Lo que sí ha sido más complicado es procurar no caer en bucle, diciendo las mismas cosas, llegado del momento de las entrevistas. He intentado no repetirme pero, al fin y al cabo, estás hablando de un personaje en concreto que es como es.
TL: ¿Cómo surge esa debilidad por la interpretación?
JB: Desde muy pequeñito me ha gustado interpretar. Cuando estaba en el colegio en Cuba, quería estudiar Arte Dramático y lo tenía decidido para cuando terminara el instituto. A mi madre no le gustaba la idea, no me dejó hacerlo, y estudié otra cosa. Siempre fui muy vergonzoso pero, cuando me subía al escenario en el colegio, hacía todo lo que me proponía. Interpretar en las obras de teatro me transformaba.
TL: En la moda, en cierta medida, pudiste “quemar ese gusanillo”…
JB: En parte sí porque en la pasarela o la publicidad, lo que haces es interpretar un papel, hay muchos trabajos que tienes que escenificar. Por mi presencia en la moda conseguí al personaje de Lorenzo. Yo estaba en Miami, porque mi familia vive allí, y conocí al productor de la película. Estaba buscando personajes y así me surgió la oportunidad. Me hicieron una prueba de casting y aquí estoy. Yo no soy mucho de buscar nada y ¡ya ves! esto me llegó.
TL: Lo que es para ti, siempre acaba por llegar…
JB: Eso es verdad. Me gusta que las cosas vayan surgiendo, no provocarlas, ni siquiera buscarlas. Las oportunidades llegan y lo que tengo que hacer, mientras eso no ocurre, es estudiar y prepararme, que es lo que estoy haciendo ahora.
TL: ¿La interpretación es un pan B que se puede acabar convirtiendo en A?
JB: Estoy convencido de que se convertirá en A. No te voy a decir que sea inmediato, porque estoy en mis mejores años en el mundo de la moda. Tengo 27 años y creo que me espera lo bueno. Hablando con Andrés Velencoso hace un tiempo, me dijo que hasta esta edad no empezó a ganar dinero de verdad, así que me aplico esa enseñanza. Ésta no es una carrera fácil, pero tenemos la suerte de que somos un perfil clásico y, aunque la moda cambia mucho, nuestro registro siempre se conserva. De momento puedo compaginar ambas cosas y eso es un privilegio. Ahora estoy viviendo en Nueva York porque estoy trabajando allí y voy a empezar a estudiar en una escuela de interpretación para aprender a hacerlo también en un buen inglés.
TL: ¿Cuándo te das cuenta de que con tu físico te puedes ganar la vida?
JB: Yo nunca me di cuenta de que mi físico podía ser rentable a pesar de que mi madre y mi abuela me lo decían todo el rato. “Con esa altura puedes ser modelo” me repetían sin parar. Los modelos empiezan a los 16/17 años y yo a esa edad era otra persona completamente distinta, nunca me habrían cogido en un casting. Por eso empecé a trabajarme el cuerpo en un gimnasio y, en un año, pegué un cambio increíble. Me llegó una propuesta para presentarme al certamen de mister Tenerife. Me dijeron que si aceptaba presentarme, tenía una semana gratis en un buen hotel. Así que dije: “¿Adónde hay que ir?” (risas)
TL: Fuiste y ganaste…
JB: Así fue. Salí en los medios de comunicación y me llamó una agencia de Tenerife porque vieron mis fotos. Firmé con ellos y no trabajé nada, nada, nada durante el primer año (risas). Solamente hice un trabajo y, con lo que gané, pagué las fotos que me hicieron para mi book, que espero que nunca salgan a la luz. Luego me llamó Fernando Merino, pero por circunstancias de la vida no me fui con él. Vi otras agencias y, en Barcelona, llevaba Elite el padrino de mi mejor amigo de la infancia en Cuba. Con él estuve tres años, hasta que me cambié a mi actual agencia.
TL: ¿Alguna vez te has sentido utilizado?
JB: No. Tal vez es mi actitud, que no me gusta creer que me están utilizando. La moda es un trabajo y, aunque a veces seas y te sientas un maniquí, es lo que hay y que has aceptado hacer. He aceptado hacer eso y me pagan por ello, no hay más.
TL: No te incomoda ser hombre objeto, por lo que intuyo…
JB: ¡Para nada! A mí me gusta la moda muchísimo, me encanta lo que hago. No me siento para nada hombre objeto. Me quedo, como todo en la vida, con la parte buena del trabajo: viajo un montón, conozco cantidad de gente interesante, descubro otras culturas, estoy bien pagado y me queda tiempo para hacer otras cosas, como trabajar como actor.
TL: Bien pagado, aunque menos que las mujeres. Debe ser una de las pocas profesiones en las que ocurre eso…
JB: Yo creo que pasa en la moda y en el mundo del porno, donde los hombres también cobran menos. Yo no me quejo de eso porque, al final, las que más consumen moda son las mujeres y, obviamente, tiene que haber más trabajo para ellas y tienen que estar mejor pagadas.
TL: ¿Cómo recuerdas tu infancia en Cuba?
JB: Super bonita, es de los mejores recuerdos de mi vida. Viví una infancia feliz, con amigos y rodeado por el cariño de mi familia. La educación que me dieron y lo que me hicieron vivir es lo que ha propiciado lo que hoy soy. Me inculcaron que hay que ser trabajador, serio con lo que haces y aprovechar las oportunidades. En mi país hay mucha necesidad, como sabes.
TL: ¿Qué piensan tus amigos de tu vida?
JB: No me entienden mucho. Cuando estoy allí y de repente me llaman para un trabajo y me voy, siempre se preguntan si no hay más modelos por el mundo (risas). No entra en sus cabezas que me vaya a la otra punta del mundo un solo día para hacer unas fotos y regresar a Cuba a las veinticuatro horas. Tal vez por esa precariedad que hay allí, valoro mucho más las cosas y le doy más importancia a todo. Ojalá en el futuro pueda volver a vivir a Cuba. Me encanta, me apasiona mi país, aunque en este momento no cambio España por nada. Tengo nacionalidad española y estoy muy feliz aquí. He viajado y vivido en muchos sitios pero ninguno como España.
TL: ¿Y serías capaz de dejar todo esto, retroceder en muchas cosas, para regresar entonces a tu país?
JB: Me gustaría poder hacerlo, pero no sé si podré. Por eso te lo decía en condicional. Si algunas cosas cambiasen, si fuese más fácil entrar y salir, me facilitaría mucho las cosas. Solo aspiro a tener una vida normal y eso, ahora allí, no es posible. Yo creo que a la mayoría de los cubanos les gustaría regresar, pero todos pedimos lo mismo para poder hacerlo. Tal vez las nuevas generaciones no estén tan interesadas pero, por ejemplo, mis padres sí se volverían si se dieran esas circunstancias.
TL: ¿La tuya fue una infancia de calle?
JB: Sí, absolutamente. Mi madre me tenía que atar con una cuerda para que no saliera. Siempre fui muy de mis amigos y de estar en la calle con ellos hasta que tocaba retirarse. Siempre estaba pegado a ellos y ellos a mí, porque mi casa se convertía en el punto de referencia de todos. Nos reuníamos allí y decidíamos adónde ir, aunque ya te puedes imaginar que no teníamos muchas opciones, por eso la calle se convertía en nuestro lugar de juegos.
TL: Preguntarte si ibas al cine es infructuoso…
JB: Iba muy poquito. Teníamos solo un cine en el que ponían una película cada dos meses. Recuerdo que era de cine clásico y, cuando eres un niño, ese estilo no te llama nada. Solamente íbamos al cine para invitar a una chica. No nos interesaba la película, ni siquiera la veíamos, solo queríamos hacer algo con una chica porque tampoco había muchos más planes que hacer. Sí iba al teatro, porque teníamos más opciones. En Cuba siempre ha habido muy buenos actores de teatro, pero lo que de verdad me gustaba era el deporte y jugar al fútbol (risas).
TL: ¿Habrías sido un buen futbolista?
JB: Yo creo que sí, fíjate. Igual podría haber hecho algo aquí en España, lo que pasa es que hay mucha competencia y lo habría tenido muy complicado, pero era de verdad lo que quería ser. Me habría apasionado haber sido futbolista.
TL: ¿De algún equipo?
JB: Del Barcelona. Soy culé.
TL: ¿A un modelo/actor solo le entiende una modelo/actriz?
JB: No tiene por qué. Es cierto que, perteneciendo a la misma profesión, la otra parte puede entender mejor la inestabilidad, las ausencias y todo lo que genera este trabajo. También es verdad que nunca he tenido una pareja que no estuviese relacionada con mi trabajo, por eso solo puedo hablarte de mi experiencia personal teniendo pareja de mi profesión. Pienso que podría conseguir tener novia ajena a la profesión, aunque sería más difícil de gestionar, porque éste es un mundo complicado.
TL: ¿Cómo te llevas con tus suegros? Porque Carlos Herrera y Mariló Montero no son unos suegros cualquiera…
JB: Me llevo fenomenal. Con Carlos acabo de estar en la Feria de Sevilla unos días y a Mariló la trato más porque Rocío vive con ella. Con ambos la relación es cordial y natural.
TL: ¿Dónde está la línea, delgada o gruesa según el caso, del Juan profesional y el Juan hombre?
JB: Soy de los que desconecto mucho de los personajes, no me los llevo a casa, así que eso hace posible que haya una línea marcada que nos diferencia muy bien. Creo que me desvinculo bastante bien de mi aventura de ficción. Es cierto que estoy comenzando y tampoco he tenido tantas experiencias, pero esta aventura me ha servido de entrenamiento y me ha enseñado un montón. Sobre todo me ha despertado ese gusanillo de la interpretación del que ya no me puedo desenganchar. Hasta que no haces algo no sabes si te gusta o no y ser actor me encanta.
TL: ¿Qué pensaría ahora de ti ese niño que jugaba en las calles de La Habana?
JB: No hubiese soñado ni la mitad, de la mitad, de la mitad de lo que estoy viviendo y todo lo que he conseguido. Mis sueños eran ir al Camp Nou a ver un partido del Barcelona y pequeños placeres cotidianos. Pasé de llevar zapatillas que se me rompían de tanto usarlas, a ponerme en las pasarelas zapatos de tres mil euros. Por suerte, ese cambio no me ha desubicado y lo compruebo cuando estoy con mis amigos de siempre. Ellos se asombran de que siga siendo el mismo después de todo lo que me ha pasado. Por todo eso, creo que el niño de las calles de la Habana estaría muy orgulloso y también feliz.
Localización: Festival de Cine de Málaga. Próxima semana: Marilú Gutiérrez.