#CloseTo Luis Tosar: «Nunca acabamos de descubrirnos del todo»

Acaba de estrenar una comedia, 'Yucatán', en la que se mete en la piel de un estafador; y le espera el estreno de 'La sombra de la ley', la nueva película de Dani de la Torre.

Amalia Enríquez. 11/09/2018

Detrás de su aspecto serio se esconde un gallego con sensibilidad y mucho sentido del humor. De joven se vestía de payaso para hacer reír a los niños y bailaba breakdance por las calles de Lugo con sus pantalones de camuflaje. Lejos quedan aquellos tiempos del que hoy es uno de los talentos más celebrados de su generación. Acaba de estrenar una comedia, Yucatán, en la que se mete en la piel de un estafador;  y le espera el estreno de La sombra de la ley, la nueva película de Dani de la Torre, que se posiciona como una de las más esperadas de lo que queda de año.

The Luxonomist: Ruedas y estrenas por duplicado… y no te vuelves loco…
Luis Tosar: O por más aún. Llevo una etapa que trabajo seis meses para descansar otros seis (risas). Últimamente me está saliendo un poco así, se me juntan los rodajes y luego lo tengo más relajado. Antes de rodar la última con Paco Plaza estuve siete meses sin trabajar y con varias para estrenar.

TL: Las promociones, además, no suelen ser cerca del final de los rodajes. ¿Cuesta reciclar, volver a meterse en el personaje que dejaste “aparcado” meses atrás, como es el caso de este Aníbal de ‘La sombra de la ley’?
LT: No es fácil. Es ese ejercicio que tiene que hacer uno para recolocarse y resituarse en el pulso en el que estabas cuando rodabas la película. Ahora, como estoy empezando a rodar otra peli y el personaje tiene algo cercano a Aníbal, me está costando menos. Aunque el nuevo es un personaje mucho más blanco y su luz no es tan negra como en ‘La sombra de la ley’.

TL: ¿Qué oculta Aníbal?
LT: Dolor, mucho dolor.

TL: Y no encuentra la manera de verbalizarlo…
LT: No, porque no tiene instrumentos. Aníbal es una especie de animal encerrado, entrenado para cosas muy concretas que tienen que ver con las cloacas del Estado y con ser un veterano de guerras de lo más horribles. Posiblemente, en la vida nunca ha tenido esos instrumentos que se necesitan para abrir su corazón.

A mí me gusta mucho el look que tengo en la peli, con traje y bigote incluidos. Me he encontrado muy pintón.

TL: Sin embargo, hay momentos en los que se le ve sensible y vulnerable…
LT: En la oscuridad, en la luz negra, siempre hay un momento en el que se abre el obturador y te deja salir lo que llevas dentro. El papel de Michelle Jenner es, en ese sentido, el que tiene la llave y el más importante para que eso ocurra. Hay algo en ella que a él le enternece, como son sus ideales y la manera tan pura que tiene para luchar por aquello que quiere. Eso a él le despierta y también le divierte, dentro del extraño sentido del humor que tiene.

TL: Por cierto, ¿dónde aprendiste a pelear? Porque vaya escenas de lucha protagonizas…
LT: En la calle (risas). Teníamos un coordinador de acción maravilloso y él se encargó de todas las coreografías en esas escenas. Ha sido un descubrimiento para mí, pero la calle ha sido mi escuela.

TL: No te imagino peleón de pequeño…
LT: No lo era, pero siempre fui muy aficionado a las artes marciales, aunque nunca las practiqué. Me encantaban las películas de Jackie Chan y Bruce Lee. Luego hice mucho teatro físico con acrobacias, pues tengo cierta habilidad para esas cosas. El que tuvo retuvo un poco, ¿no?.

TL: En el pelo no se nota tanto esa retención (risas), pero todos se empeñan ahora en “eliminarte” esa seña de identidad tan tuya y te cambian de look constantemente…
LT: En el caso de ‘La sombra de la ley’ se justifica por la época, esos años 20 que identificamos siempre con pelo abundante y flequillo. El calvo no tenía su sitio (risas). A mí me gusta mucho el look que tengo en la peli, con traje y bigote incluidos. Me he encontrado muy pintón.

Yo suelo ver las películas terminadas porque necesito tener un juicio sobre lo hecho, pero no suelo verme. (Foto: Brian Hallett)

TL: De todos esos looks que te han puesto a lo largo de tu carrera, ¿hubo alguno que te habría gustado “adoptar”?
LT: Adoptar, adoptar… creo que ninguno (risas), pero sí es gracioso sentir que vuelves a tener flequillo y pelo abundante. Es una vuelta a la infancia.

TL: ¿Eres de los que piensa que el fin justifica los medios?… al menos en la película.
LT: En la ficción claramente sí. Yo creo que precisamente mi personaje está ahí para plantearse eso pero, cuando él desaparece, supones que se seguirá dedicando a sus cosas, que sería como un Villarejo de los tiempos de hoy, un tipo oscuro y extraño que aparece y desaparece pero, a mi juicio, tiene algo noble en su interior que quizás no haya en otros personajes que conocemos.

TL: Me gustaría saber qué le hace ser así…
LT: Sin duda él es una máquina de matar. Y tal vez no servía para otra cosa.

TL: ¿Se ha llevado algo del Luis que le presta su fisonomía y talento?
LT: En mis primeras conversaciones con Dani, el director, lo que más nos preocupaba era conseguir que Aníbal transmitiese tranquilidad, que quien estuviese a su lado notase seguridad. De alguna manera siento algo así por este personaje. Me queda algo de él que me resulta entrañable. Es un tipo que controla todo el rato y, si va a empezar una pelea, sabe a quién le va a dar primero y quién será el último.

TL: Lo suyo no sé si era frialdad o dominio…
LT: Una mezcla de ambas cosas con un añadido de sangre fría. Él sabe que, llevando el control, tiene las de ganar.

Luis Tosar junto a Dani de la Torre y Michelle Jenner en el rodaje de ‘La sombra de la ley’

TL: Ahora que mencionas a Dani de la Torre, sois como un matrimonio de hecho. Ya no imagino una película suya sin ti…
LT: (Risas) Desde ‘El Desconocido‘, que fue una especie de comunión brutal a la hora de trabajar y un entendimiento de estos que es difícil de conseguir y que no siempre sale bien, logramos una relación en la que ni siquiera hacía falta hablar. Es muy bonito cuando eso ocurre.

TL: Eso da seguridad. Estoy convencida de que a Dani se la transmites…
LT: Y él a mí también. Ahora hay amistad entre nosotros, nos tenemos mucho cariño y mucha complicidad para hacer ciertas cosas. Es una bestia dirigiendo y yo me siento muy tranquilo y muy confiado porque veo que las cosas salen. Cuando algo no le gusta, lo dice. Es exigente, luchador, tozudo. Es como un miura y eso me gusta mucho y, en contraposición, es de los que abraza. Es muy sensible y muy intuitivo.

TL: ¿Hace falta que te digan que has estado bien o siempre le tienes tomada la medida al trabajo bien hecho?
LT: Yo suelo ver las películas terminadas porque necesito tener un juicio sobre lo hecho, pero no suelo verme. Alguna vez me ha pasado ver que están poniendo una peli mía en televisión y, si en 30 segundos no me gusta lo que veo, cambio. Si no me desagrada, igual me quedo un ratito pero, normalmente, tiene que ser algo de lo que haya pasado bastante tiempo. Si es muy reciente… más bien no.

TL: ¿Para evitar fustigarte con que podías haberlo hecho mejor?
LT: Claro (risas). No me gusta envenenarme.

TL: Me da que eres tu peor crítico…
LT: Sí, porque tú eres quien mejor sabe dónde la cosa falló y te lleva a lugares que no te traen buenos recuerdos. Si vuelves a ver una escena que sabes que no ha salido como tú querías, eso te lleva de nuevo a ese mismo lugar. Y ese sitio no suele ser un recuerdo gratificante.

TL: Lo que ocurra en ese lugar es de donde aprendemos, Luis…
LT: Sí, es cierto… pero aprendes más cuando la cosa se empieza a posar, porque lo puedes analizar todo mejor con una cierta distancia.

Tengo que reconocerte que yo he tenido mucha suerte en este oficio (Foto: Isma Martín)

TL: ¿Qué queda de aquel Luis que, en Galicia, jugaba a ser payaso con los niños?
LT: Ahora bastante, porque con mi hijo lo vuelvo a hacer (risas). El pasado siempre vuelve. De aquel Luis queda mucho porque uno tiene que empezar a recuperar recursos a toda velocidad.

TL: ¿De verdad bailabas breakdance y vestías pantalón de camuflaje por las calles de Lugo?
LT: Eso es verdad de la buena. Al principio llevaba un pantalón militar de un color solo. Después ya evolucioné a los de camuflaje (risas). Yo tenía una banda de bailarines, era muy joven, tendría unos 14 años. Era la época del breakdance y nos lanzamos a ello. Los primeros bailarines que yo vi de esa disciplina fue en ‘Flashdance’, luego ya vinieron más películas y se puso de moda.

TL: No te imagino en esa etapa, pero al arte ya iba en las venas…
LT: Algo tenía que hacer con mi vida, cantar o bailar o actuar…

TL: ¿Cuándo aparece el cine en tu vida entonces?
LT: En el instituto, de la mano de uno de mis grandes amigos. Coincidimos en clase y al principio nos llevábamos muy mal, porque no nos caíamos muy bien. Él se mudó a una zona al lado de mi casa y comenzamos a caminar juntos al salir del instituto. Empezamos a hablar de cine y ahí empezó todo. Antes de terminar el instituto, ya habíamos hecho dos o tres cortometrajes.

TL: ¿Nunca te has arrepentido del camino elegido?
LT: Jamás, para nada. Ni en los momentos más duros. Tengo que reconocerte que yo he tenido mucha suerte en este oficio, no he tenido numerosas etapas para dar marcha atrás.

TL: ¿De verdad crees en el factor suerte?
LT: Yo tengo muchos amigos, que son muy buenos, con mucho talento y a los que les cuesta vivir. Tal vez es porque no les han pasado cosas en el momento oportuno o la época adecuada, o porque no agarraron ese personaje que les pudo haber colocado en la órbita. Esas cosas ocurren y es lo que yo llamo suerte.

TL: Tú has cogido siempre el tren a la hora justa y en la estación apropiada…
LT: De eso tengo la certeza. Luego está el trabajo personal y el esfuerzo que uno le mete, evidentemente. Creo que nuestro mundo es un poco injusto en ese sentido. Hay un momento en el que tienes ese golpe de suerte que te hace falta y te coloca. A otros nunca les ocurre.

TL: ¿Te imaginas viviendo de otra cosa?
LT: No, ahora no. Pienso a veces cómo me podría ganar la vida de otra forma, pero no sabría responderte a eso en este momento. Los años van pasando y queda descartado algo que requiera una potencia física, eso queda eliminado. Tal y como están las cosas, a ver quién le da curro a gente de mi edad. Eso es así.

TL: Siempre te quedará tu banda de rock. La leyenda dice que “los viejos rockeros nunca mueren”...
LT: Siempre está ahí, pero nunca ese plan B tuvo visos de convertirse en mi medio de vida. La música para mí siempre ha sido algo que tiene que ver con lo lúdico, con el divertimento y en algún momento ha tenido mucha presencia, pero nada más. Durante unos años funcionamos profesionalmente bastante bien, dándole mucho movimiento a la banda, pero yo me considero actor. Como músico soy un aficionado.

TL: Te falta hacer un musical. Los mimbres ya los tienes…
LT: Sí, pero ahora ya empieza a darme más pereza esa posibilidad. Hace unos años habría dicho que sí a un musical sin pensarlo, ahora ya no es el momento.

TL: “Ser actor consiste en abrir tu propia tumba y ver qué encuentras”. Son tus palabras…
LT: Las he tomado prestadas. Las he dicho, pero no son de mi autoría (risas).

Hace unos años habría dicho que sí a un musical sin pensarlo, ahora ya no es el momento (Foto: Brian Hallett)

TL: ¿Qué cosas te quedan por descubrir?
LT: Hay determinados recovecos en los que es muy interesante que excaves sobre ti y sobre tu propia experiencia. A eso me refería, a expresar ese pensamiento. Creo que nunca nos acabamos de descubrir del todo.

TL: ¿Te has sorprendido al verte distinto en alguna ocasión?
LT: Sí. Siempre, de alguna manera, vas descubriendo cosas de ti en las que no habías reparado. Alguna vez no te gustas tanto y esa es la coña, pero es bueno e interesante como efecto secundario.

TL: ¿La madurez te ha ayudado a aceptarte mejor?
LT: Me acepto moderadamente, no me resigno a ciertas cosas. Sé que voy a sufrir más, pero no me rindo a que determinadas cosas no cambien. Es mi manera de ser y cuando, después de cierto tiempo, veo que no consigo cambiarlas, me rebelo contra mí mismo. No quiero decirte con esto que me provoquen sufrimiento, pero sí quiero ser consciente de que los fallos están así.

TL: Eres un insatisfecho permanente. ¿Aún queda mucho Luis por dar?
LT: Estoy a gusto con el actor que soy en este momento. Me siento reconocido, valorado y querido. Las cosas me han ido pasando de una manera muy natural y así lo he percibido siempre. No le doy muchas vueltas a eso. No me pongo metas que tengo que cumplir en un plazo determinado. No soy muy impaciente para eso, en el día a día sin embargo, sí. Me gusta que las cosas pasen y lo hagan rápido pero, sobre lo que va a venir, no lo soy porque no me preocupo ante las incógnitas.

TL: ¿El niño que bailaba breakdance se reconocería en el Luis de hoy?
LT: (Risas) Nunca me he hecho esta pregunta. Yo creo que hay aspectos que siguen exactamente igual. Siempre he sido una persona que me ha gustado disfrutar de la vida, que me divirtiese todo lo que hacía. Era un niño muy disfrutón, por eso bailaba y divertía a los demás haciendo de payaso. Y eso me sigue pasando hoy.

*Localización: Heritage Hotel. *Próxima semana: Sara Sálamo.

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