Para la mayor parte de los españoles el trabajo es obligación, monotonía, fastidio, queja y lamento. No es mi caso, y tampoco lo digo yo, es la realidad más observable que se desprende de las historias de vida de los cientos de personas que pasan por la consulta cada año y también es la conclusión más evidente de la VII Encuesta ‘La Felicidad en el Trabajo’ llevada a cabo por la empresa Adecco. Líder en el sector de la gestión de los Recursos Humanos de miles de otras empresas, cada año se propone explorar y conocer los niveles de satisfacción que los trabajadores de este país experimentamos en nuestro puesto de trabajo.
La sorpresa del estudio más reciente ha sido colosal pues se han detectado los niveles más bajos de felicidad en el trabajo desde el año 2011, entonces en plena crisis económica y hoy, en teoría, ya en un escenario mas halagüeño. Uno de cada cuatro trabajadores se considera infeliz en su trabajo, directamente infeliz, sin medias tintas, lo que nos permite vislumbrar otra buena proporción de personas que se mueven en un abanico de grises tampoco es nada prometedor.
Además, si analizamos estos datos junto con los que arroja otro estudio, el que ha llevado a cabo la Asociación de Mutuas de Accidentes de Trabajo (AMAT) la consecuencia de esta insatisfacción generalizada en el ámbito laboral se habría traducido ya en términos económicos: 75.875 son los millones que el absentismo laboral costó a España en el año 2016. En sí misma, la cifra no es nada desdeñable, pero lo más alarmante es la pésima trayectoria que pone de manifiesto: ¡Se trata de un 24% más que en el año anterior!
La desmotivación con respecto al trabajo proviene, además, de otras problemáticas igualmente graves pero más difíciles de cuantificar: esconde casos de acoso laboral, situaciones de explotación en numerosos sectores, incumplimiento de contratos, salarios tan ajustados como injustos…
Y la repercusión de todo ello no solo nos avergüenza y empobrece como sociedad sino que también tiene una traducción lógica y muy costosa en términos de nuestra salud mental: la depresión y la ansiedad son las principales causas de baja laboral en España. ¡Por no hablar de que hemos triplicado en 10 años el consumo de antidepresivos! La mayor parte de ellos, por cierto, recetados y subvencionados desde el sistema público de salud. No sé si podemos, siquiera, hacernos una idea del inmenso coste que esto conlleva, en todos los sentidos.
Por eso la IMF Buissines School, que forma cada año a miles de profesionales y cuyo Máster en Dirección y Administración de Empresas destaca entre los rankings nacionales, a la vista de todos estos datos, ha elaborado un decálogo de buenas prácticas para promover la satisfacción y la felicidad de todos los trabajadores.
Tomemos nota todos, pero tomen nota, sobre todo, quienes dirigen equipos de personas y quienes participan en la creación de los ambientes y condiciones de trabajo de sus empleados:
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