Chechu Salgado: «Cuando me dieron el Goya sentí a los míos dentro de mí gritando un gol»
Este gallego es para tenerlo en cuenta. No solo porque ya luzca un Goya en sus vitrinas al actor revelación por ‘Las leyes de la frontera’, sino porque ama la vida y te transmite la energía, entusiasmo y verdad que ahora necesitamos. Chechu Salgado ha disfrutado respondiendo esta retahíla interminable de preguntas y, además, me ha invitado a unas cañas. Lo que no sabe es que la invitación le saldrá barata porque soy una gallega abstemia, pero la cita no me la pierdo…
The Luxonomist: ¿Qué te da la interpretación que no encuentras en otra actividad de la vida?
Chechu Salgado: La posibilidad de vivir otras vidas. Entrenar la empatía. Me ayuda a conocerme mejor gracias a todas las preguntas que tienes que realizarte para crear un personaje. Una forma de trabajo y estudio del alma humana gracias a las lecturas de textos de teatro y guiones cinematográficos. Y más poéticamente, a veces, cuando actúo siento que camino sobre una cuerda floja en un precioso ejercicio de equilibrio precario.
TL: ¿Los premios activan la vanidad o refuerzan la sensación del trabajo bien hecho?
Chechu Salgado: Creo que la interpretación es lo contrario a la vanidad. Otra cosa es la fama y el cómo te perciben los demás. Los galardones premian un trabajo concreto. Un trabajo que un jurado ha valorado como digno de ser premiado. Eso creo que es síntoma de que vas por buen camino.
“Cuando actúo siento que camino sobre una cuerda floja en un precioso ejercicio de equilibrio precario”
TL: ¿Por qué no pudiste resistirte a interpretar a Zarco?
Chechu Salgado: Es un tipo de personaje con el que siempre había soñado. De adolescente encontré en casa un cómic, ‘Sangre de barrio’ de Jaume Martí. Me enamoré del Vicent, del Cepa y demás. Le pedí ese mismo año a mi madre que me comprase una chupa de cuero «por favor, por favor y por favor». Luego llegaron los Burning, Kortatu, Led Zeppelin y toda la música punk, eléctrica y distorsionada que fui capaz de tragarme. Tardé un par de años o tres en salir de mi particular viaje a los 70 y 80 y me desperté con 18 años con ganas de dejar de disfrazarme y empezar a actuar e interpretar.
TL: ¿Qué se llevó de ti y qué le diste?
Chechu Salgado: De alguna manera la creación del personaje por momentos es tan íntima que parece una relación. Viajas con él intentando conocerle mejor, aparece cuando menos te lo esperas: caminando por la playa, una noche de insomnio, cuando te pasaste con las cervezas, mientras lees un libro porque algo te recuerda a él… El Zarco me dejó ver esto de una forma clara.
Supe que íbamos por buen camino cuando un día después del rodaje me quedé mirando el Puente de la Barca donde habíamos rodado y me emocioné mucho porque ese día, ese momento, no iba a volver y sentí que un día el Zarco ya no sería mío y que lo tendría que dejar ir a que todos lo quieran, odien, lo juzguen. Me pareció hermoso. Me sentí orgulloso de sentir el aquí y el ahora de esa manera. El Zarco me ha dado tantas cosas y ha dejado un poso dentro de mí de coraje y valentía para seguir luchando en la vida.
«Me gustan los lugares tranquilos»
TL: ¿Cómo recuerdas el momento en el que escuchas tu nombre en la entrega de los Goya?
Chechu Salgado: Todavía tiemblo si lo pienso. Sentí a toda mi familia y a todos mis amigos dentro de mí gritando un gol. Sentí una explosión. Y mientras subía a recogerlo pensaba: «Mantén la calma, disfruta el momento, eres más actor que nunca, te gusta el escenario, míralos a todos y guarda esto en tu retina para el resto de tu vida».
TL: ¿En qué lugar has colocado al “cabezón”?
CHS: En el salón, en un sitio estratégico para no verlo todo el rato, pero encontrarlo rápido si lo necesito. En mi casa hay muchas cosas que amo, él es nuevo y prestigioso, pero no se va a llevar todo el protagonismo.
TL: ¿Este reconocimiento será el punto de inflexión de tu carrera?
CHS: Será el tiempo quien conteste a esa pregunta. Solo sé que es un momento inolvidable en mi vida y algo mítico en mi carrera.
TL: De gallega a gallego: ¿Galicia Calidade?
CHS: No me gusta decirlo mucho, porque luego se me llenan las playas y los caminos de gente y a mí me gustan los lugares tranquilos jejeje.
TL: ¿Lo mejor que se te da hacer?
CHS: Divertirme.
TL: ¿Quién ha marcado realmente tu vida?
CHS: Posiblemente la persona que me enseñó a amar este oficio, Tito Asorey. También una profesora de Filosofía que tuve en bachillerato, Mila. Mi amiga Claudia me enseñó de forma empírica que se gana más con una sonrisa y sigo su consejo. Mi familia. La Penha Rudeboi de Ourense, que es el nombre de mi peña de colegas desde los 12 años y nos gusta vivir sin grandes dramas, amando la comedia.
“En el colegio era buen lector, mal estudiante”
TL: ¿Qué te pone de buen humor?
CHS: Cocinar a la parrilla, la música en directo, el entroido. Juntarse.
TL: Esa canción con la que, cuando la escuchas, se te mueven los pies sin remisión.
CHS: Amo la música. Me gusta mucho bailar y escuchar temas melódicos y agradables o punk y psicodelia en estado puro. Pero últimamente me encanta sumergirme en temas de electrónica muy sugerentes como por ejemplo Sangría de Thomas Bangalter. Adoro esta canción.
TL: ¿En qué eras brillante en el colegio?
CHS: En el recreo y resumir los textos que leíamos en una frase. Era buen lector, mal estudiante.
TL: Esa obra de arte que te gustaría tener expuesta en casa.
CHS: No me gusta el arte en casa, en casa la artesanía. El arte es para todos.
TL: ¿Un talento que se te resiste por mucho que lo intentes?
CHS: Tengo poca constancia a la hora de tocar un instrumento. Empiezo algo, le saco algo de sonido, toco alguna melodía, pero acabo tirando la toalla.
«En redes sociales hago zapping»
TL: ¿Eres de una mentira piadosa a tiempo?
CHS: Sí. Pero siempre me pillan y al final es peor el remedio que la enfermedad. Realmente cada vez estoy más convencido de que no hay que mentir a nadie. Normalmente se miente por miedo y eso es una mierda.
TL: ¿Cuál es la compañía perfecta para irte de fiesta?
CHS: El que se quede hasta el final bailando y bebiendo contigo y, después, cambiando el mundo. Hay muchos por ahí, solo hay que saber verlos. Pero principalmente mis amigos que ellos saben bien quién son.
TL: ¿Esa palabra que nunca regateas y más usas?
CHS: Posiblemente algún taco.
TL: ¿Qué ves cuando te miras al espejo?
CHS: Siento que pasa el tiempo y veo que soy distinto según el ánimo que tenga.
TL: ¿Ese bien que más valoras?
CHS: Lo que sea que reproduzca video y un equipazo de sonido.
TL: ¿Qué llevas siempre en los bolsillos?
CHS: Suelto y tabaco.
TL: ¿La enseñanza que nos deja vivir en pareja?
CHS: Estoy soltero, así que no debí descubrirla todavía.
«Normalmente se miente por miedo y eso es una mierda»
TL: ¿Tu mayor decepción?
CHS: No se me ocurre una en concreto. En general duele mucho que alguien a quien quieres te falle, pero no soy muy dramático ni suelo enfadarme.
TL: ¿A quién sigues con interés en las redes sociales?
CHS: No sigo con mucho interés a nadie en redes sociales. En redes sociales hago zapping.
TL: ¿Hay alguna situación en la vida en la que, por algo, te pones pesado?
CHS: Creo que no.
TL: Una película en la que te gustaría quedarte a vivir.
CHS: “El cielo sobre Berlín”
TL: Esa experiencia gastronómica inolvidable.
CHS: La brasa encendida y buena compañía en verano. La cuchara y deliciosas fabes, callos, caldos en invierno. Comer y compartir.
TL: Sé que han sido muchas, pero ¿hay alguna pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder?
CHS: “¿Echamos un día una caña?» Después de tanto rato respondiendo sobre uno mismo sería gracioso encontrar esto al final de la entrevista. Disfruté mucho respondiendo a esta entrevista. La verdad es que, si algún se me ocurre la respuesta a esta gran pregunta, te la haré llegar, aunque sea off the record.