Ruth Núñez: «En momentos difíciles me refugio en Dios, en los míos, en el arte y la belleza»
Tiene el privilegio de ser recordada como “Betty, la fea” pero, sobre todo, por haber sobrevivido a la estela y larga sombra de ese personaje. Ruth Núñez siempre ha tenido claro que podría vivir de su pasión, la de ser actriz, y lucha cada día por alimentar ese talento que no deja de crecer. La vemos ahora en el teatro. La obra “Uz: el pueblo” es una comedia de humor negro que nos invita a reflexionar sobre hasta dónde somos capaces de llegar cuando decidimos llevar a la última expresión nuestra fe o nuestro amor…
The Luxonomist: ¿Qué has encontrado en la interpretación que no has descubierto en otra actividad de la vida?
Ruth Núñez: Tener sentido. Sentirme yo enteramente.
TL: ¿Cuándo te das cuenta que esto es lo tuyo y, sobre todo, que puedes vivir de ello?
RN: En 3º de BUP al recitar un poema de Lorca en clase de teatro y, luego, cuando el profesor me orientó al acabar el curso. Nunca dudé de que iba a vivir de ello, hasta que dejé de vivir de ello.
TL: ¿Qué hay de la Ruth de “Yo soy Betty, la fea” en la Fiona de “Uz, el pueblo”?
RN: La pasión, el disfrute y las ganas por el trabajo. Ahora incluso más porque con la dedicación y los años, en vez de terminar un aprendizaje, aumentan los descubrimientos y las vías que se abren para seguir.
“Afortunadamente he sido testigo de comportamientos ejemplares”
TL: ¿Cómo se ve la vida desde la altura de un escenario?
RN: Pues hay escenarios a ras del suelo y, últimamente, también he estado volando en un aro o en un columpio sobre el público. La vida, yo al menos con el pretexto de cada nuevo trabajo, la observo e inspecciono desde distintos ángulos, el que abre cada ocasión. Ya en escena, parece que otro ojo sobrevolara y pudieras descubrir de vez en cuando cosas nuevas, nuevas asociaciones que entiendes al ver una reacción, por ejemplo, de los personajes. Pero ese ojo del escenario o de la actuación, como lo tendrá toda profesión, va abierto todo el día “ojo avizor”, desentrañando la vida según sucede para luego poder representarla así: que actuar te enseña a vivir y vivir a actuar.
TL: ¿Qué magia tiene el teatro que lo diferencia de lo demás?
RN: Estar en vivo. El riesgo. El encuentro simultáneo con los espectadores.
TL: En “Uz, el pueblo” se reflexiona sobre las creencias y sus límites. ¿Hasta dónde somos capaces de llegar cuando decidimos llevar a la última expresión nuestra fe o nuestro amor?
RN: Hasta perdernos y desvirtuar aquello que creemos estar llevando a las últimas consecuencias. Hasta morir y matar. La historia lo muestra.
TL: En momentos críticos o difíciles… ¿en qué te refugias?
RN: En Dios. Mi psicóloga, mis amigos, familia, la naturaleza, el arte en sus distintas manifestaciones: libros, pintura, música, cine, teatro… en la belleza.
TL: ¿Se puede ser imparcial cuando los sentimientos entran en juego?
RN: Sí. Todo lo que, no serlo de serie, nos permite. Tenemos unas creencias, pensamientos… que configuran nuestras decisiones y acciones, todo lo que eso nos permite tener de imparciales.
“Actuar te enseña a vivir y vivir a actuar”
TL: ¿La forma más elegante de decir adiós?
RN: Según la situación. Unos saludos de una función o el final de un cabaret -con alegría, música, brillo y unión con el público-, o de una reunión -qué tipo de reunión-, o en una relación – con honestidad-, de una consulta, de una tienda…
TL: ¿En qué situación has dicho “chapeau”, me quito el sombrero?
RN: No me acuerdooooo (risas). Sé que en muchas. Afortunadamente he sido testigo de comportamientos ejemplares.
TL: ¿Qué es lo que mejor se te da hacer?
RN: Actuar. Así lo siento yo.
TL: ¿Qué ha sido lo que realmente ha marcado tu vida?
RN: ¡Muchas cosas han marcado mi vida! porque ya llevo un rato. Circunstancias familiares, modelos de conducta, del bien y el mal, prejuicios heredados, las noticias; darme cuenta. Que me llevaran al teatro de pequeña, al cine, a conciertos y exposiciones. El arte en todas sus expresiones. Los distintos trabajos y viajes en los que he podido conocer a otras personas y a mí a través de situaciones, que unas veces me han gustado y otras no. El dolor y el sufrimiento. El amor. El nacer con tantas preguntas. El ansia.
“Para mí, ser elegante es ser amable»
TL: ¿Qué pone en tu estado de WhatsApp?
RN: Un sol.
TL: ¿A quién meterías en una máquina del tiempo?
RN: Pues, ahora que lo planteas como una posibilidad real, a nadie. He visto muchas pelis y las consecuencias de jugar modificando los acontecimientos cuando uno viaja en el tiempo, no sabe uno hasta dónde se extienden. Y siempre tocas algo, aunque sea sin querer, que tiene unas repercusiones infinitas. Y entiendo que haya veces que queramos hacerlo.
TL: ¿Qué locura has hecho para conocer a uno de tus iconos?
RN: Ninguna, no tengo iconos. Locuras he hecho.
TL: ¿A qué eres inmune?
RN: Probablemente a nada, pero me mantengo bastante bien. Quiero decir: «Nunca digas de este agua no beberé”. Me parece atrevido decir que soy inmune 100% a algo, todo cambia.
TL: ¿El insulto hace callo?
RN: El insulto es una mierda (insultando al insulto). Decía mi abuela, bueno, es un refrán: «No ofende quien quiere si no quien puede». El insulto puede hacerte reflexionar. No me gusta insultar ni que me insulten. Creo que llevo peor insultar. Los insultos son fruto de algún tipo de sufrimiento, de situaciones no bonitas.
“El insulto es el fruto de algún tipo de sufrimiento»
TL: ¿Marca España es…?
RN: Pues, me dices eso y yo automáticamente pienso en la selección de fútbol o en Rafael Nadal. Eso es lo que me ha llegado de los medios. Para mí no hay Marca España, bueno, no me lo planteo. Clichés, como el sol. Pero todo es en referencia turística o mediática. Yo no le he puesto una marca a España. Donde vivo, la gente con la que quiero, los lugares que me traen recuerdos bonitos, tanto por conocer, los paisajes, la diversidad…
TL: ¿Qué no falta nunca en tu maleta?
RN: Bragas, seguro. Pero no sé hacer maletas cortas. Meto todo, por si acaso, porque ¡yo qué sé qué voy a querer o va a suceder! Esto o la hago suuuuuper austera.
TL: ¿La suerte es más definitoria que el talento?
RN: ¡Uf! No lo sé, me sale decir que sí, pero igual la clave está en qué es talento. El talento, entonces.
TL: ¿A qué te suena la vida?
RN: Buf, a silencios llenos de sonidos. A esos sonidos de naturaleza que son infinitos, como las hojas cuando se mueven, o las ramas, o el aire soplar, o un bicho que no ves moviéndose. Las alas de otro, una cisterna o un coche a lo lejos, cacharros en la cocina, cubiertos al cajón, ventanas que se abren o cierran y puertas, voces, gemidos, risas, olas de mar, música, música, música: canciones y canciones. La respiración, latidos, fluidos… Un grifo corriendo. O goteando. Una tele en el piso de abajo. Una conversación telefónica en otra habitación.
TL: ¿La belleza da poder?
RN: La belleza es maravillosa. Igual se abre camino sola, por ser bella, igual es al poder que te refieres. La belleza tiene el poder de gustar.
«El dolor grande es grande, sea del tipo que sea»
TL: ¿El dolor más intenso?
RN: Todos. El dolor es inconmensurable. Físico, psicológico… Un dolor grande es un dolor grande, donde sea y del tipo que sea. Cuando duele, duele.
TL: ¿Ser elegante es…?
RN: Según los cánones. Para mí, ser amable.
TL: ¿Qué te hace perder la templanza?
RN: La repetición de los errores. Propios y ajenos.
TL: ¿Con quién compartirías la cena de tus sueños?
RN: Pues es que hay bastante gente en esa cena, no te los puedo enumerar a tod@s. Están las personas con las que quiero y con las que me alegro, están todos mis sueños.
TL: ¿Esa crítica que, por ser verdad, más te ha dolido?
RN: No sé si era verdad, pero era la apropiada. Fue por la autoridad que representaba para mí en interpretación, aquella persona que para mí era un maestro. Y fue maravillosa, porque ha marcado mi búsqueda en el trabajo y me ha hecho crecer. Se la agradezco infinito, pero en aquel momento, picó.
TL: Han sido muchas pero, ¿hay una pregunta que no te he hecho y te habría gustado responder?
RN: No, ha estado todo bien. Muchas gracias.