El príncipe Harry explica cómo vivió la muerte de Lady Di

La muerte de Lady Di ha marcado la vida del príncipe Harry. Tan solo tenía 12 años cuando se produjo el fatídico accidente y, según ha confesado él mismo, fue un trauma que tuvo que superar solo, pues nadie de Casa Real le dio la ayuda que necesitaba. Por ello, el príncipe Harry se ha embarcado en un nuevo proyecto para ayudar a niños cuyos padres han fallecido en las fuerzas armadas.

El príncipe Harry recuerda la muerte de Lady Di

«Nadie quiere estar en la posición en la que se ve obligado a hablar de algo de lo que no quiere hablar. Especialmente cuando todos los mecanismos de defensa de la mente, el sistema nervioso y todo lo demás dicen: ‘No vayas allí».

Con esta frase y hablando de su propia experiencia personal, el príncipe Harry ha iniciado su charla con Nikki Scott, fundadora de la ONG británica Scotty’s Little Soldiers. Se trata de una pequeña entrevista grabada en el mes de mayo, durante el último viaje del príncipe Harry en Reino Unido, y en la que aconseja y habla a los niños que han perdido uno de sus padres en los ejercicios de las fuerzas armadas.

Para conectar con ellos, el príncipe Harry ha recordado cómo vivió él la muerte de su madre, Lady Di, y les ha aconsejado no cometer los mismos errores que él. «No es sostenible reprimirse para siempre», contaba el príncipe Harry. «Te convences a ti mismo de que la persona que has perdido quiere o necesita que tú estés triste durante el mayor tiempo posible para demostrarle que le echa de menos. Pero entonces te das cuenta de que no, ellos deben querer que seas feliz».

Aconseja a los niños que expresen sus sentimientos

También ha confesado que hablar de sus sentimientos tras la pérdida de Lady Di fue «lo más duro», pero que ahora entiende que era necesario. «Te das cuenta de que si hablas de ello, y celebras su vida, entonces en realidad las cosas se vuelven más fáciles».

Y es que en su serie de Netflix el príncipe Harry habló de la falta de ayuda que tuvo tras el fallecimiento de su madre. «No tenía esa estructura de apoyo, esa red o ese asesoramiento experto para identificar lo que realmente me estaba pasando», contó. «No tenía ninguna emoción, no podía llorar, no podía sentir«. Unas duras palabras que no sentaron demasiado bien en Buckingham.