Harry se queda en Londres a la espera de reunirse con su abuela, Isabel II
El duque de Sussex podría demorar unos días su regreso a Los Ángeles, posiblemente después del cumpleaños de la reina Isabel II.
El príncipe Harry aún no ha regresado a Los Ángeles. Tras el funeral de Felipe de Edimburgo celebrado este sábado, el duque de Sussex permanece en Londres en un gesto que muchos cronistas reales han interpretado como un acercamiento a su familia. En principio, Harry se quedaría en la capital británica hasta el miércoles, cuando Isabel II cumple 95 años. Una celebración agridulce y marcada por la reciente despedida de su esposo y que será muy distinta a todas las anteriores. Con el luto oficial aún marcando la agenda pública, la Reina se enfrenta a su primer cumpleaños sin su esposo en los últimos 73 años.
Los hijos del príncipe Carlos habrían mantenido este sábado una reunión de al menos dos horas en la que habrían acercado posturas después de algo más de un año sin verse. Según parece, las diferencias entre ambos, marcadas claramente en la entrevista que Harry y su mujer concedieron a Oprah Winfrey, podrían tardar años en solventarse.
El príncipe Carlos se ha reunido con su hijo Harry
Eso es al menos lo que cuentan desde palacio. Se valora positivamente el acercamiento entre ellos, pero las acusaciones y acciones promovidas por la pareja desde su salida siguen muy presentes. A la espera de ver a Isabel II en privado, Harry también se habría reunido con su padre, el príncipe Carlos, que ha dado un paso al frente para ayudar a la Reina y gestionar con ella el futuro de la institución. El heredero, su hijo William y la propia Isabel II mantendrán en pocos días una reunión para organizar qué miembros de la familia asumen funciones públicas a partir de ahora.
No se descarta que el príncipe Eduardo y Sophie, la condesa de Wessex, ocupen el vacío que dejaron los Sussex. En 2019, la pareja realizó 544 actos públicos, 14 menos que los duques afincados en Los Ángeles. Sobre la mesa estará también la posibilidad de limitar la presencia pública de los miembros de la familia y los patrocinios. En la actualidad son quince miembros los que se reparten unos 3.000 actos públicos al año. Algo que condiciona en exceso sus vidas, la exposición de la institución y, sobre todo, genera un enorme gasto logístico y de seguridad.