Con esto de la inclusión de términos en inglés en nuestra vida para definirlo todo, no es nada raro hablar con naturalidad de fenómenos como el sexting, el grooming o el phubbing. Entre estos, encontramos algunos anglicismos que no tienen desperdicio. Tal es el caso del Ghosting. Haciendo caso a la intuición, pensaremos en un fantasma y no vamos mal encaminados, ya que el fenómeno consiste en desaparecer de repente y sin previo aviso de una relación. Generalmente se habla de hacer Ghosting o de que te hagan Ghosting, y es mucho más común de lo que podamos pensar.
No nos engañemos: ha pasado toda la vida. Sin embargo, en tiempos de Apps de contactos, la cosa ha ido a mayores. Dicho crecimiento está directamente relacionado con el aumento en el número de citas disponibles y la probabilidad de conseguir rápidamente una nueva relación. Si antes uno se lo podía pensar un poco antes de tomar las de Villadiego, hoy el planteamiento es otro: “¿Para qué, si ya quedo mañana con otra persona y encuentro una nueva pareja?” Este nuevo modus operandi, no exento de debate moral, ha llevado a dar el nombre de Ghosting a un comportamiento tan poco elegante como el de desaparecer de un día para otro.
“Hoy salimos y somos novios, pero mañana si te he visto, no me acuerdo. Y de hecho, no me ves, porque desaparezco”. Y la desaparición es literal. El que hace Ghosting parece que se desvanece hasta tal punto que se esfuma de todas las áreas de nuestra vida. Dejaremos de verlo físicamente, pero también desaparecerá completamente de toda nuestra vida digital y se esfumará de las redes sociales. Será como si no nos conociera o como si nunca hubiera existido. Lo más extraño y grave es que sucederá de repente, sin explicaciones ni preavisos de ningún tipo, ni siquiera por mail o por mensaje de texto. Ni mucho menos por teléfono o a la cara.
A nivel de comportamiento, el que hace Ghosting no hace sino manifestar una completa falta de empatía hacia la otra persona. Por la razón que sea, prefiere no enfrentarse al mal rato de darle la noticia a la otra persona. En raras ocasiones, la persona tendrá un perfil psicópata por el que le dé exactamente igual el dolor del otro.
Pero lo más habitual es que sea la cobardía o la falta de sensibilidad la que le lleve a ahorrarse el informarle a su pareja (o ligue) de sus intenciones. La falta de delicadeza y de humanidad hacia el otro irá en aumento en la medida en que suceda lo siguiente:
El Ghosting no deja de ser una forma de abandono que puede ocasionar no poco daño psicológico al que lo padece. El perjuicio y mal causado se ubicará dentro de un continuo entre la falta de educación y respeto, y la crueldad o traición extremas. Aunque dependerá del alcance que haya tenido la relación, con frecuencia generará en el abandonado algunas preguntas que podrán hacer tambalear su propia autoestima.
En algunos casos podrá resultar traumático, y dificultará el duelo por separación de un ser querido que necesariamente hay que resolver al término de una relación. La no elaboración de este duelo podrá impedir que la persona rehaga su vida en términos afectivos, minar la confianza en sí mismo y en las relaciones en general, e incluso en algunos casos terminar en algo tan grave como una depresión.
El Ghosting es una respuesta propia de quien evita el enfrentarse a situaciones emocionales intensas. La persona que lo ejecuta no quiere asumir la responsabilidad de sus actos en términos de hacer daño a otro. Ni siquiera cuando ha habido un vínculo afectivo. Se trata, en suma, de un comportamiento cruel pero también muy inmaduro y egoísta. Precisamente por esta inmadurez no es raro que se produzca entre jóvenes y adolescentes, en sus primeras relaciones.
Las consecuencias para un adolescente abandonado por Ghosting comparten todo lo malo de las del adulto. Pero pueden verse agravadas por la falta de recursos psicológicos para confrontar la situación. Al no haber un cierre oficial, surgirán sentimientos de inseguridad que le harán dudar de sí mismo. Para empezar, podrá tardar en interpretar las señales y en darse cuenta de que le han dejado. Una vez lo haga, se cuestionará el por qué lo ha hecho el otro y cómo no lo ha visto venir. De todos estos interrogantes el saldo suele salir negativo para la autoestima de un joven inexperto aún en materia relaciones amorosas.
Por si no fuera suficiente el daño causado por desaparecer súbitamente y sin explicaciones, existen algunos complementos al Ghosting que lo hacen todavía más grave y difícil de entender. Se trata del Orbiting, muy propio también de adolescentes, siempre enganchados a Internet. Consiste en una aparición intermitente por parte del que ha hecho Ghosting en la vida del que ha sido abandonado. Lo hará, eso sí, a través de las redes sociales, haciéndose visible a través de Likes o comentarios. A la hora de la verdad, sin embargo, esas apariciones no querrán decir nada. Ya que no hay voluntad ninguna de retomar la relación a nivel real.
La intención detrás de todo esto estará, la mayor parte de las veces, en tratar de controlar al otro y saber si sigue interesado o disponible. A nivel psicológico lo que produce este comportamiento es un refuerzo intermitente que confunde a la víctima, haciéndola creer que todavía hay un interés por parte del otro, o alguna posibilidad de retomar la relación. Pero todo mentira.
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