Negacionistas del coronavirus: así son y así piensan
Las razones y motivaciones psicológicas de los negacionistas del coronavirus se basan en aspectos que están presentes desde hace siglos en la historia de la humanidad.
Sobre la pandemia de Covid-19 todos tenemos una opinión y algunos incluso se niegan a aceptarla. Parece mentira, pero sí: existen personas que, directamente, rechazan la existencia del virus e incluso se atreven a rebatirla con todo tipo de argumentos. ¿Cómo son los negacionistas del coronavirus? Detrás de su comportamiento se esconden unas motivaciones psicológicas, sociológicas e incluso evolutivas que también hay que entender. Abogan por prescindir de las mascarillas por ser innecesarias. Por supuesto, menos aún entienden de prohibiciones ni confinamientos.
Y si nos ponemos un su piel, su planteamiento tiene todo el sentido del mundo: si no existe un virus, no hay nada que temer, ni ninguna amenaza ante la que nos debamos proteger. Son los negacionistas del coronavirus, un grupo social minoritario. Pero que, en definitiva, no deja de ser un colectivo que lucha por generar opinión e influencia social.
El negacionismo como corriente
Las razones negacionistas son de lo más variado. Los más radicales opinan que el virus no existe. Hay otros que sí que aceptan la existencia del coronavirus y de la pandemia, pero critican una gestión política centrada en la prohibición. Y por último, los más de ellos han adoptado teorías diversas de carácter médico y pseudocientífico por las que rechazan la necesidad de distanciamiento social o el uso de mascarillas, por considerarse nocivas. Estos últimos arguyen, por poner un ejemplo, que el uso de la mascarilla es perjudicial. Ya que hace que el virus vuelva a nuestro organismo a través de la respiración, en lugar de dejarlo escapar al exterior.
El hecho es que si analizamos su comportamiento desde fuera, y dejando el coronavirus al margen, podemos llegar a una conclusión: el negacionismo no es una corriente nueva nacida con la amenaza pandémica. Es un comportamiento humano típico que se ha repetido a lo largo de la historia en diferentes escenarios. De hecho, este modelo de conducta “se ha presentado como un movimiento social que tiene una función adaptativa que sirve para minimizar los recursos cognitivos que debemos invertir en la toma de decisiones”. Así lo afirman desde el centro de psicología y psicoterapia Grupo Laberinto.
Opciones de opinión para el que no sabe-no contesta
Esto quiere decir, en suma, que sirve para hacer ver otras opciones a las estipuladas por la mayoría. Y este hecho puede ser necesario a nivel individual, sobre todo cuando uno no sabe muy bien qué pensar y no tiene del todo conformada una opinión. Su sentido adaptativo se entiende por el hecho de generar debate y cuestionar algunos principios que, a lo largo de la historia, han sido impuestos de forma injusta o arbitraria.
En el ámbito del coronavirus, los negacionistas son aquellos que desoyen las recomendaciones sanitarias recogidas en forma de obligación social e individual por parte de cada gobierno. “Si se toman medidas de protección no podemos hablar de negación: solo se puede hablar de negación cuando el individuo considera que no es necesario cuidarse, ni cuidar a los demás”, aclaran desde Grupo Laberinto. Y esto sucederá al margen de una ideología política.
Factores que influyen en nuestro juicio y opinión
El mejor ejemplo para entender la diversidad de opinión lo tenemos a simple vista: Si la comunidad científica ni siquiera se pone de acuerdo; si cada país asume una política y restricciones frente al Covid-19, está claro que este mismo hecho le va a suceder a cualquier hijo de vecino. A nivel individual, cada uno de nosotros verá condicionado su criterio de opinión por algunas variables psicológicas, emocionales y propias de la personalidad. Entre estas, los citados expertos en comportamiento humano han identificado las siguientes:
- Miedo y rabia: El miedo que surgió desde el inicio del confinamiento sigue entre nosotros. Algunas personas han intentado suprimir este sentimiento de miedo, y como resultado han ido acumulando rabia. Al tratarse de un enemigo invisible, este sentimiento de rabia acumulado ha buscado un nuevo objetivo contra el que luchar.
- Negación: Al igual que en el duelo por pérdida de un ser querido, en algunos casos se puede tratar de un mecanismo de defensa relacionado con la negación: “esto no puede estar pasando”. La negación es un proceso inconsciente que no permite que tenga lugar la aceptación, lo que puede desbocar en una psicopatología o poner en riesgo a otras personas.
- Control: Buscar una explicación a lo que sucede es una manera de conseguir cierta sensación de control, lo que ayuda a reducir o eliminar la preocupación y la angustia que el caos de la situación actual está creando.
Frente a las posturas encontradas, diálogo y respeto
- Exceso de preocupación: La sobreinformación y los bulos que se transmiten de manera masiva obligan a darle vueltas a la situación continuamente. Este exceso de emociones puede generar psicopatologías tales como la hipocondría, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo, fobia, etc. Esto es especialmente peligroso en el caso de los adultos que, sin querer, pueden transmitirlo a los niños.
- Falsa seguridad: Las personas que no han experimentado el virus de cerca tienden a creer que la gravedad del asunto no es como lo pintan ya que sus vidas no se han visto alteradas más allá del confinamiento. Ven a los demás como exagerados, equivocados, hipocondríacos y por lo general creen que existe una psicosis colectiva a la que ellos no han sucumbido.
- Desconfianza: Muchas de los negacionistas del coronavirus lo son debido a su falta de confianza en las instituciones. La falta de información veraz y datos por parte del gobierno, la gestión, las medidas contradictorias son elementos han contribuido a la falta de credibilidad y han generado reacciones de rebeldía frente a la autoridad.
Las diferencias de opinión y criterio no son, en sí mismas, negativas, sino todo lo contrario. Sirven para enriquecer y abrir opciones, facilitando otros puntos de vista. Lo que no ayuda es una polarización de posturas manifestada a través de la violencia o la confrontación, como expresan los psicólogos. “No sirve de nada tomar una posición extremista ni fomentar el enfrentamiento social; lo mejor que se puede hacer es facilitar el dialogo, buscar soluciones, mantener la calma e intentar transmitirla a los demás”.