#CloseTo Alain Hernández: «No sueño con triunfar en Hollywood»

Acaba de estrenar 'Plan de Fuga' con Luis Tosar y Javier Gutiérrez. Llegó al mundo de la interpretación tarde pero lo ha hecho para quedarse...

Amalia Enríquez. 02/05/2017

Es tan honesto que hasta la vanidad la tiene adiestrada. Me gusta de él su vulnerabilidad y la natural facilidad que desarrolla para transmitir a los demás esa emoción que, a veces, se apodera de su sensibilidad y le empaña la mirada. Admiro su valentía para lanzarse, sin red, a la aventura de la vida en lugar de acomodarse a una existencia resuelta. Estudió Marketing y RRPP pero el destino, que en ocasiones hace bien las cosas, le tenía preparada una sorpresa bien merecida. El camino no ha estado exento de piedras pero, desde hace un tiempo, empieza a recoger lo sembrado. Acaba de estrenar ‘Plan de fuga’, con un papel protagonista que ha hecho valer entre dos grandes como Luis Tosar y Javier Gutiérrez…

The Luxonomist: ¿Cuánto tiempo esperando que llegara este momento?
Alain Hernández: Desde que te planteas ser actor y vivir de esto, es uno de los sueños recurrentes. Muchos compañeros sueñan con triunfar en Hollywood, por ejemplo. Yo no tengo ese tipo de ambición. Me encantaría rodar una película allí para ver cómo es la experiencia, pero luego no sé si me apetece cambiar mi vida por aquello.

Es un tipo tímido y muy sensible

TL: ¿Cuál es el termómetro de tu ambición?
AH: Es hacer cosas que me hagan sentir bien, que me sienta a gusto, que las disfrute y que haga disfrutar a los demás. Ya está, tan sencillo como eso. No tengo más ambición que esa y, por supuesto, poder vivir de esta profesión. Con eso me doy más que satisfecho. Y conocer gente buena, trabajar con compañeros que me aporten y enseñen, como me ha ocurrido en esta película con Luis y Javi.

TL: Medirse con dos talentos como ellos, ¿intimida o hace que te crezcas ante la adversidad?
AH: Las dos cosas. Cuando te lo dicen, te hace una ilusión tremenda saber que vas a jugar con estos dos actores, te pellizcas para ver si es cierto, te despiertas a mitad de la noche pensando que ha sido un sueño pero que es verdad, frecuentas el baño con más asiduidad porque te viene esa etapa de asumir lo que vas a hacer y es cuando te das cuenta del “marrón”, en el mejor sentido. En ese momento solo piensas que tienes que estar a su altura  y luego viene la etapa de disfrutarlo, cuando te das cuenta que son dos personas maravillosas, generosos, que se preocupan más por ti que por ellos mismos. Yo solo tengo palabras de elogio y agradecimiento hacia ellos.

TL: ¿Cómo ha sido la travesía desde Jacobo (‘Palmeras en la nieve‘) a Víctor (‘Plan de fuga’) que son el ayer y el hoy de tu etapa más mediática?
AH: Han pasado muchas cosas y buenas entre los dos. Jacobo supuso un antes y un después en el cine, porque me dio esa confianza que se necesita para afrontar papeles principales. En el medio tuve El rey tuerto‘ y ‘La catedral del mar’ (aún por estrenar). Todos me han hecho llegar hasta aquí.

En ‘Plan de Fuga’ comparte protagonismo con Javier Gutiérrez y Luis Tosar

TL: ¿Te gusta o te molesta recordar?
AH: Me gusta.

TL: ¿Lo haces?
AH: Sí, lo hago, pero soy un tipo que mira bastante para adelante. El ejercicio de la nostalgia es sano para saber de dónde venimos y tener bien en cuenta por dónde hemos pasado para llegar hasta aquí. Creo que es una buena terapia para conocerte a ti mismo y darte una palmadita en la espalda si vas por el buen camino. Eso también es necesario muchas veces.

TL: En esa vuelta atrás, hay un momento en el que lo dejas todo y te lanzas a la bohemia de esta profesión…
AH: Llegué a la interpretación por casualidad. No sé si llamarlo destino y ni siquiera vocación, porque para mí siempre fue un hobby que, en un momento determinado, se me escapó de las manos y que ya se ha quedado en mi vida. Hice un curso de interpretación para evadirme de la rutina del trabajo, que desarrollaba en la empresa familiar. Empecé a intuir que me podría ir bien, pero no pensaba en un futuro dedicado a eso porque mi vida era muy distinta. Fue un curso de seis meses y, al terminarlo, me di cuenta de que me gustaba muchísimo, que se me daba bien y me “enganchó”, pero tenía los inconvenientes de la empresa familiar y mi matrimonio, porque estaba casado en ese momento. Quien me hizo dar un paso adelante fue el profesor de ese curso, un húngaro muy sabio que me dijo: “Tú tienes que hacer teatro, tienes talento. Es lástima que el mundo de la interpretación se pierda un actor como tú”.

Alain junto a Mario Casas en ‘Palmeras en la Nieve’

TL: Y, entonces, te entró el vértigo de la decisión…
AH: Totalmente. Por un lado era la maravilla de poder hacer lo que de verdad me motivaba y, por otro, tener que enfrentarme a la realidad de mi entorno. Tenía 28 años y, durante tres, alterné el trabajo familiar con cursos de interpretación. En segundo ya empecé a hacer algunas cosas en las televisiones locales y cortometrajes. La aventura empezaba a tomar forma, pero la familia no lo entendía y mi ex mujer tampoco. Cambiar un futuro resuelto, una vida predestinada, por la inestabilidad de esta profesión es algo que no asimilaron pero aun así, lo hice.

TL: Cuando recuerdas esos momentos… ¿hay un momento, una situación recurrente?
AH: Hay muchos recuerdos que simbolizan momentos claves. En el instante que decido dejar la empresa familiar, no lo olvido. Recuerdo perfectamente el día que le digo a mi padre que dejo el negocio y que me quiero dedicar a esto. Estábamos en el coche, a la puerta de la empresa de la familia, volvíamos de estar visitando clientes él y yo. Se lo dije en ese momento, antes de irme yo para casa a comer. Recuerdo como si fuera ahora su mirada, con la cabeza baja, asumiendo el golpe (y, como otras veces, al hablar de su padre… se emociona).

TL: ¿Y hoy qué dice tu familia?
AH: Imagínate, se les cae la baba. Ahora viven con intensidad todo lo mío, le dan importancia a todo lo que hago, se interesan por todo y le dan más mérito a lo conseguido, aunque no me lo dicen mucho por cuestión de orgullo, supongo. Mi padre, que tiene ahora una situación delicada por el problema de su Alzheimer, es consciente de lo que estoy viviendo, me ve feliz, se alegra de todo y me pregunta por lo que hago. Para él fue un shock que yo dejase la empresa familiar porque siempre se vio muy reflejado en mí. Tengo dos hermanos que trabajan en ella, pero a mí era al que siempre llevaba en los viajes y a conocer otros clientes. Fue duro para él pero, un día, estando yo en Canarias rodando ‘Palmeras en la nieve’, mi madre me lo puso al teléfono y me relató una anécdota de cuando yo era adolescente, en la que después de una noche de juerga y, habiendo dormido apenas 20 minutos y sin quejarme, me fui con él a comprar jamones y cerdos. Después de recordarla juntos, me dijo algo que nunca, hasta ese momento, me había comentado. “Aquel día”, me dijo “supe que ibas a ser lo que quisieras ser”. Recordarlo me sigue emocionando”.

Alain también protagonizó ‘El rey tuerto’. Foto: Gemma Silvestre

TL: ¿Te recuerdas un niño feliz?
AH: Sí, yo creo que sí. Alguna vez lo hablé con mi padre y, curiosamente, hoy lo comenté también con el chófer que me ha traído hasta aquí. No sé por qué nos hemos puesto hablar del cambio generacional, de cómo antes nuestros padres entendían que querer a los hijos era trabajar hasta la extenuación para podernos dar todo lo que necesitáramos. Eso implicaba muchas horas de trabajo. Yo eché en falta a mi padre muchas veces. Ahora esa conciliación familia/trabajo ha cambiado mucho. Sí me recuerdo un niño feliz. No me faltó nada por parte de mi familia, tuve unos hermanos maravillosos con los que me peleé muchas veces, pero a los que quiero con locura, y han pasado por mi vida grandes amigos que me han dado, y me siguen dando, momentos de felicidad.

TL: ¿Y ese niño iba al cine?
AH: ¡Síiiii! No recuerdo la primera película que vi, pero seguro que era alguna de aquellas ochenteras. ‘ET’, ‘Regreso al futuro’, ‘Indiana Jones’… cualquiera de ellas. Lo que sí recuerdo es que íbamos casi siempre al cine Urgel, en Barcelona. Ese ritual de ir a ver una película, hacer una cola impresionante para comprar la entrada, sentarnos en una butaca (antes no eran numeradas) en una sala que olía a cine, con unas cortinas gigantes que cubrían la pantalla y que se corrían majestuosamente. Era todo un ritual y, al abrirse esos cortinones, comenzaba el espectáculo. Aquello era maravilloso”.

TL: La gente ya no va al cine entendiéndolo como un ritual…
AH: Los que lo amamos, sí. Los románticos del cine somos los que valoramos y apreciamos todos esos detalles. Ojalá algunas salas se animasen a recuperar esa ceremonia pre-espectáculo.

Indiana Jones fue una de sus primeras películas en el cine

TL: Eres un ingenuo. Ahora lo que prima es hacer caja, sobre todo con los nachos, las salsas, las palomitas. Yo jamás tomo nada de eso en el cine. Me molesta incluso…
AH: Yo sí tomo palomitas en el cine, pero elijo las películas en las que quiero tomarlas. Si es una peli comercial, de aventuras, de acción, las tomo. En otras, no. Las tomo en ‘Fast and furius 8’, pero nunca lo haría con ‘El rey tuerto’ o ‘The Room’, por ejemplo, porque me requieren un punto de sensibilidad y atención.

TL: ¿Qué buscas en el cine como espectador?
AH: Sentir algo que me apetezca sentir en ese momento. Yo elijo la película que quiero ir a ver en función de cómo me siento.

TL: Es decir, dime qué película quieres ver y te diré en qué momento vital estás…
AH: Totalmente (risas). Muchas veces, sí. Es bastante terapéutico y hay veces que intento animarme viendo una determinada película, pero no me suele funcionar. Prefiero guiarme por el instinto de ese día, de cómo me encuentro y aprovecharlo.

‘Regreso al futuro’ marcó su infancia

TL: ¿Qué película te ha marcado a lo largo de los años?
AH: ‘Regreso al futuro’ en mi infancia. Ese momento final, en el que veo que salen volando con el coche y desaparecen, me pareció una maravilla y me tocó. Hay veces que lo pienso y lo recuerdo muy nítidamente, sentado en el cine Urgel viendo aquel final que volaba, que nos comía a todos y que aparecía el rótulo de ‘To be continued’ y ¡solo querías ver ya la segunda! (risas). Y, en la madurez, una de las películas que más me ha marcado en el sentido de valorar la comedia española (fue la película en la que más me he reído) fue ‘Airbag’.

TL: Ahora que mencionas lo de valorar, ¿el reconocimiento anima y reafirma la seguridad en el potencial de uno?
AH: En cierta medida sí, porque lo que hace es abrirte una serie de puertas y te posibilita llegar a más gente, pero el límite siempre se lo pone uno. Hay momentos que soy mi propio enemigo, porque soy muy autocrítico. Soy el primero en reconocer dónde fallé y también, por qué no decirlo, me sorprendo a mí mismo y me digo “qué bien he estado ahí” (risas). Procuro poner distancia entre el “yo actor” y el “yo espectador” porque me sirve mucho para evolucionar. Me gusta ver las cosas cuando están bien, me río de mí mismo e intento corregir cosas.

TL: Entonces eres de los que, si estás viendo la tele y ponen una película tuya, no cambias de canal…
AH: Depende de la peli (risas). No soy nada narcisista, pero ver lo que has hecho te permite rectificar lo equivocado y aprender de uno mismo. ‘Palmeras en la nieve’ ya no sé cuántas veces la he visto ¡y me gusta! porque disfruto con ese trabajo. Y con ‘El rey tuerto’ me pasa lo mismo, sobre todo porque es algo muy mío. Son muchos años con esta historia, primero en el teatro y ahora en la pantalla. Hay mucho de mí en este proyecto.

‘Airbag’ es una de sus películas favoritas

TL: ¿Cuándo tuviste la auténtica sensación de que querías “jugar a ser artista”?
AH: Siempre he sido muy de jugar, tengo un alma muy infantil. Nunca debemos perder de vista el niño que hemos sido y yo lo tengo muy a flor de piel siempre. Y, aunque te parezca una locura, procuro traspasarlo a mis personajes, dándoles un punto naif, tierno. Hay veces que no sé cómo hacerlo, pero se lo tengo que “colar”.

TL: ¿Alguna vez has sentido que un personaje se ha llevado mucho de ti, que te ha succionado de alguna manera?
AH: Creo que sí. Les he entregado todo de mí y yo, por mi parte, me he dedicado a “jugar con ellos”. Creo que es la contraprestación perfecta, el intercambio equilibrado.

TL: ¿Quién se esconde detrás del tipo duro de tus últimas películas?
AH: Soy todo lo contrario a lo que interpreto. Alguien muy sensible, que utiliza eso para darle matices a sus personajes y no quedarse estancado en el canalla o el malo. Me gusta interpretar estos personajes porque son mi antítesis y los disfruto. Creo que los lleno bastante de humanidad.

Alain y nuestra compañera Amalia durante la entrevista

TL: ¿Cómo es el Alain al que la gente no tiene acceso?
AH: Un tipo muy sensible, cercano, sincero, voy siempre muy de cara, muy directo, muy impulsivo, de los que no cuenta hasta diez. Siempre digo que al que le guste bien y, al que no, pues también. Es cierto que hay temporadas en las que le quieres gustar a todo el mundo, o al máximo posible de gente, pero es un error. Creo que siempre hay que mostrarse tal cuál uno es. Antes me preocupaba lo que podían decir de mí pero, por fortuna, hace tiempo que ya me da igual.

TL: ¿Qué porcentaje de suerte, talento, fortuna o casualidad hay en tu éxito?
AH: Sinceramente, creo que hay un 75% de trabajo porque, te reconozco que soy muy trabajador. Eso se lo debo a mis años de currante nato, de levantarme a las 6 de la mañana para coger la furgoneta e irme con los jamones a Tortosa o a Figueras. Mi padre me ha inculcado esa cultura del esfuerzo y eso lo he aplicado también en la profesión. Me trabajo un montón los guiones, siempre estoy proponiendo cosas que pueden mejorarlos. Soy un poco pesado para los directores en ese sentido, pero pesado para sumar y hacer a los personajes más míos. En el 30% restante creo que hay una parte importante de talento natural, que es el reflejo de haber entrado tarde en la interpretación y aportar a esos personajes retazos de mi vida. Supongo que eso hace que, en cierta medida, sea un poco diferente.

TL: ¿Dónde busca el ocio un actor?
AH: Yo lo encuentro en casa (con mi perro) o en el parque, también con mi perro o tocando la guitarra, en casa viendo el Barça (risas). Como puedes ver, no soy nada sofisticado. Me gusta disfrutar de los pequeños placeres cotidianos, que son los que más me llenan a mí. Me encanta la rutina bien entendida porque me da mucho orden y equilibrio.

Sus libros de cabecera

TL: ¿Esa rutina incluye leer?
AH: Claro. Al margen de los guiones que me toquen en suerte, me gusta disfrutar de ese placer. Tengo dos libros de cabecera: ‘Cuatro amigos’ de David Trueba y ‘El primer trago de cerveza y otros placeres de la vida’ de Phillipe Delerm.

TL: Pregunta obligada y que pone fin a la conversación. ¿Qué pensaría el niño Alain del hombre que hoy eres?
AH: Yo creo que estaría orgulloso de que haya tomado las decisiones libremente. Estaría contento por mí.

Y acabamos riéndonos al descubrir que somos idénticamente maniáticos con el orden, que si se va la luz podríamos ir por toda la casa sin tropezar porque sabemos dónde está cada cosa, que los botes del baño ocupan siempre idéntico espacio y que los platos, vasos y variantes del lavavajillas, antes de ponerlo a funcionar, están igual de ordenados que el interior de los muebles de la cocina. Como dice Alain, el chico sensible que se esconde en los tipos duros de la pantalla, “no hacemos daño a nadie siendo así, verdad?”. Pues eso…

*Localización: NH Collection Suecia Madrid. *Próxima semana: Lydia Bosch.

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